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#ESCRITORXSENCUARENTENA| Contra la demonización del virus, brevísima historia de mi caso

Por: Madeline Millán, escritora | Publicado: 30.04.2020
#ESCRITORXSENCUARENTENA| Contra la demonización del virus, brevísima historia de mi caso |
Desde Nueva York, la escritora puertorriqueña Madeline Millán envía un testimonio de su experiencia tras haber contraído el virus y recuperarse. Toda su experiencia de confinamiento la narra en una serie que tituló “Mis Facebook stories”. Aquí un fragmento.

En este cuartito vivo encerrada. Dentro de las cuatro paredes de un apartamento neoyorquino donde las mañanas están llenas de una luz que solo yo veo porque, si fuera realista, esa luz no existiría. Como nunca he tenido el defecto de ver las cosas como son, los atardeceres entran por la única ventana de mi cuarto, y me digo, soy feliz con tan poco. No es una revelación de unos instantes. Cada día la música del mar con gaviotas en YouTube acompaña mi soledad y hace de la soledad una posibilidad para inventar voces, caminos, poemas, sueños para cuando vuelva a esa otra luz al otro lado del río Riverside Drive. Tan cerca que lo podría visitar a lo largo de un recorrido hasta el puente del Bronx. Yo invento el mar cada día, el mar no me falta.

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Cuando comencé con los síntomas, yo misma no me lo podía creer. Lo mantuve en secreto porque me decía, «debe ser que te estás poniendo hipocondríaca». Llamé a varios hospitales cerca y uno me dijo que fuera a urgencias o emergencias. Sin embargo, como no me sentía tan mal y tenía mis dudas, seguí buscando información. Encontré que un hospital cerca hacía consultas virtuales. Se recomendaba no ir al hospital en busca de un diagnóstico por si salía negativo no termináramos agarrando el virus en la sala de espera. Di mi tarjeta de crédito y quedaron en llamarme ese día. Nunca llamaron. En esa espera, pasó un día entero.

Al día siguiente, noté que con los remedios caseros podía respirar mejor y sentir alivio, incluyendo lo que dije antes acerca de los ejercicios de pranayama. Eso incluye respirar vapor con alcanfor y usar el poti con agua de sales marinas. Todo lo hacía un poco en privado, callada para no alarmar a mi familia y amigos. Cuando a mi hija y a su novio les dio, sin que estuviéramos cerca desde hacía un mes, confirmamos que era el virus (algunos síntomas fueron fiebre, dolores intensos de cabeza, el pecho apretado, mucha dificultada para respirar profundo). Y coincidíamos en que se podía seguir con un nivel de «normalidad». Claro, ayudó que estamos encerrados en la casa, sin mucho estrés y con la posibilidad de preparar bebidas y comidas saludables, con cantidades de ajo y jengibre. Bebía té verde, manzanilla y cúrcuma durante todo el día,  etcétera. Han pasado creo que unos 15 días. Solo un par de veces sentí que debía quedarme en la cama y simplemente dormir o no hacer nada. Y aquí estoy. De muy buen ánimo aunque los síntomas no han desaparecido por completo. Entre ellos, respirar se me hace difícil por ratos. Igual mi hija y su novio se sienten que mejoran y luego no funcionan al máximo. Les dan unas pequeña recaídas. Estas son nuestras conversaciones por teléfono, de cómo ha sido cada día y cómo uno se va sintiendo. Decidí compartirlo por si te pasa o le pasa a una persona cercana.

Nuestra conclusión ha sido que como no tomamos medicamentos ni padecemos una condición severa de nada, el cuerpo nos dio los mecanismos para salir a flote. Y digo más, yo no sabía lo que era dormir muchas horas ya hacía muchos años. Podía pasar hasta días sin dormir. La combinación de elementos utilizados en mi autotratamiento me han llevado a dormir como un lirón, sintiendo una energía increíble, tener esa felicidad simple que da el buen dormir. No sé si nos puede repetir el virus y cuál sería el lapso entre uno y otro si pasa algo así. En verdad, lo que sí te enseña esta experiencia es a pensar en la gente que te rodea. No los quieres arriesgar y te encierras. Dicho esto, estamos en cuarentena aunque digan que con 15 días basta. 

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