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Cura de Tirúa: «Me opongo a penalizar a las mujeres que abortan; eso es castigar la pobreza»

Por: Greta di Girolamo | Publicado: 23.03.2016
En entrevista con eldesconcierto.cl, el sacerdote jesuita Carlos Bresciani apoya la despenalización del aborto en tres causales, apoya la Asamblea Constituyente y critica la creciente militarización en zonas mapuche desde la llegada del ministro del Interior Jorge Burgos, cuya gestión tilda de «desastre».

Hace 11 años que el sacerdote jesuita Carlos Bresciani (43) vive en Tirúa, Provincia de Arauco, Región del Bío Bío, donde ayuda a familias campesinas chilenas y mapuche a superar la pobreza en la que viven. Desde ahí nos cuenta lo que ha observado del conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado de Chile, la necesidad de llevar a cabo una Asamblea Constituyente que incluya a los pueblos indígenas en la nueva constitución y también del aborto.

«Preferiría que nadie abortara y que acompañemos a la persona en este proceso para que tenga el hijo a pesar del trauma. Pero de ahí a penalizarlo… eso es poner una pistola en la cabeza. Me opongo a penalizar a mujeres que abortan, creo que en el fondo eso es castigar la pobreza»

– ¿Una mujer violada que aborta debería ser penalizada?

– No. Ciertamente me opongo a penalizar a mujeres que abortan, creo que en el fondo eso es castigar la pobreza. El Estado tiene que movilizar a la sociedad a hacernos cargo de situaciones que producen el aborto, ponerle las mismas ganas a eso que a sacar la ley de aborto.

– ¿Estás de acuerdo con la despenalización de la interrupción del embarazo en tres causales entonces?

– Yo preferiría que nadie abortara y que acompañemos a la persona en este proceso para que tenga el hijo a pesar del trauma. Pero de ahí a penalizarlo… eso es poner una pistola en la cabeza. Uno no le puede poner una pistola en la cabeza a la gente. Estoy de acuerdo con despenalizar.

– ¿Han recibido órdenes o recomendaciones de parte de la Iglesia? En varias iglesias se ven afiches con una imagen de un feto que dice «no al aborto».

– En términos de acompañamiento a la mujer, creo que sí. El mismo Obispo nuestro, Fernando Chomali, ha sacado recomendaciones. Apoyamos lo que los obispos nos proponen como guía, queremos cuidar la vida, en ese sentido «no al aborto» lo apoyamos, otra cosa es discutir los temas éticos. Yo no estoy de acuerdo con el aborto, otra cosa es la penalización de eso.

– Si bien el proyecto despenaliza, también genera un sistema de salud que permite su ejecución

– Puede ser la alternativa menos mala. No es lo mejor, pero, entre las mujeres que pierden la vida por hacerse un aborto ilegal, es lo menos malo por lo menos acompañarla y generar un espacio oficial en interrupción del embarazo donde incluso exista la opción de no interrumpir. Eso es imposible en las catacumbas, si se está escondido porque te van a pillar. Tienes que formalizarlo, sino, no tienes cómo abordarlo.

– ¿Cuál es la situación que viven las mujeres mapuche en este sentido?

– No tienen cómo elegir si hacen o no un aborto. En general la gente tiene sus niños. De que hay aborto, los hay. Algunos naturales, otros producidos porque hay que seguir trabajando. Pero otra cosa es que la mamá se haga cargo; cuando hay pobreza o violencia intrafamiliar uno ve que lo terminan entregando a algún pariente, abuelo, o abuela que se haga cargo.

– ¿Te parece que esta iniciativa ayuda a democratizar la situación que enfrentan las mujeres en estos tres casos?

Acorta las brechas, igual que la gratuidad en la educación.

