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Argentina resiste: Segunda gran huelga contra Milei paraliza al país

Por: Iván Gajardo | Publicado: 09.05.2024
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La otoñal mañana porteña de este jueves, por lo general bulliciosa y repleta de gente que circula hacia sus actividades, amaneció en silencio, con miles de comercios cerrados, bancos que sólo operaron on-line y escuelas con aulas vacías, mientras los restaurantes y cafés lucían mesas desocupadas y unos pocos mozos esperando eventuales clientes que llegaban a cuentagotas, en su gran mayoría turistas.

Las imágenes de las principales avenidas, el metro y estaciones de trenes interurbanos, absolutamente vacías dominaron medios y redes en el país trasandino, donde las centrales obreras convocaron la medida de fuerza en rechazo a la reforma laboral, el desguace del Estado y el ajuste que impulsa el presidente Javier Milei.

La otoñal mañana porteña de este jueves, por lo general bulliciosa y repleta de gente que circula hacia sus actividades, amaneció en silencio, con miles de comercios cerrados, bancos que sólo operaron on-line y escuelas con aulas vacías, mientras los restaurantes y cafés lucían mesas desocupadas y unos pocos mozos esperando eventuales clientes que llegaban a cuentagotas, en su gran mayoría turistas.

No circularon los trenes que unen Buenos Aires con el “conurbano”, como se denomina el extrarradio de la capital formado por decenas de núcleos urbanos contiguos. Tampoco lo hicieron el subte y un gran porcentaje de los colectivos (micros), a pesar de las amenazas de los dueños de la empresa de transporte DOTA, una de las más poderosas del sector, que intentaron obligar a sus choferes a no participar de la huelga la huelga.  

La Confederación General del Trabajo (CGT) celebró el gran acatamiento en todo el país, en un temprano un posteo en redes sociales que mostraba imágenes de reparticiones públicas, plazas, estaciones y autopistas desiertas.

Unas horas después, en una conferencia de prensa, Héctor Daer, uno de los triunviros de la poderosa central sindical calificó la medida de “exitosa” y “contundente a lo largo y ancho del país”.

“El Gobierno debe tomar nota de la expresión de los trabajadores para reconfigurar su política de ajuste”, dijo Daer que evitó escalar la disputa con el Gobierno y declinó realizar anuncios de nuevas medidas de fuerza.

El Gobierno buscó toda la semana bajarle el tono a una manifestación que vislumbraba de grandes proporciones y durante la jornada se dedicó a subestimar su alcance. Milei publicó un posteo en el que se exhibió con la leyenda “Yo no paro”, además de difundir un mensaje en el que vinculó a los sindicalistas con faraones: “¿Saben cómo se dice Faraón en hebreo? Les cuento… Paro. A buen entendedor pocas palabras bastan… Viva la libertad carajo”, escribió en la red X.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, por su parte, dijo que la medida de fuerza era “inentendible” y que constituía “un atentado contra el bolsillo y la voluntad de la gente”, mientras la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció “actos mafiosos” contra las empresas de transporte y los trabajadores que no adhirieron a la huelga, que fueron víctimas de “miguelitos”, “rotura de vidrios de colectivos” y “bloqueos”. “No dejemos que rompan todo lo que estamos logrando. Nosotros vamos a cuidar a todos los que vayan a trabajar”, concluyó Bullrich.

 

La disputa por el relato

Durante la jornada completa, redes y medios de comunicación desplegaron su enorme arsenal de herramientas para imponer un sentido y significación a la ocurrido hoy, día del segundo paro general impulsado por el sindicalismo en 5 meses de gobierno, y la quinta demostración de fuerza contra la política de “motosierra y licuadora” del Ejecutivo libertario que ya acusó el golpe de un cacerolazo el día de la asunción del poder, una fuerte manifestación feminista el 8M y la histórica marcha contra los ajustes en la Educación, realizada el 24 de abril en todo el país, para muchos observadores la movilización política más grande desde 1983, año del regreso de la democracia al país trasandino.

Las mismas imágenes de calles desiertas y falta total de movimiento y movilización colectiva fueron profusamente usadas por medios opositores y oficialistas para extraer conclusiones diametralmente opuestas: mientras para las señales El Destape y C5N éstas ilustraban la contundencia de la adhesión, el ultraoficialista canal LN+ señalaba que eran la evidencia de que quienes querían y a trabajar no pudieron hacerlo por falta de transporte.

En las redes, el panorama era similar, los hashtag #Paro y #YoNoParo fueron las tendencias del día en X (antes Twitter). Allí los usuarios intercambiaron diversas interpretaciones sobre los alcances, características y volumen de la movilización, con los niveles de polarización y la agresividad que caracteriza a la plataforma.

En este punto, un fenómeno interesante que pudo confirmarse en esta jornada es que el terreno digital, un espacio en el que el Gobierno mostraba una solidez que parecía inalcanzable, empezó a estar en disputa y la cancha comenzó a inclinarse para la oposición.

El hecho ya había sido anticipado esta semana por la consultora AdHoc, en una investigación que reveló que entre el 1 al 30 de abril, el 47% de las menciones que se hicieron de Milei en las redes fueron con un tono negativo, mientras que el 41% fue positivo. Al mismo tiempo, el 12% de las menciones fueron con tono neutro.

De acuerdo al registro de AdHoc, el 71,5% de la agenda digital no fue impulsada por el Gobierno, mientras que el 28,5% fue oficial.

«Tras comenzar abril con instalación de temas en la agenda pública, el Gobierno perdió el control de lo que se habló en el ecosistema digital. Desde el bot de Jumbo hasta la marcha universitaria por la Educación, el oficialismo fue perdiendo el dominio sobre la agenda digital».

 

El futuro de los reclamos

Esta nueva protesta contundente, que integra la seguidilla de manifestaciones realizadas en estos cinco meses de Gobierno, se enfrenta sin embargo al desafío de encontrar nuevas formas de reclamo en un país muy polarizado y en el que también es fuerte el rechazo a los piquetes, las marchas y las manifestaciones.

La medida de hoy permitió descomprimir tensiones internas en la CGT y escuchar a los sectores que exigen ponerle un freno al Gobierno, pero también crece al interior de la organización un consenso interno para frenar la conflictividad, señala una editorial del conservador diario La Nación.

Habrá que ver en los días siguientes si la imponente medida de este jueves logra uno de sus objetivos: condicionar la votación de la Ley Bases y el paquete fiscal, las principales iniciativas del Gobierno para avanzar en el desguace del Estado, que incluyen una reforma laboral y la restitución del impuesto a las ganancias, ya obtuvieron luz verde en la Cámara de Diputados y están a la espera de ser tratadas en la Cámara alta la semana siguiente.

La estrategia del enfrentamiento, no obstante, parace empezar a agotarse al menos al interior de la central sindical.

Durante el primer paro contra el libertario, el 24 de enero, el ex ministro de Economía y candidato a la presidencia por el peronista Frente de Todos, Sergio Massa, advirtió a los triunviros de la CGT sobre lo que calificó de “apuro” en los reclamos. “Si a 45 días le haces un paro general, a los 90 días, ¿qué haces? ¿Un bombardeo?”, dijo Massa.

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