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Un ajedrez para tres: Los intereses geopolíticos de China, Rusia y los Estados Unidos en Venezuela

Por: Victor Farinelli | Publicado: 23.02.2019
Un ajedrez para tres: Los intereses geopolíticos de China, Rusia y los Estados Unidos en Venezuela trump-xi-jinping-and-putin |
Acá van algunas cifras que muestran qué es Venezuela en términos de recursos minerales y energéticos, lo que puede dar una idea de lo que significa tener una hegemonía sobre lo que pasa en la política de ese país. Además, incluye también datos que desnudan las relaciones entre los tres principales players foráneos de este ajedrez geopolítico.

Aunque uno puede pensar que lo de Venezuela es sobre si Maduro es o no un dictador, o si la oposición venezolana es realmente democrática, hay que recordar algunas cifras sobre el juego geopolítico que aclaran las razones de la preocupación del mundo por lo que pasa en el país con las mayores reservas petroleras del mundo.

Y para no enojar a los usalovers (o al menos para no enojarlos sólo a ellos), pongamos todos los intereses sobre el tablero no solo de los Estados Unidos – aunque sea el país que más ha manifestado sus ganas de intervenir en el país caribeño. También Rusia y China, aunque distantes en el mapa, están muy involucrados en la cuestión, por lo que si el futuro del país sudamericano llega al nivel del conflicto bélico, este sí podría resultar en una confrontación mundial.

Acá van algunas cifras que muestran qué es Venezuela en términos de recursos minerales y energéticos, lo que puede dar una idea de lo que significa tener una hegemonía sobre lo que pasa en la política de ese país. Además, incluye también datos que desnudan las relaciones entre los tres principales players foráneos de este ajedrez geopolítico.

Los recursos de Venezuela

Venezuela posee más de 300 mil millones de barriles en reservas petroleras, bastante más que los 266 mil millones del segundo colocado en este ámbito (Arabia Saudita).

Además, el país también disfruta de 201,5 billones de pies cúbicos en reservas de gas natural (el octavo del mundo), 1,3 mil kilómetros cúbicos en reservas de agua dulce (el noveno del mundo) y más 3,4 mil kilómetros cuadrados de yacimientos mineros de oro (mineral que el país está tratando de certificar las más grandes reservas en el mundo), diamantes, bauxita y coltán (mineral que ha crecido en importancia por su utilización en la fabricación de teléfonos celulares).

Los objetivos estadounidenses

Los intereses estadounidenses en Venezuela están relacionados con todos los recursos naturales ya mencionados, pero por supuesto el petróleo es la cuestión más inmediata, una vez que el país de mayor consumo energético en el mundo obtiene de las tierras chavistas más de 10% del crudo que necesita para mantener su estilo de vida glotón – para tener una idea, según números oficiales de cada país en el año de 2017, Estados Unidos consume casi 20 mil barriles de petroleo diarios, 8 mil más que China (el segundo) mientras ningún otro país llega a los 5 mil.

Aunque esa dependencia estadounidense ha disminuido bastante en los últimos años, no ha cambiado el hecho de que tanto Estados Unidos necesita del petróleo venezolano como también Venezuela depende de las ventas para el país que sigue siendo su más importante comprador. Las iniciativas de Caracas para diversificar su lista de clientes han tenido éxito parcial, pero la verdad es que la misma China que ha crecido muchísimo todavía no requiere tanto del crudo venezolano y otros países como la India y algunos europeos juntos no llegan a equiparar ni una quinta parte del consumo estadounidense.

Pero quizás es China uno de los blancos principales de la estrategia estadounidense de volver a tener poder sobre Venezuela. En un mundo donde el control de las fuentes energéticas se hace cada día más vital, y con una casi deflagrada nueva disputa de hegemonías, la posibilidad de volver a imponerse en Venezuela significa tener no sólo a las reservas más grandes del mundo, sino que las dos más grandes, considerando que Arabia Saudita es un aliado de toda la vida y el Brasil de Bolsonaro está tan alineado a Washington que ya prepara un gran programa de privatizaciones petroleras, que deben incluir a una gran parte de las reservas del llamado Pré-Sal (el mayor descubrimiento petrolero de este siglo, realizado durante el gobierno de Lula da Silva, y que hizo el país saltar del puesto 15 al podio en términos de reservas de este rubro).

Tener a estas tres grandes reservas en sus manos sería un factor importantísimo para enfrentar a la economía China. Si no hay grandes cambios en el escenario económico y las cifras de los países siguen evolucionando en los próximos años como ha sido la tendencia en este siglo, el gigante asiático asumiría la condición de economía más grande del mundo hasta el año de 2030, según proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI). Justamente, lo que puede lograr Estados Unidos en Venezuela es este grande cambio que necesita para impedirlo.

