La espontánea felicidad de los soldados terminó por contagiar a sus pares ingleses, quienes decidieron salir de sus trincheras para desearle una feliz navidad a los enemigos y hasta terminaron sumándose a las canciones. Los alemanes, por su parte, decidieron compartir sus guarniciones, alimentos, tabaco y regalos con los rivales. Sin embargo, la celebración no se detuvo ahí.
El episodio habría generado molestia al interior de los altos mandos de los respectivos ejércitos, que calificaron lo ocurrido como un “acto de indisciplina”. Lo simbólico del hecho incluso los llevó a ordenar intensos bombardeos en las próximas tres navidades, para evitar su repetición a futuro. Mientras, algunos señalan que el encuentro se terminó por multiplicar en todos los frentes de Europa, evidenciando la frialdad de los oficiales y el desinterés de los soldados por continuar con los enfrentamientos.
Los altos mandos, no obstante, prohibieron cualquier tipo de acercamiento con el enemigo tras el partido de fútbol y hasta se habrían llevado a cabo ejecuciones para castigar a quienes participaron de la tregua. Durante meses, la correspondencia de los soldados fue confiscada y las autoridades intentaron ocultar el tema, aunque una portada del Daily Mirror consignó el hecho con una fotografía de ingleses y alemanes posando juntos. En sus 100 años, el partido de fútbol todavía es recordado en Europa como uno de los episodios más fraternos ocurridos en medio de la guerra.