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Un texto oculto: “C” y “K”

Por: Rodrigo Karmy Bolton | Publicado: 20.06.2019
Un texto oculto: “C” y “K” vanesa kaiser |
El fascismo denunciado por la columnista advierte en dicho lapsus todo el peso de su verdad: no se trata de una crítica al “fascismo” sino a la izquierda marxista que la columnista quiere vestir con el ropaje de “fascista”. De ahí la “K” que se cuela en vez de la “C”. Tal intercambio de letras juegan como un cómico palimpsesto: se deja entrever un texto oculto –que la propia columnista no advierte.

Sra. Directora.

Cuando una columna publicada en las primeras páginas de El Mercurio escribe el nombre de Carl Schmitt con «K» no puede pasar desapercibido, sobre todo, si tal inscripción concierne al tema que pretende denunciar. El cambio de la “C” con el que el propio Schmitt firmaba, por una “K” puede ser leído como un bello lapsus que muestra que el foco de la polémica no está en Carl Schmitt ni en el llamado «fascismo» (sobre todo si se cita a Schmitt para explicar lo que supuestamente el propio Schmitt suscribió) sino en otro Carl que no firmaba con “C” sino con “K”: Karl Marx.

El fascismo denunciado por la columnista advierte en dicho lapsus todo el peso de su verdad: no se trata de una crítica al “fascismo” sino a la izquierda marxista que la columnista quiere vestir con el ropaje de “fascista”. De ahí la “K” que se cuela en vez de la “C”. Tal intercambio de letras juegan como un cómico palimpsesto: se deja entrever un texto oculto –que la propia columnista no advierte.

Más allá de la retórica filosófica y del supuesto y elucubrado razonamiento, la columna –la “calumnia”, iba a escribir- reproduce nada más que el discurso clásico de la oligarquía chilena contra la izquierda: sería la izquierda la que cultiva el “odio”, sería la izquierda y el marxismo quien detectaría al “enemigo” como “clase”, sería Carlos Altamirano (con “C” y no con “K”) en su discurso de 1967 quien habría producido las condiciones para la debacle institucional fraguada en el Golpe de Estado de 1973. Es un discurso tan conocido que llega a ser cliché: En ese sentido, dice Kaiser (con “K” y no con “C”), la izquierda –quien acusaría al Partido Republicano de fascista- sería fascista ella misma, si por tal, dice la columna, entendemos toda aquella política circunscrita a la retórica schmittiana del “amigo-enemigo”. Pero la confusión de la izquierda con el fascismo se da en virtud del traslape al nombre de Karl Marx bajo el nombre de Carl Schmitt.

Pero volvamos al cliché: Hannah Arendt decía que el cliché surge cuando todo pensamiento es revocado, tal como ocurre en las sociedades totalitarias. Curioso terminar con la firma de Arendt, como si en ella se jugara una cierta “inmunidad democrática” –iba a decir “impunidad”- tan propia de una columna que tiene como lugar de enunciación a El Mercurio, ese diario rico y mentiroso –esa verdadera máquina de guerra. Usar el nombre de Arendt para salvar al Partido Republicano de ser catalogado como “fascista” me parece tan ominoso como usar el nombre de todos y cada uno de los judíos asesinados en Auschwitz para intentar salvar al partido nazi de su propio ideario nacionalsocialista.

Porque la estrategia de la columnista es clara: capturar la noción de “democracia” identificándola al poder dominante para denunciar a otros –los movimientos populares- de anti-demócratas, es decir, de “fascistas”. De eso se trata la columna de Kaiser: criminalizar a los movimientos populares o a la izquierda en general, calificándoles de “fascistas”.

Pero el fascismo –si aún puede ser una categoría sobre la que podamos pensar- no designa hoy día un régimen de Estado sino una racionalidad política inmanente al proyecto neoliberal. Desde ahí se intenta securitizar enteramente la vida social, aceitando al nuevo pacto global por la seguridad: no hace falta ser Hitler, ni operar desde un “Estado” totalitario articulado desde una estética militarista para actualizar al fascismo. Basta con promover la expansión incondicionada de múltiples dispositivos de seguridad hacia todos los rincones del planeta y garantizar, con ello, la guerra contra el 99% de la población gracias al depredador despliegue del capital.

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