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La guerra en Ucrania: el árbol y el bosque

Por: Gabriel Gaspar | Publicado: 13.06.2023
La guerra en Ucrania: el árbol y el bosque Ukraine |
Han transcurrido más de 15 meses del estallido de la guerra. Tiempo suficiente para intentar una evaluación de su marcha, y en especial, de sus consecuencias en la recomposición de hegemonías y la constatación de que el orden global instaurado al finalizar la Guerra Fría ya no garantiza la estabilidad y la seguridad.  

Han transcurrido más de 15 meses del estallido de la guerra. Tiempo suficiente para intentar una evaluación de su marcha, y en especial, de sus consecuencias. Pero ello requiere distinguir el árbol del bosque. Como lo señaláramos al inicio de las hostilidades, en el conflicto se entremezclan en realidad dos. El primero es el propiamente ucraniano, el trasfondo es la competencia por la hegemonía entre las principales potencias.

En esta mirada, la guerra en Ucrania es el árbol que a muchos no deja ver el bosque: la recomposición de hegemonías. O, dicho de otra forma, la constatación de que el orden global instaurado al finalizar la Guerra fría ya no garantiza la estabilidad y la seguridad.

Veamos primero el árbol. Despejemos de partida las visiones ideológicas del conflicto, muchas veces reforzadas
por campañas propagandísticas. En esta visión se trataría del enfrentamiento entre “la libertad y la democracia” v/s la dictadura.  En realidad, tanto Ucrania como Rusia se basan en economías de mercado, con sistemas políticos organizados en torno a elecciones y partidos.

El nivel de competencia electoral en ambos países lo dejo al análisis, pero no se ve allí una contradicción que explique un conflicto armado de proporciones.

Pero si miramos sin apasionamientos a la sociedad ucraniana y examinamos su historia encontraremos la coexistencia de “dos almas”; una profundamente eslava que habla ruso, que practica el cristianismo ortodoxo y comparte sus tradiciones, por una sencilla razón, allí surgieron los primeros embriones de la nacionalidad rusa.

El Rus de Kiev fue su punto de partida y de allí salieron sucesivas migraciones de las cuales la más importante se radicó hace más de 800 años en que hoy es Moscú y posteriormente se independizaron de los kanatos mongoles.

En suma, una parte sustantiva de Ucrania comparte orígenes, tradiciones e historia con Rusia… porque también son rusos. Esto es más fuerte en el lado este de Ucrania.

En cambio, en el oeste ucraniano la influencia de Polonia y en su momento del imperio austro húngaro marcó otro sello, más católico que ortodoxo, más euro que eslavo. En los últimos tiempos esto cobró más fuerza con la disolución de la Unión soviética y se reforzó con la constitución de la Unión Europea.

Que un país sea cohabitado por nacionalidades y culturas diversas no es algo inusual. Países como Suiza, España o Italia son muestras de que la convivencia es posible, ya sea bajo formas federales o autonomías regionales.

No fue el caso de Ucrania y en el siglo XXI asistimos a fuertes tensiones que desembocaron en la guerra del Donbass el 2014 y la anexión de Crimea por parte de Rusia.

Los Acuerdos de Minsk de inicios del 2015 (avalados por Francia y Alemania) nunca se implementaron del todo y la violencia se instaló.

En suma, en Ucrania hay -desde hace rato- una grave tensión entre sus dos almas, que probablemente se ha profundizado al extremo en estos 15 meses de guerra.

Ese es el árbol, que a menudo no nos deja ver el bosque.

La reconfiguración de la hegemonía mundial

El fin de la Guerra Fría con la desaparición de la Unión Soviética y de su alianza militar, el Pacto de Varsovia dio paso a un nuevo orden mundial basado en el predominio económico, político y militar de Occidente, liderado por los EE. UU. Lo que algunos llamaron el orden unipolar. Occidente se expandió, especialmente en su principal alianza militar, la OTAN, la cual se reforzó con los países de Europa del Este, los bálticos e inclusive intentó incorporar a Georgia, donde el proyecto fue frenado por Rusia en una corta guerra en el 2005.

Mucho se ha hablado del incumplimiento del acuerdo mediante el cual la OTAN no se expandía hacia el Este, condición puesta por la entonces URSS para abandonar la Republica Democrática Alemana. Tema para historiadores, pero lo cierto es que los rusos se sintieron amenazados por Occidente. Así como muchos europeos ven con temor el poder militar ruso y la voluntad disuasiva de su poder político.

En 1962 Kennedy amenazó con invadir Cuba castrista si la URSS no retiraba los misiles nucleares que había instalado. En el siglo XXI Rusia recurre a la misma argumentación ante la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.

En Georgia demostró que estaba dispuesta a neutralizar militarmente esa amenaza.

Hoy estamos en la tercera década del siglo XXI y es evidente que el mundo es diferente al de 1990. En estas décadas, el dragón chino ha continuado exitosamente su larga marcha hacia ser súper potencia. Rusia se ha recuperado en comparación a 1990 y emergen nuevas potencias regionales (India, Irán, los sauditas, entre otros) y nuevos países se dotan de armamento nuclear: Corea del Norte y Pakistán.

Por cierto, hay muchas otras potencias económicas que si se lo propusieran también podrían entrar al club nuclear: Alemania, Corea del Sur, Japón.

En el plano económico, el panorama ha cambiado mucho más, y a estas alturas el dinamismo de las economías asiáticas compite con éxito con las occidentales, y en muchos casos están estrechamente asociadas. Si bien la predominancia tecnológica aun la detenta Occidente, y en especial el poder militar de los EEUU, el mundo del Pacífico aumenta cada vez más su protagonismo.

