Para Diego Guzmán Farías, estudiante de Prevención de Riesgos
y Exequiel Borvarán Salinas, estudiante de Psicología, Valparaíso, Chile.
Con dolor, pena y esperanza.
Otoño de 2015.
Francisco Farías Mansilla[1]
Vivimos en sociedades adultocéntricas (también patriarcales, capitalistas, coloniales, sociedades organizadas en multidominios), que se construyen desde una cierta imagen de adultez, que posibilita el maltrato hacia nuestros jóvenes, lo que podemos observar al interior de las familias, escuelas/liceos, iglesias, trabajos, entre otros espacios; en la toma de decisiones, en las condiciones que generamos para su participación, en la forma que resolvemos nuestras diferencias, en definitiva, en el trato que construimos con ellos y ellas.
Denostamos sus producciones (contra) culturales, políticas y sociales, las leemos desde nuestros lentes adultocéntricos, esperando siempre tener la última palabra (“Palabra de Adulto”) y la razón al momento de dirimir conflictos entre generaciones. Escuchamos poco. Hablamos mucho. Subvaloramos sus Utopías, creemos que no saben, los pensamos binariamente entre la belleza del joven voluntario y la maldad del joven que se moviliza protestando por el derecho a la educación. Creemos que “La Juventud es una enfermedad que se pasa con el tiempo”.
Los Mundos Juveniles resisten la dominación Adultocéntrica. También la reproducen, porque sus prácticas poseen un carácter humano y social. En palabras de un amigo, son “pulentos y charchas” en el mismo movimiento.
El asesinato de los dos jóvenes en Valparaíso, se inscribe como socialmente legítimo, en la medida que hemos generado condiciones materiales y simbólicas para su producción. Hemos llegado a pensar la juventud como una condición deficitaria de nuestras sociedades. Si eres joven empobrecido, mujer, indígena; las posibilidades de constituirse como sujeto disminuyen considerablemente.
Lo ocurrido ayer, lejos de ser un accidente, una tragedia o una acto meramente individual, nos muestra una sociedad que se expresa en su conflictividad social con nuestros jóvenes. Nos habla que hay ciertos sujetos que merecen no existir (por ejemplo, la campaña radial de un programa que llamaba a “Pitiarte un Flayte” el año 2005, vinculando pobreza y delincuencia[2]), nos señala nuestras jerarquías sociales.
Así como el movimiento feminista y de mujeres, ha venido denunciado el carácter Patriarcal de nuestra sociedad, con la consigna ¡CUIDADO! EL MACHISMO MATA, necesitamos una consigna para denunciar la dominación Adultocéntrica en nuestras sociedades y co-construir alternativas dignas que posibiliten la constitución de sujetos jóvenes.
Urge hacernos cargo.
[*] Escribo con mucho dolor. Dolor social por la muerte del asesinato de dos jóvenes en la ciudad de Valparaíso, en el marco de una manifestación estudiantil por mejoras en el sistema educativo, el pasado Jueves 14 de Mayo de 2015.
[1] Trabajador Social, Estudiante Magíster en Ciencias Sociales, FACSO, U. de Chile. Núcleo de Juventudes.
[2] Radio Carolina eliminó polémica sección “Pitéate un Flayte” (Chile, 2005) http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20051116/pags/20051116151123.html