Todos escriben en las redes sociales “García Márquez” y esta vez no parece una impostura, como suele suceder cuando muere un escritor o un músico más o menos sofisticado. En este caso claro que es creíble: si se es latinoamericano y de esta época debe resultar mucho más difícil eludir al Gabo que encontrarlo.
Ha muerto el colega mayor, como Onetti, justo cuando en Chile empiezan a alzarse indignadas las banderas de la dignidad y la ética periodística, para una guerra civil necesaria. Ha muerto, pero los profesores seguirán diciendo en las escuelas que ya es un crimen titular noticias con “Crónica de una XXXX anunciada”, que a estas alturas otros lo han hecho miles de veces hasta convertirlo en un pecado. Algunos persistirán, a pesar de eso, en el cliché.
En un momento como éste, cada cual echará mano a sus recuerdos con García Márquez, pero habrá cosas en común, como una conversación entre amigos donde se coincidió en la conmoción vivida cuando se leyó por primera vez “Cien Años de Soledad”. Las estrategias que cada uno usó para retener los nombres de tanto personaje y la imposibilidad de parar. Yo me recuerdo encerrado en mi pieza de Ancud, en el verano del 98, mientras los jotes miraban a la ventana desde el techo de la casona del frente, esperando que me rindiera. Pudo más el coronel José Aureliano Buendía, hasta la frase final donde decía que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
A juzgar por los ejemplares vendidos, esto debió pasarle por lo menos a unos 30 millones de personas. Sin sumar que los libros también van (y que muchas veces no vienen). Y eso que estamos hablando de uno de sus libros más extensos: también ha vendido millones en sus obras de formato más corto, como Doce Cuentos Peregrinos y Crónica de una Muerte Anunciada.
Ha muerto y caemos en cuenta que en apenas cinco años la muerte se llevó a Mario Benedetti, Ernesto Sábato y Gabriel García Márquez. Hija de Puta. En fin. Ahora que el texto se termina, tomo los diez libros y ensayo devolverlos todos menos dos a la repisa donde estaban, cuando me doy cuenta de que falta El General en su Laberinto. Quizás donde estará. Si la muerte quiere llevarse al Gabo, no le va a alcanzar con lo que hizo hoy día.