Para los fines político-estratégicos de estas notas, la guerra de Ucrania tiene también un gran trasfondo de esta competencia por reconfigurar el orden mundial hacia uno más multipolar.

Balance y perspectivas

Transcurridos quince meses de guerra, el balance sumario indica lo siguiente. En el plano político, tanto los gobiernos de Kiev y Moscú han afirmado su hegemonía interna.

En cuanto a lo internacional, Ucrania cuenta hasta la fecha con la férrea ayuda de Europa y sobre todo de los EEUU. Rusia ha logrado conservar buenas relaciones con China, India, Irán y buena parte del mundo árabe y africano.

En el plano territorial, Rusia reordenó su estrategia luego del fracaso inicial de tomar Kiev, se reagrupó en la zona del Donbass, incorporándola a la Federación. Con ello accede a aguas cálidas en el mar de Azov, el mar Negro y Crimea. Ucrania ha recibido un castigo durísimo a su infraestructura y ha perdido poco más del 20% de su territorio.

Cuenta con abundante apoyo material y militar de los países occidentales que parecen dispuestos a proporcionarles todo, menos tropa y personal calificado.

Por su parte, esta guerra ha confirmado la incapacidad del sistema vigente para resolver conflictos cuando están involucradas potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. Hoy no pudo frenar esta guerra, así como a inicios de siglo fue incapaz de detener la invasión de EE.UU. a Irak.

Europa parece ser la región que recibe el mayor impacto de la guerra. Debe absorber a millones de refugiados ucranianos, brindar ayuda financiera y militar a Ucrania, pero también sufre el impacto económico producto del cambio de su sistema energético, amen de los desórdenes en el mercado.

¿Cuánto de esto impactará los procesos electorales que se vienen en el viejo Continente? Europa también debe repensar su seguridad, para empezar, deberá destinar más recursos a la defensa, en una región donde el tema previsional y el estado de bienestar en general sufre apreturas.

La emergencia de  tendencias nacionalistas se consolida en varios países europeos. Y si Europa se rearma, especialmente Alemania, ¿en qué dirección lo hará? ¿los intereses de seguridad de la OTAN son idénticos a los de Europa? Si Europa redefine su postura, es probable que necesite de aliados, en esa perspectiva, se abre espacio para la configuración de un orden multipolar.

Ojo, luego se viene la Cumbre de Europa con nuestra región. Mientras tanto, la OTAN se fortalece con la adhesión de Finlandia y Suecia. De paso, el liderazgo de los EEUU es manifiesto en Occidente. Si retornase el
aislacionismo estilo Trump, ¿será todo igual?

¿Y América Latina? Nuestra región no juega un rol de primera fila en este conflicto. Aunque sufre al igual que
todos, los impactos económicos de la guerra, especialmente el alza de la energía y los alimentos. Por cierto, también puede ser oportunidad para la exportación de granos, donde Brasil y Argentina pueden ser ampliamente beneficiados.

Lo más sustantivo a la fecha ha sido la recuperación por parte de Brasil de su aspiración a ser un actor global, lo cual se expresa en retomar su membresía en los BRICS (que en tiempos de Bolsonaro habían derivado en RICS). Los poco disimulados intentos de que tanto Brasil como Chile entregasen sus blindados Leopard al frente ucraniano quedaron en eso, discretos intentos.

Pero nuestra región es desde hace rato un buen socio del mundo asiático, especialmente de China, principal socio comercial para muchos países. También somos receptores de crecientes inversiones chinas, especialmente en infraestructura. La competencia tecnológica con Occidente también arrecia en nuestros países.  Rusia en cambio, concentra su presencia en programas de material militar en Venezuela, Cuba, Perú y
Nicaragua.

La relación se ha enfriado, y pese a que ante los pasados incendios en Chile Moscú insinuó una nueva incursión gratuita del tanquero Ilyushin (el popular “Luchin”), el congelamiento no lo permitió.  Pese a ello, buena parte de los países de la región conservan una importante relación económica y estratégica.

La maldita primavera

Desde hace meses, se viene anunciando una contraofensiva ucraniana, la historia y la estrategia indican que en el hemisferio norte las campañas deben iniciarse en primavera para evitar que el general Invierno se tome el teatro de operaciones.

Pero restan pocos días para que finalice la primavera, y a estas alturas si se lanzó una ofensiva, sería una muy curiosa porque carece de la orientación de un golpe principal.

Según Moscú, ya se lanzó y fracasó. Los dos bandos se culpan de la destrucción de la represa que inunda todo. Los próximos días serán claves para saber si lo que se viene es una ofensiva en forma, o pasamos a una etapa de guerra de posiciones.

La prolongación del conflicto plantea la clásica pregunta: ¿a favor de quien corre el tiempo? Tema más largo son las consecuencias estratégicas del desenlace de esta guerra. Así como en el océano Indico el estrecho de Malaca juega un rol vital, las estepas ucranianas y rusas son lo que algunos llaman el “pivote de la historia”.

Dato: más allá de Hollywood, la II Guerra Mundial se definió en esas llanuras. Mientras en Normandía
desembarcaron cerca de 250.000 soldados, en las grandes batallas de Jarkov y  Kursk, se enfrentaron más de dos millones y medio de combatientes, miles de tanques y aviones.

Allí la Wehrmacht perdió definitivamente lo principal de su poderío estratégico, pese a los esfuerzos de Von Manstein y sus generales. ¿Serán las estepas de Europa central donde se defina una nueva configuración del Orden Mundial?

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