Entonces si no cambiamos la Constitución Política difícilmente vamos a lograr cambiar nuestro modelo de desarrollo y nuestro sistema económico, que es el que mantiene y perpetúa las desigualdades en nuestro país a través de la posibilidad de mantener y concentrar el poder por parte de unos pocos en distintas dimensiones.
Si no cambiamos la Constitución no vamos a resolver lo que muchos candidatos han dicho que quieren combatir pero que cuesta que digan, concretamente, cómo. Y eso son las relaciones de poder que se gestan en nuestra sociedad.
Independientemente de los mecanismos, creo que sin lugar a duda acá la mayoría está porque sea lo más democrático, participativo y que sea el pueblo el que se exprese con soberanía. Pero independientemente si eso se ratifica en un plebiscito o si es un proceso constituyente de dos, tres, cuatro, cinco o seis años, lo más importante es que tengamos el horizonte claro que es cambiar por completo esta Constitución. Y que podamos instaurar una Constitución verdaderamente humanista, democrática, que logre modificar estructuralmente las abusivas relaciones sociales y políticas que se han gestado a propósito del modelo neoliberal para construir un país soberano y una sociedad con verdadera justicia social y económica. Yo soy una convencida de que así como es importante el mecanismo, el cómo, también es importante el contenido, el fondo, que es importante el qué vamos a cambiar concretamente, y eso no lo podemos perder de vista. Ese es el debate más complejo y más necesario que debemos desarrollar en todo espacio, ahí radica la batalla de las ideas más trascendental de estos tiempos.