¿Y ese mar que tranquilo te baña?

Presagio. El 19 de junio del 2010 un grupo de pescadores valdivianos atraparon un gran tiburón sardinero de cerca de dos metros; todo esto ocurrió frente a la mirada atónita de cada uno de ellos mientras realizaban sus faenas pesqueras. Dos años después, verían acercarse con cautela a siete tiburones de terno y corbata que, acomodados en sus sillones de cuero en Valparaíso, afilaban sus dientes entre sonrisas complacientes. Por: Patricia Matus de la Parra T. Ilustración: Marisol Labarca Ni siquiera el azar podría haberlos elegido mejor. Siete para siete. Siete senadores “de oposición”, siete familias. Letelier, Rossi, Pizarro, Sabag, I. Walker, P. Walker y Zaldívar para las familias Angelini, Sarkis, Stengel, Cifuentes, Jiménez, Izquierdo y Cruz. Familias fusionadas en tres grandes conglomerados que se reparten utilidades de 3 mil millones de dólares anuales. En una esquina: ellos; en la otra: todos nuestros pescadores artesanales y nuestros vilipendiados pueblos originarios. De fondo, a lo lejos, Steven Spielberg nos presta la banda sonora de Tiburón (1975). Se trata de Jaws, compuesta por John Williams. Tenemos villanos en Chile y ningún superhéroe. Ley Merino, Ley Longueira Corría un martes de 1989 y el almirante José Toribio Merino tomaba té con el general Augusto Pinochet en el Edificio Diego Portales (actual Centro Cultural GAM). Merino le proponía una entretenida Ley de Pesca y Acuicultura: traspasar la propiedad de los peces -que pertenecen a todos los chilenos- a unos amigos empresarios. Lamentablemente para el almirante, una posterior negociación política impidió su promulgación. Sin embargo, no importaba porque, como diría Merino: “Somos una Junta porque estamos juntos”. Pasó el tiempo y a principios del siglo XXI, durante el gobierno de Ricardo Lagos, se discutió nuevamente la ley. Ahí los nuevos gobernantes se vieron en aprietos, pues ya en ese entonces la familia Zaldívar tenía muy bien puestas sus inversiones en el mar. Por lo tanto, acordaron que en un plazo de 10 años se volverían a reunir. Y sería definitivamente en el 2012 cuando Merino encontraría al amigo que necesitaba: Pablo Longueira. Nace así la llamada Ley Longueira. “Era el regalón de mi papá”, cuenta Lucía Pinochet Hiriart -en entrevista a El Dínamo- cuando le preguntan por el entonces senador UDI. Longueira, siguiendo su instinto, comenzó a trabajar en la Ley de Pesca: se reunió con parlamentarios de todos los colores políticos, hizo lobby, repartió sonrisas e incluso viandas entre la oposición. Como si fueran una gran familia. Peces gordos ¿Y qué es lo más terrible de esta ley? Que reconoce excluyentes privilegios monopólicos al empresariado pesquero industrial. Mediante la entrega de licencias indefinidas de pesca, basada en supuestos “derechos históricos”, la propiedad del mar chileno quedará en manos de los grandes grupos económicos. ¿De cuándo vienen estos derechos históricos? De las cuotas individuales que se le entregaron al empresariado en el gobierno de Lagos. Y cómo negocios son negocios, la “oposición” se puso en la posición de Ley Longueira: Juan Pablo Letelier (PS) viene votando históricamente por los industriales, es de la Zona del Maule dónde están los máximos intereses de las siete familias. Fulvio Rossi (PS), senador por Tarapacá, Arica y Parinacota, donde Angelini tiene varias inversiones pesqueras. Jorge Pizarro (DC) votó a favor de la ley igual que toda su bancada. Hosain Sabag (DC), senador por la octava Región, una de las principales zonas de pesca. Los hermanos Walker (DC): Patricio, senador por Aysén, donde está la empresa Fríosur del DC Luis del Río. Finalmente, Andrés Zaldívar (DC), hermano de Manuel, quién es actual director de Corpesca. Las olas chocan agitando ese mar que tranquilo nos baña. A los lejos, en el horizonte, se divisa una posible explicación: la Ley 19.884 de Financiamiento de Campaña que permite donaciones de privados a candidatos, pero que prohíbe dar nombres. ¿Quiénes financian las campañas de nuestros políticos “de oposición”?