La U caía 1-0 frente al equipo ecuatoriano cuando una decena de bengalas se encendieron al ritmo de los cantos de El Bulla. Durante el partido, además, un bombo era utilizado por la hinchada en un acto de astucia y desafío hacia el plan Estadio Seguro, cuyas cláusulas prohíben el ingreso de bombos a los estadios chilenos, aunque la Conmebol -organizadora de la Copa Libertadores- no contempla aquello entre sus restricciones.
Las bengalas y los fuegos artificiales, sin embargo, sí podrían llevar al Romántico Viajero a un duro castigo. Hasta ahora, las señales de la Conmebol apuntan al rechazo total de dichas prácticas. Por ejemplo, los equipos Alianza Lima (Perú) y Nacional de Uruguay tuvieron que iniciar su participación en la Copa Libertadores ejerciendo su localía sin púbico, mismo castigo que tendrá que cumplir San Lorenzo (Argentina) en ese debut por los mismos motivos.
Las críticas a la hinchada no se han hecho esperar. Delincuentes, hinchas de su hinchada, inconscientes y otros epítetos han pasado a describir a los seguidores de la U por haber cometido una falta que podría pagar duramente el equipo. Pero, hasta ahora, pocos medios se han motivado a examinar las razones de fondo tras la acción de los hinchas, acusados de perjudicar al equipo de sus amores.
Durante la semana pasada, una serie de colectivos y agrupaciones de hinchas azules discutieron el tema internamente. Desde hace años, entre los seguidores de la U ha crecido el descontento hacia la dirección ejercida por Azul Azul, la represión de la policía y el rechazo hacia el plan Estadio Seguro. En este contexto, las relaciones entre hinchas y dirigentes parece estar más tensa que nunca.
La diversidad de opiniones se evidenció a través de las redes sociales. A través de un comentario en su cuenta de Facebook, la Asociación Hinchas Azules señaló: «Aun arriesgando castigos, ayer ha quedado demostrado que lo que las elites llaman violencia solo lo es en su retorcido discurso. Ningún incidente ha sido registrado. Los castigos y la represión conjunta de Conmebol, Estadio Seguro y Azul Azul solo demuestran lo absolutamente imposibilitados que están para generar diálogo, lo alejados que están de las cotidianeidades de carne y hueso que vivimos los hinchas de la “U”.
La lucha de los hinchas por volver a vivir la fiesta del fútbol se radicaliza, pero a su vez plantea relaciones cada vez más complejas entre los empresarios al mando de la U y los seguidores de sus colores. «Camarada: ¡abre los ojos! el delincuente no es el que está a tu lado semana a semana en la galería o en andes, el delincuente es el que nos robó lo que más queremos; nuestra U. El delincuente está en marquesina, regocijándose entre millones de pesos, disfrutando cómo los llamados a recuperar el club se dividen en búsqueda del responsable de aquellos actos de rebeldía que al único que afectan es a la concesionaria y al sucio negocio del fútbol de mercado», señalaron por su parte los miembros de Radio El No Oficial, uno de los medios independientes de hinchas azules.
Los barristas también hablaron. Hace unas horas, Los de Abajo publicaron un comunicado donde reivindican la acción ocurrida la semana pasada en el Estadio Nacional y exponen sus argumentos. Según los miembros de la barra, desde el comienzo del Plan Estadio Seguro, han mostrado públicamente sus razones y han intentado dialogar para lograr el retorno de lo que llaman «la fiesta del fútbol». Sin embargo, aseguraron que los dirigentes han respondido aplicando el «derecho de admisión» que mantiene a numerosos hinchas alejados del estadio.
Además, los barristas señalaron que «una reflexión seria por parte de las autoridades debería indicar que el Plan Estadio Seguro como ensayo de una política pública de seguridad ha fracasado escandalosamente» y advirtieron que no tendrán «reparo alguno en seguir demostrando que la fiesta es algo que hacemos cuando queremos».
Durante la semana, las publicaciones de otros colectivos de barras de hinchas azules desafiaban la campaña de Azul Azul dirigida a los hinchas: «No pongas en riesgo a la U«, señalaba la concesionaria, utilizando a diversas figuras del equipo en sus mensajes. Los de Abajo respondían: «Hoy se arriesga un castigo de cinco partidos sin público en partidos internacionales, nosotros hemos estado ocho años sin club. Algunos van al estadio por una copa, nosotros por una institución fundada hace casi 88 años. Si hoy se desata un infierno, queremos que la Sociedad Anónima arda con nosotros».
Atención, hinchas
Hoy, posibles sanciones económicas y futbolísticas condimentan la discusión que divide, inevitablemente, a los hinchas azules. Por un lado, con sectores de la hinchada cansados de la represión y los malos tratos que deben recibir en cada visita al estadio, en el contexto de la profunda desazón que existe entre los seguidores del Bulla por la dirección que la concesionaria realiza de la mano del club que, como dicen, ya no les pertenece. Por otro lado, en tanto, están los seguidores de la U que acusan a los barristas de perjudicar al equipo o rechazan las consecuencias de una lucha que complica aún más el difícil momento futbolístico que atraviesa el equipo. Hasta el momento, el mayor perjudicado es precisamente Azul Azul, expuesto a sanciones económicas y a la baja en el mercado del valor las acciones del club, entre otros problemas.
Con argumentos de lado y lado, lo importante es situar lo ocurrido en un contexto político que permita ver más allá de la violencia injustificada que exhiben los canales de televisión. Como suele ocurrir, los medios han adoptado un discurso en defensa de los intereses de las Sociedades Anónimas y del Plan Estadio Seguro que, hasta ahora, poco ha ofrecido respecto de la versión de los barristas e hinchas azules. Y, ojo, más que hinchas azules: en el último partido de Colo Colo, la Garra Blanca también advirtió: «Sin fiesta no hay Copa América«. Sin duda, una discusión que tendrá nuevos condimentos a medida que se acerque el inicio del torneo en nuestro país y que invita a los hinchas a pensar y discutir más allá de los triunfos o derrotas futbolísticos de sus respectivos equipos: la historia y el presente siguen demostrando que el fútbol es mucho más que eso.