Zona militarizada: «Burgos ha sido un desastre»

«Burgos no lo ha hecho muy bien. Ha tenido gestos horribles, en vez de apaciguar y generar encuentro genera más incendio. No puede ser que haya terminado pasando año nuevo en el fortín de fuerzas especiales en el sur. En el tema mapuche la gestión de Burgos es más policía y más represión. Ha sido un desastre si lo que quiere es generar puntos de encuentro»

Un informe presentado por el director general de Carabineros Bruno Villalobos el 17 de marzo ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados da cuenta del estado cada vez más militarizado que se vive en la Araucanía. Entre las respuestas de la institución ante los movimientos que reivindican sus tierras se encuentra protección directa a grandes forestales como Mininco, uso de armamento militar, drones y un despliegue de casi mil 400 efectivos.

– ¿A qué responde la envergadura de este despliegue de Carabineros?

– El informe está mediado por presiones políticas que den cuenta de lo que sucede acá. Estoy convencido de que responde a una política de Estado, de gobierno quizás. No les interesa solucionar el problema de fondo, la herida, sino solucionar problemas contingentes de cierta violencia que ellos denominan rural. De fondo está la presión de ciertos grupos de poder y económicos, como las empresas forestales, que quieren proteger sus interés y presionan para resguardarlos. Detrás hay una visión geopolítica económica de parte del gobierno que demarca territorios según su potencial. Aquí decidieron que sería forestal, con un desastre social y ambiental gigante, porque aparte todo es sin consultar.

Bresciani asegura que existe una presencia policial muy fuerte, que se pasean día y noche haciendo controles, lo que genera una sensación de miedo y tensión, «casi de guerra», constante en la población.  «Es como una política de Bush, de temor, generar fantasmas que dividen a la sociedad local, uno empieza a sospechar del otro. Responde a tratar de desmovilizar un movimiento social de reivindicación y recuperación de los territorios para proteger cierta estructura económica; donde están los fuertes policiales son en plenos predios forestales. Me parece algo bastante orquestado para justificar políticas más represivas», dice.

– ¿Es un estado de guerra?

– Aquí no hay guerra. Hay gente campesina, chilenos y mapuche, que quieren vivir dignamente. Pero mirado desde despliegue policial sí, parece que ven este territorio como si hubiera una especie de ejército subversivo. Ciertamente hay violencia política, como en todo movimiento social lo ha habido, pero desde la mirada del gobierno y la sociedad, porque es lo que nos venden, se mira el territorio como si hubiera una guerra. Nos instalan ese temor. El Gobierno tiene responsabilidad histórica y actual, como Iglesia le hemos dicho que sólo medidas judiciales y policiales en vez de solucionarlo lo va a radicalizar más.

– En ese sentido, ¿qué opinas de la gestión en La Araucanía del intendente Huenchumilla versus la de Jouanett?

– Huenchumilla al menos instaló el tema político al interior de una coalición y eso lo valoro. Instaló temas tabúes no políticamente correctos. Fue tan valiente que lo terminaron echando.

– ¿Y de Peñailillo versus Burgos?

– Burgos no lo ha hecho muy bien. Ha tenido gestos horribles, en vez de apaciguar y generar encuentro genera más incendio. No puede ser que haya terminado pasando año nuevo en el fortín de fuerzas especiales en el sur. Es un gesto que en medio de un conflicto no ayuda para nada. Burgos ha sido un desastre si lo que quiere es generar puntos de encuentro. Todas las políticas que ha tenido es póngale más carabineros; en el tema mapuche la gestión de Burgos es más policía y más represión. No le he escuchado ningún gesto en otro sentido. Peñailillo al menos hizo el intento de dialogar.

Sobre el proyecto que crea el Ministerio de asuntos indígenas, Bresciani se muestra escéptico.»La verdad no le tengo mucha fe. Es un buen intento para gestionar de mejor manera los recursos de Conadi, pero no soluciona la participación ni la representación. La oportunidad está en esta nueva constitución y la mejor forma es una Asamblea Constituyente», concluye el sacerdote.

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