Chileno en Qatar 9: Es solo un partido de fútbol (para ver el fútbol desde las estrellas)

La noche de Doha no deja ver las estrellas. Pero en el desierto se pueden escuchar y si uno mira con atención y tiene un poco de suerte, se puede ver una caer fugazmente.

Juegan México y Argentina y el ambiente está caliente, el de afuera y el de adentro. Camino al estadio Lusail, mexicanos, ecuatorianos y brasileños cantan juntos: “América Latina, menos Argentina”.

En las gradas, en la parte de la barra Argentina, nadie respeta los asientos y las escaleras están llenas, algo extraño para un partido de un Mundial, tan preocupados por la seguridad (en el segundo tiempo, llegará la policía a poner un poco de orden: ellos se instalan en las escaleras).

Daniel Noemi / El Desconcierto.

Ante un estadio repleto, más de 88 mil personas, el récord, dice alguien, desde un partido de Mundial hace casi treinta años, aztecas y trasandinos juegan un partido tenso, que parece ser mejor fuera de la cancha que en ella.

“Y ya lo ves, el que no salta es un inglés” y las Malvinas por supuesto y la madre de algún mexicano. Y salta y salta: es innegable, serán medio insoportables, pero le ponen empeño y ganas en el tablón.

El primer tiempo México se defiende bien y Argentina no hace mucho. Tensos, como con miedo, ambos equipos. Luego, el cambio de Guardado parecerá destruir el planteamiento azteca. El segundo tiempo cambian las cosas y Argentina, sin jugar muy bien, presiona constantemente hasta que Messi aprovecha un espacio que le deja la defensa y el Memo Ochoa parte en su vuelo demasiado tarde.

Creo que después México siguió sin llegar. Así, le comento a un mexicano a mi lado (el único en medio de esta marea albiceleste con nos rodea), no se puede ni pensar en ganar. Cuando un argentino se queda un rato demás en el suelo, le deseo los males del infierno.

Para mi sorpresa, uno de los cientos de Messi a mi alrededor se da vuelta y me dice: “Che, es solo un partido de fútbol”. Me quedo callado. Tiene razón, es solo un partido de fútbol. Fernández hace otro gol y ya se va el partido.

Daniel Noemi / El Desconcierto.

Es tarde y escucho que hubo algunos encuentros cercanos entre hinchas. Pero yo ya voy en el metro. Es tarde y, camino a la villa ya no hay nadie, en la estación de Katara. Miro hacia el cielo y, de pronto, una estrella resplandece hermosa.

Pienso en mi tía Carmen, en sus puchos, en sus copas de vino –su voz, su belleza, su sabiduría—pienso que capaz que ahora vaya a mirar el Mundial desde las estrellas y me dan ganas de llorar y también de reírme y de hacer un brindis a su salud, aquí cerca del desierto.