Las relaciones con China

El año de 2018 marcó un nuevo gran impulso en las relaciones entre China y Venezuela. La visita de Nicolás Maduro a Pekín, en el mes de septiembre, terminó con una serie de acuerdos bilaterales, de los cuales se destacan el nuevo crédito otorgado al país, en el valor de 5 mil millones de dólares – elevando a 23 mil millones la deuda de los sudamericano con el gigante asiático.

Sin embargo, esa buena relación no es nueva. Los dos países empezaron a acercarse más en la época en que sus presidentes eran Hu Jintao y Hugo Chávez. En la última década, los bancos chinos han concedido préstamos de por lo menos 50 mil millones de dólares a Venezuela según números oficiales (algunos analistas aseguran que el valor real supera los 70 mil millones), e incluso le permitió un periodo de gracia en el pago de los servicios de la deuda, solicitado por Maduro para poder hacer los cambios en las políticas económicas del país, y que duró casi tres años (de fines del 2015 hasta mayo de 2018).

Por otro lado, muchos críticos del gobierno de Maduro, incluyendo sectores descontentos del chavismo, alegan que esos nuevos acuerdos permitirían el pago de esa deuda con barriles de petróleo, lo que sería comercialmente negativo para los sudamericanos. Además, también sería una contradicción con uno de los argumentos que llevó el chavismo al poder en 1998, de que el país tenía que defender mejor a sus recursos naturales de aquellos que trataban de apropiarse de ellos a precios muchísimo más baratos – aunque en aquel entonces el discurso se refería claramente a los Estados Unidos como el principal o quizás el único interesado en actuar de esa manera.

Además de los préstamos, China ha invertido en diferentes obras de infraestructura dentro del territorio venezolano, como las centrales hidroeléctricas, o los puertos y aeropuertos que harán parte del megaproyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Iniciativas que en muchos casos son impulsadas por empresas chinas y con capitales chinos, que llegan hasta los 6,5 mil millones de dólares y ponen en duda la soberanía que tendrá Venezuela sobre esas estructuras cuando estén funcionando.

De todos modos, y pese a sus posturas en favor del gobierno de Nicolás Maduro, dando cuenta de que Pekín sí reconoce y se preocupa con la posibilidad de que Estados Unidos vuelva a ejercer influencia sobre Venezuela, el gobierno chino no ha dado señales reales de que pretende apoyar militarmente al país sudamericano en el posible conflicto.

La ayuda militar rusa

Otro reciente viaje del mandatario venezolano a Moscú, en diciembre pasado, concluyó con una nueva ayuda financiera al país sudamericano, por un valor parecido e incluso un poco mayor que el obtenido en Pekín: 6 mil millones de dólares.

Pero el crédito no fue lo más importante que Nicolás Maduro y Vladimir Putin acordaron. Llamó más la atención algo que pasó lejos de la sala de reuniones del Kremlin, y que se vivía en el mismo momento, en un aeropuerto en los alrededores de Caracas: la llegada a Venezuela de toda una escuadrilla rusa, incluyendo dos bombarderos Tupolev 160, un modelo de avión supersónico con capacidad para llevar cargamento nuclear. Tal iniciativa supone un interés del país euroasiático de actuar en un posible conflicto bélico.

Incluso, algunos analistas especulan que Rusia podría intentar tener un rol parecido al que ejerció en el caso de Siria, aunque el contexto geográfico hace con que sea muchísimo más difícil que obtenga el mismo éxito que por ahora ha logrado en favor del régimen de Bashar al-Asad. Además, en el caso sirio, la acción rusa contó con un evidente apoyo de Irán y un acuerdo de intereses con Turquía, países que también respaldan a Maduro pero no a punto de querer involucrarse en una guerra en su favor.

En todo caso, incluso la participación de Rusia como aliada de Maduro en un posible desenlace armado para la crisis política todavía está en el campo de las hipótesis y no de las certezas. De hecho, todas las declaraciones del Ministerio de Defensa ruso en los últimos tres meses van en el sentido de que Caracas no ha solicitado formalmente la ayuda militar rusa para enfrentar una posible intervención militar – y la última vez que lo dijo fue días después de la autoproclamación de Juan Guaidó.

Esta semana, también ha llegado a Venezuela un cargamento de “ayuda humanitaria” rusa, en forma de 7,5 toneladas de medicinas. el mandatario Nicolás Maduro había anunciado en envío de 300 toneladas en ayudas en el principio de la semana, pero solo este primer cargamento de insumos médicos ha tenido arribo certificado hasta el momento.

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