Muchos de los estudiantes que hoy se movilizan desde planteles privados advierten que han vivido directamente los efectos de la mercantilización de la educación. Además de estar endeudados con instituciones bancarias para poder estudiar, muchos soportan año tras año el creciente alza de aranceles que, en instituciones como la Universidad Andrés Bello, mantiene el costo de la carrera de Odontología en un monto cercano a los 7 millones de pesos al año.
Pero eso no es todo. La falta de democracia en las instituciones privadas ha limitado durante años la participación política de sus estudiantes, de la misma forma en que ha anulado también la voz de sus funcionarios y académicos. En este escenario de lógica neoliberal, el sujeto universitario se ha constituido tradicionalmente como un cliente, sin espacio para hacer valer su opinión sobre el futuro, financiamiento y rol de la institución, entre otros temas.
LA IRRUPCIÓN EN EL CONFECH
La Universidad Central, Diego Portales, Santo Tomás (en las sedes de Viña del Mar y Santiago), Alberto Hurtado, Andrés Bello (sede Viña del Mar), Pedro de Valdivia, Universidad Bernardo O’Higgins y Universidad de Viña del Mar, entre otros planteles privados no tradicionales, integran hoy el Confech y aportan a la hora de dar dirección a los lineamientos generales del movimiento estudiantil.
Detrás de la organización del quehacer y el discurso de los nuevos representantes de la educación superior privada se encuentran los colectivos políticos, de ya amplia presencia en algunos planteles tradicionales. Aunque aún están en desarrollo y expansión, es posible identificar a algunas de las organizaciones que se han involucrado en el sector privado. Por ejemplo, el Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), Izquierda Autónoma (IA), Juventudes Comunistas (JJCC), Unión Nacional Estudiantil (UNE) y otros colectivos con menos presencia, como Revolución Democrática (RD), Juventudes Guevaristas, Acción Liberal y el Pro.
LOS AUTONOMISTAS Y LA UNE. DE LA CONSOLIDACIÓN A LA DISPUTA
«Nosotros siempre estuvimos empujando para que el Confech lograse ampliar las espaldas del movimiento estudiantil, sobre todo considerando que en las universidades privadas se viven varias de las contradicciones de la educación de mercado», explica Andrés Fielbaum, ex presidente de la FECh y militante de Izquierda Autónoma.
La presencia del colectivo autonomista en las privadas se planteó con especial fuerza en el escenario capitalino durante el 2012, durante la toma de la Universidad Central, liderada en ese entonces por la militante Daniela López. Hoy, Izquierda Autónoma marca presencia en el sector privado con la presidencia de Nataly Campusano en la Federación de Estudiantes de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar.
Además, según su secretario general, Iñaki Martínez, la organización está en camino a consolidarse en la Universidad San Sebastián, llegando incluso a otros planteles inesperados, como la Universidad de Los Andes y la Andrés Bello.
«Cuesta generar lineamientos políticos y pensar el espacio porque uno tiene que enfrentarse a un sentido común distinto. Ahí existen culturas organizaciones diferentes, por ello hay que enfrentar niveles distintos de organización y otros imaginarios colectivos. En eso, sobre todo el 2015, se planteó en la UNE la prioridad de crecer en espacios de universidad privada, primero consolidándose, pero en lo posible también disputando», señala el dirigente.
EL FEL y LA JOTA: DOS REALIDADES DISTINTAS
«Uno podría ver lejana la irrupción en las privadas del movimiento estudiantil, pero desde el año pasado se empezó a trabajar en un documento programático que abarcara las problemáticas del sector privado. Hoy, el petitorio de la Confech contiene demandas del sector privado y ha permitido vincular las demandas locales«, explica.
En opinión de Yeomans, la irrupción de los colectivos en estos planteles es importante, porque sus estudiantes constituyen el sector más vulnerable y mayoritario del movimiento. «Es difícil hacer política en espacios donde no existe esa costumbre de discusiones, asambleas, donde los centros de estudiantes eran simples gestoras de eventos. Lo vemos con buenos ojos y creemos que eso ha permitido que se puedan involucrar otras organizaciones. En la UDP, por ejemplo, tienen presencia casi todas las organizaciones políticas que son parte del Confech. Las vocerías van validando esto que ha ido pasando hasta ahora«, acota.
