En 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió un informe que ubica al consumo nocivo del alcohol entre los denominadores comunes del cáncer, patologías cardiovasculares, diabetes
Desde hace décadas, Chile marca tristes récords al respecto. Hoy, todavía figura entre los países con mayor prevalencia en consumo de tabaco en mayores de 15 años (con un 37,7%) y en el primer lugar del continente en el consumo de alcohol per cápita, con 10,3 litros promedio al año.
En la presentación del informe reciente, Ángel Gurría, secretario general de la Ocde aseguró que el alcohol mata a más personas en el mundo que el sida, la violencia y la tuberculosis juntas. En el planeta, su uso excesivo ya se ha posicionado como la quinta causa de muerte y discapacidad. Sin embargo, en Chile, estas cifras suelen ser abordadas desde el humor y la caricatura, mientras las prohibiciones y las políticas públicas siguen condenando a sustancias menos nocivas calificadas como ilícitas.
A las autoridades del Senda no les cayó en gracia el último informe de la Ocde. Su directora, Lidia Amarales, salió rápidamente a aclarar el escenario, asegurando que no ha aumentado la cantidad de gente que bebe alcohol y que la prevalencia en general viene disminuyendo.
«El informe de la Ocde no es veraz, en el sentido de consumo de litros per cápita o prevalencia en la población adulta se ha estabilizado. Si retrocedemos 10 o 20 años atrás, hay una disminución en ambas cifras. Los estudios indican que la prevalencia mes de consumo en el año 2002 era de 59,6% en la población general y ahora estamos en 40,8%. Entre el 2010 y 2012 han estado bastante estabilizadas las prevalencias con un 40,5 y 40,8%», aseguró.
Más tarde, sin embargo, Amarales recalcó que las cifras siguen siendo altas y el consumo «es un problema en Chile». De hecho, es una tendencia en cerca del 60% de los jóvenes y en esa dirección apuntan las políticas públicas. «Estamos haciendo un trabajo con los adolescentes y con los barman para que la cantidad de los tragos sea con menos calidad de alcohol sobre todo cuando se trata de jóvenes», contó la directora del Senda.
Hasta ahora, sin embargo, los esfuerzos del Estado han sido insuficientes. Los estudios indican que las borracheras juveniles han aumentado hasta convertirse en un problema de salud pública y un reciente informe sobre el consumo riesgoso de alcohol en Chile, producido por el Centro de Políticas Públicas UC, informó que 29 personas mueren cada día a causa del alcohol, lo que representa un 11% de la mortalidad total del país.
En opinión de Rodrigo Goycolea, Máster en Drogodependencia de la Universidad de Barcelona y docente de la Universidad Central, los bebedores en Chile se especializan en destilados como el ron, pisco o vodka, precisamente las sustancias con mayores grados de alcohol. «Somos un país de mucho consumo de alcohol, somos productores de alcohol y los precios son bajos. Si uno revisa los estudios publicados por Senda desde 1970 en adelante, el consumo ha ido a la baja. Pero eso no nos hace estar posicionados en un buen lugar como para decir que el consumo es apropiado en Chile, aún falta mucho por trabajar».
Para el especialista, es necesario diferenciar el consumo ocasional del consumo problemático. En su opinión, la mayoría de los chilenos consume alcohol responsablemente, pero el consumo problemático evidencia otras conductas de riesgo que pueden causar consecuencias irreversibles. Su efecto se acumula a través de los años y son el abuso y la dependencia los primeros signos de que algo anda mal.
La necesidad de un giro en la prevención
«Son varias medidas, partiendo por subir los impuestos y una educación en nivel básico y medio que no se desarrolle desde el miedo, sino que desde el aprendizaje. El foco de la prevención debe cambiar y la comunicación familiar también es importante: conversar sobre cuál es su postura respecto al alcohol», declaró Goycolea.
Por ahora, añade el consumo es elevado porque su acceso es fácil y expedito. Además, no existe mayor consciencia sobre los daños que produce y la publicidad lo muestra cotidianamente como un asunto liviano y garantía de diversión. «No hay que demonizar el alcohol, pero la dependencia es un problema serio«, finaliza.