La secretaria de Estado fue clara al afirmar que «no está en la agenda laboral del gobierno la negociación colectiva inter-empresas», es decir, la negociación colectiva continuará acotada a la empresa y, por lo tanto, al sindicato de tipo empresa. Mientras se mantenga este anclaje, el poder de las organizaciones sindicales, al contrarío de aumentar que es, según el Programa, lo que buscaría la Reforma Laboral, lo que hará será disminuir y, con esto, la situación general de los trabajadores tenderá a precarizarse aún más.
Por otro lado, además, la ministra Blanco indicó que «una de las aristas que queremos incorporar fuertemente en la extensión de materias dentro de la negociación colectiva (hoy limitada a las remuneraciones) tiene que ver con temas de jornada laboral”. En Chile existe un mercado del trabajo altamente flexible, es decir, una consolidada “flexibilidad laboral externa” con predominio del suministro de personas y la subcontratación. A modo de ejemplo, en CODELCO, empresa del Estado y mayor productor de cobre del mundo, existen tres trabajadores subcontratados por cada un trabajador contratado de forma directa por la estatal.
A partir de las afirmaciones de la ministra el enfoque cambia. La flexibilidad, consolidada “fuera” de la empresa, en el mercado del trabajo, ahora comenzará a afianzarse al interior de las empresas. Si “incorporar materias dentro de la negociación colectiva” significa “negociar la flexibilidad al interior de cada empresa”, el futuro, para los trabajadores, no se torna para nada promisorio.
El trabajo, las relaciones laborales, son relaciones sociales que se define histórica, económica, cultural y políticamente. Por lo tanto y antes que todo, son relación de poder que se establecen entre aquellos que se apropian de la riqueza, los capitalistas, y aquellos que la producen, es decir, los trabajadores. La situación de estos últimos en ningún caso puede ser definida por referencia exclusiva a determinantes económicos o productivos, sino que debe abordarse como una relación de poder que se constituye en torno al trabajo.
Esta naturaleza de las relaciones laborales, José Piñera, ideólogo neoliberal que implementó y puso en marcha el Plan Laboral de 1979, institucionalidad jurídica en la que se sostiene el actual Código del Trabajo, la tuvo permanentemente presente. En su confesionario que lleva por título “La revolución laboral en Chile”, publicado en 1990, afirma que el llamado “Plan Laboral” no era otra cosa que un “Plan Sindical” y esto, básicamente, porque el esquema sindical tiene una profunda incidencia en el resto de la sociedad ya que influye en los patrones de conducta y en las expectativas de todos los trabajadores, de la fuerza de trabajo en general y no sólo de aquellos que están ocupados, puesto que la actividad sindical tiene implicaciones distributivas al interior de la fuerza de trabajo e influencias políticas frente al resto de la sociedad.
Javiera Blanco, con sus últimas declaraciones, pareciera tomar el testimonio de Piñera (¿la Concertación alguna vez lo soltó?) y actualizar, de forma un tanto más burda, su discurso.
“El cuarto pilar”, como se le denominó grandilocuentemente a la futura Reforma Laboral, pareciera no ser otra cosa que un up grade de las limitaciones jurídicas que se han implementado sobre los trabajadores desde fines de los 70 en el país, intentando delimitar y producir, institucionalmente, a las organizaciones sindicales en virtud de su debilitamiento. Esto, junto con la ejecución de otras políticas sobre la fuerza de trabajo, con el objetivo de controlar, gestionar, administrar, disciplinar y optimizar su uso –como se ha demostrado que funciona la flexibilidad laboral-, lo que buscan, permanentemente, es conformar y consolidar un cerco político-institucional que al mismo tiempo de aumentar las fuerzas de los trabajadores en términos productivos, disminuye, esas mismas fuerzas, en términos de obediencia política.
Los chicago boys de fines de los setenta así lo establecieron. Por las oficinas del poder burocrático, mientras la cartera del Trabajo le hace guiños al capital, aún hoy, reverbera el mantra neoliberal.
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Mauricio E. Muñoz Flores es Sociólogo. Magister en Sociología. Doctor (c) en Ciencia Social con Especialidad en Sociología por El Colegio de México.