En la presencia de las Juventudes Comunistas (JJCC) en las instituciones privadas hay otros factores a analizar. Desde antes del 2011, se constituían como uno de los pocos colectivos políticos con amplia presencia nacional, pero la expansión de otras organizaciones ha implicado una disputa importante de las fuerzas universitarias en todo Chile. Esto, sumado a los costos de su apoyo al gobierno de Michelle Bachelet, ha disminuido la potencia de la Jota al interior de algunas instituciones, pero no del todo: hoy, además de liderar la sede de Viña del Mar de la Universidad Santo Tomás, han irrumpido también en CFT’s e institutos profesionales como Inacap y Duoc UC.
«En su momento fuimos activos partícipes de levantar estos espacios. Este es un trabajo de hormiga, de construcción muy lenta, pero que hoy es necesaria para vincular a estos actores al debate educacional», comenta el encargado universitario de las JJCC, Felipe Droguett.
OTRAS TENDENCIAS Y LA ARREMETIDA DE LA OFESUP
Recientemente, además, irrumpió en la agenda la Organización de Federaciones de Estudiantes de Universidades Privadas (Ofesup), fortalecida por la participación de 16 planteles privados y hoy liderada por Mónica Salas, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Adolfo Ibáñez.
La Ofesup ha comenzado a ganar espacio de la mano de algunas vocerías disidentes, como la Universidad Católica y la Universidad de Talca, ambas de tendencia gremialista. Por ello, además, se evalúa la idea de ingresar a la Confech para hacer escuchar sus propuestas, lo que pondría en tensión al movimiento estudiantil.
La misma Confech, sin embargo, tal como consignó La Tercera, estableció un documento especificando los criterios necesarios para integrar la organización, señalando que “hay elementos particulares que la Confech debe tener en cuenta para incorporar de manera efectiva y convocante a las y los estudiantes de las universidades privadas a la lucha por nuestros derechos”.
Durante el pasado martes, la Ofesup fue recibida en su oficina por el Ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre,algo que generó molestia al interior de la Confech y fue interpretado como una señal confusa desde el Mineduc.
LOS DESAFÍOS EN LAS PRIVADAS
«La invitación que a veces nos hace el mundo político es a que uno se entienda como un actor netamente gremial y que tiene que defender su posición, por lo tanto, que el estudiante de universidad estatal defienda a los suyos y el de privada, lo mismo. Sin embargo, desde el 2011, se va comprendiendo que ese eje central de discusión tiene expresiones concretas y diferentes en cada tipo de universidad y que la raíz de los problemas es el mismo», recalcó Fielbaum.
El quehacer de la política universitaria del sector privado hoy se enfrenta a una gran disyuntiva: la discusión sobre el rol de sus respectivas instituciones y la idea de recibir financiamiento del Estado, tal como sugirió confusamente el ministro Eyzaguirre hace algunos días después de que Bachelet descartase la idea durante el pasado 21 de mayo.
Ante este debate, explica el secretario general de la UNE y presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Alberto Hurtado, «lo fundamental es ver que, si el Estado entrega recursos, se asignen nuevos criterios, como la necesidad de democracia. Esto implica dar mayores espacios de politización y participación política. Yo creo que democratizar una universidad es definirle un nuevo rol. El estudiante hoy es espectador, recibe el producto del conocimiento, pero si le otorgas mayor democracia, se configura y construye un nuevo sujeto en la universidad«.
El sector universitario del movimiento estudiantil, organizado en la Confech, ha tenido que incorporar demandas a su petitorio y diversificar su composición social y política. Las transformaciones aún están por desarrollarse, en paralelo a la batalla que el movimiento tendrá que librar durante la discusión de la reforma educacional. Por ahora, acota Droguett, «uno de los principales desafíos de las universidades privadas es aprender a convivir con una orientación en común».