En 2006, en menos de un año Belisario Velasco se integró al gobierno durante el primer mandato de la presidenta Michelle Bachelet. La promesa de un gobierno ciudadano y renovado duró hasta julio de 2006 cuando el ex ministro del interior de Aylwin y Frei firmó como secretario de Estado, nuevamente.
Más tarde se sumaron rostros no tan joviales como los ex ministros Perez Yoma, Bitar, Francisco Vidal y José Antonio Viera Gallo. La lozanía y la política post transición quedó en el papel cuando llegaron a La Moneda “los noventeros”, piezas fundamentales de la estructura y cimientos de la política de los acuerdos.
Tras una rejuvenecida llegada de la que había sido la presidenta de ONU Mujeres, el país se teñía de aires de cambio. Al parecer la candidata presidencial del Partido Socialista había vivido un proceso de sacudida, se quitó de encima los resabios de la transición. Un nuevo ciclo político para una ciudadanía empoderada, liderada por los Peñailillos, las Blanco y los independientes de “Tegualda”.
Pero la Asamblea Constituyente de Javiera Parada (hoy agregada cultural en EEUU), la reforma tributaria de Arenas, y la reforma educacional de Eyzaguirre hoy día están en cuestión y no por una oposición de derecha, sino que por los noventeros.
“Nunca pensé que íbamos a transformar el ministerio de educación en un gestor inmobiliario”, declaró el presidente de la DC. Esta frase ha causado un desorden al interior de la coalición de gobierno, donde sus mismos corregionarios han salido a manifestarse preocupados por los dichos de su líder.
“Este tipo de declaraciones no ayudan a la unidad de la Nueva Mayoría”, agregó Fulvio Rossi, pero la verdad es que pareciera que el ataque de Walker a la reforma educativa tiene que ver con el hecho de que precisamente su coalición, la Democracia Cristiana, ha tenido poca influencia en ella, a diferencia de los jóvenes de Revolución Democrática.
La reactivación de los sujetos conocidos por haber conformado el bloque de contención, la conducción entre empresarios y políticos, reaparecen de manera esporádica y marginal, pero ahí están. La pregunta es: ¿Quiénes lograrán tomar la batuta de la conducción del país, la nueva camada bacheletista o se impondrán los hermanos mayores?
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