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Heridas que no cicatrizan: La infancia después de la guerra en Ucrania

Por: Agencia EFE | Publicado: 10.06.2022
Heridas que no cicatrizan: La infancia después de la guerra en Ucrania Ucrania | Foto: Médicos del mundo
«Una guerra es un acontecimiento traumático que expone a los niños y las niñas a situaciones extremas y que va a afectar a su vida cotidiana y su desarrollo», asegura Carlos Chana, responsable de Infancia en Dificultad Social de Cruz Roja.

 «Toda situación traumática deja una herida psicológica que produce una cicatriz, esa cicatriz se va a quedar ahí para siempre», explica a Efe Ricardo Angora, coordinador de salud mental de Médicos del Mundo, sobre los millones de ucranianos que han abandonado su país desde el comienzo de la invasión rusa.

Un total de 6,5 millones de ucranianos dejaron el país por el conflicto, de los cuales dos millones son menores de edad, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

La infancia, uno de los colectivos más vulnerables, hace frente a numerosos retos al huir de su país, entre los que destacan los problemas de adaptación y los traumas psicológicos, según Angora.

Los niños y niñas ucranianos «vivían en una zona en conflicto, con lo que eso supone, un estrés crónico, mantenido, una amenaza constante de que en cualquier momento pudieran sufrir o ser objeto de violencia», explica.

El desafío de la adaptación

Además del estrés en sus países de origen, los menores tienen que superar otro desafío a la llegada a un nuevo país, la adaptación a una nueva realidad.

«Una guerra es un acontecimiento traumático que expone a los niños y las niñas a situaciones extremas y que va a afectar a su vida cotidiana y su desarrollo» declara a EFE Carlos Chana, responsable de Infancia en Dificultad Social de Cruz Roja.

Por ello, pide apoyo en el proceso de adaptación. «La prevención, sobre todo a través de un enfoque comunitario, tratando en la medida de lo posible, de normalizar la vida de un niño o de una niña en nuestro país», dice relevando la necesidad de trabajar en este ámbito.

Una de las peticiones derivada del conflicto de Ucrania es que las facilidades para el asilo deberían ser ampliables a todos los conflictos del mundo.

«Debe ser extrapolable, pero no estoy seguro de que pase, vemos un doble rasero, la propia existencia de la protección temporal es diferencial dependiendo de dónde vengas», asegura Chema Vera, director ejecutivo de Unicef España.

Vera se muestra inquieto por el futuro de estos menores una vez ya están en los países de acogida tras la primera ola de solidaridad. «Nuestra preocupación es la segunda fase, qué es lo que viene ahora, la residencia en centros de acogida tiene que dar pie a algo mucho más estable y permanente», señala.

Y apunta que la estabilidad de las familias llevaría a una mayor estabilidad para la infancia. «Es fundamental habilitar la protección social, los refugiados son personas sin ingresos y que no van a poder acceder rápidamente a ellos, en muchos casos son madres solas con sus hijos, es muy difícil encontrar trabajo en esa situación», alerta.

España, referente en Europa

Vera valora que España se haya convertido en una «referencia» en Europa en cuanto a la acogida de estos refugiados y celebra que el sistema educativo haya «respondido al desafío de una manera muy adecuada», al tiempo que explica que aunque los esfuerzos del sistema educativo se han dirigido especialmente a la adaptación al castellano, no se olvidan de fomentar los vínculos con su país natal.

«Hay mecanismos de refuerzo tanto en el lado de los contenidos como en el lado de los idiomas, con una formación de castellano adicional para que la integración se dé de la forma más rápida posible, pero también añadiendo contenidos adicionales, para no perder la conexión con su país de origen», destaca.

La importancia de la salud mental

La protección de la salud mental es uno de los pilares sobre el que trabajan organizaciones como Médicos del Mundo o Cruz Roja durante el proceso de adaptación de los refugiados.

Los menores, a diferencia de los adultos, no son tan conscientes de lo que sucede a su alrededor, lo que los lleva a tener «reacciones emocionales» y «reacciones regresivas en el desarrollo ante una situación desconocida y desequilibradora». «Algo que altera su ritmo de vida y su espacio de seguridad en el que se mueven habitualmente», explica el coordinador de salud mental de Médicos del Mundo.

Sin embargo, «las reacciones de los menores también dependen mucho de las reacciones de los adultos» ya que «mimetizan mucho lo que ven en el entorno», dice.

Aprender a gestionar estas reacciones «va a depender fundamentalmente de la intensidad del trauma que hayan vivido, pero también de cómo se haya manejado esa situación por parte de los cuidadores, de los educadores o de los propios psicólogos que atienden a los niños», concluye Angora.

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