Me importa un pepino la Nueva Mayoría, que se vayan presos todos los que deban irse. Me interesa que, si estamos en un proceso de reformas, que continúe, que se refuerce, que lo arropemos porque en eso estamos ahora y hay que empujarlo y punto. Alguien dijo el 2012 que el sistema político chileno se estaba cayendo en pedazos y no daba para más. Bachelet y la credibilidad de la gente depositada en ella era lo único que lo mantenía colgando de ese clavo en la pared. Hoy, ese clavo está en entredicho. Ni por un momento se me cruza por la cabeza que haya estado involucrada en la estafa CAVAL, pero sí fue incapaz de leer el ambiente político del país y demoró en dar respuesta, y cuando la dio fue tibia. El pueblo está con ánimo de revuelta, está tan choreado que quiere linchamientos, nada menos; ella pensó que con pedir la renuncia y dar una tibia declaración dos semanas después iba a quedar todo saneado. Fue incapaz de leer el ambiente político de revuelta en que estamos. Su distancia de la gente, que fue su gran atributo el 2006, le está jugando una mala pasada. Se ve en una torre de marfil, alejada, funcionaria, con poca chispa.
No me importa a estas alturas lo que ocurra con su «legado político», como se le da en llamar, me interesan las reformas. Y si no es capaz de seguir siendo ese clavo enterrado en la austeridad y la probidad que sostiene a la bolsa de gatos que es la política chilena, todo se va a ir a la cresta. Si ese caso SQM no es investigado como corresponde, todo se va a ir a la cresta. Me importa un pepino, como a todos, lo que les pase, quiero verlos inmolarse si es necesario en este momento histórico como otros lo hicieron, que se entreguen a la justicia, que asuman sus responsabilidades, que renuncien si eso ayuda, que entreguen información, que denuncien y testifiquen, que se comporten como hombres, como mujeres, en este momento clave. Que el barco se hunda quizá sea hasta bueno, pero nadie quiere verlos aferrados a un tablón, queremos verlos peleando hasta el final, saltando al abordaje, enfrentando las balas. Les llegó el momento histórico de comportarse a la altura, tatuarse el ejemplo de quienes murieron antes que jugar con la lealtad del pueblo, pero todos sospechamos que no lo van a hacer.
Si, hay pena y tristeza en este análisis.