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La desplazada mandataria disparó con todo contra la derecha brasileña. Acusa un «golpe de Estado sin armas» y apunta contra Eduardo Cunha y Michel Temer.
En una extensa entrevista televisiva con RT, la desplazada presidenta de Brasil Dilma Rousseff se descargó contra la derecha brasileña, los medios de comunicación y su ex aliado y actual presidente temporario del país, Michel Temer.
La semana pasada se consumó el juicio político contra Rousseff. El impeachment es, en palabras de Rousseff, un verdadero «golpe de estado sin armas». Pese a las críticas que existen a su gestión, en medio una dura crisis económica, la líder del PT fue desplazada del poder pese a no existir ningún cargo ni prueba de que la mandataria cometió delito alguno, que es lo que la Constitución exige para iniciar un juicio político.
A Rousseff se le juzga por aumento de crédito suplementario para el país. «Es algo que todos los presidentes antes de mí hicieron. Nunca fue un crimen y no se va a convertir ahora en crimen cuando no había ninguna disposición que lo estableciera como tal (…) es un golpe porque la propia Constitución explicita que es necesario que haya delito de responsabilidad», señaló, además de declarar que utilizará «todos los instrumentos» para lograr ejercer su mandato.
Sobre la motivación del impeachment por parte de la derecha brasileña, Rousseff denunció que se trata de «un intento de sustituir a una presidenta totalmente inocente, que no está imputada en ningún juicio por corrupción, para que el programa que perdió las elecciones brasileñas en 2014 pueda, sin pasar por las urnas, llegar a controlar el Estado brasileño». Antes de asumir Temer, ya había anunciado, junto al derrotado candidato en 2014 Aécio Neves, que trabajarían en conjunto para sacar a Brasil de la crisis. Para la líder del PT es «un programa que pretende reducir al máximo nuestros programas sociales» y «acabar con esos derechos» al imponer una «política antinacional en lo que se refiere, por ejemplo, a los recursos petrolíferos del país».
Dilma descartó injerencia extranjera en lo que está pasando, aunque no duda en declararlo un «golpe de Estado sin armas». «A partir de un determinado momento quedó clarísimo que Michel Temer pretendía usurpar de forma indebida el cargo de presidente. Por sí solo no tenía fuerzas para hacerlo y decidió aliarse a ese expresidente de la Cámara (Eduardo Cunha) que detentaba una parte del Congreso en sus manos desencadenando el proceso de ‘impeachment. Y lo desencadenó por el simple hecho de que él iba a ser juzgado en una comisión, la Comisión de Ética de la Cámara», declara Rousseff.
Cunha fue el principal articulador del impeachment desde su sitial de presidente de la Cámara de Diputados. Hoy ya está apartado del cargo, por su involucramiento en distintas causas por corrupción, incluyendo el recibir 5 millones de dólares de coimas por parte empresas relacionadas al caso Petrobras. Ex aliado de Dilma, se convirtió en su principal enemigo cuando el PT decidió apoyar que sea investigado por la Comisión de Ética de la Cámara. Ese fue el «pecado original», según Rousseff, que hoy tiene «un gobierno solo de blancos, sin mujeres, sin negros, que adopta una medida hoy y la cambia mañana».
También tuvo palabras contra los medios de comunicación que, en una situación similar a lo que se vive en Chile, están concentrados y relacionados a grandes poderes económicos. «No queremos una concentración económica, un oligopolio de los medios de comunicación; concentrados en las manos de muy pocas familias se transforman en un elemento desestabilizador del proceso democrático brasileño y nosotros estamos viendo eso ocurrir», dijo. Una de las mayores críticas a los 12 años de gestión del PT, es precisamente no avanzar en la democratización de los medios de comunicación.
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