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La última reunión política de Manuel Guerrero

Por: admingrs | Publicado: 29.03.2016
La última reunión política de Manuel Guerrero |
El 28 de marzo de 1985, Manuel Guerrero llegó hasta la sede de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (Agech) ubicada en Lord Cochrane, a tres cuadras de la Alameda. Allí, de manera intempestiva, se entera que ya cuando había caído la noche, otra sede de la organización, ubicada en Londres 75, había sido allanada por las fuerzas represivas de la dictadura.

El 28 de marzo de 1985, Manuel Guerrero llegó hasta la sede de la Asociación  Gremial de Educadores de Chile (Agech) ubicada en Lord Cochrane, a tres cuadras de la Alameda. Allí, de manera intempestiva, se entera que ya cuando había caído la noche, otra sede de la organización, ubicada en Londres 75, había sido allanada por las fuerzas represivas de la dictadura. El reconocido dirigente de los profesores alertó a sus colegas, entre ellos Darío Vásquez, por ese entonces presidente de la Zona Poniente de la Agech, quien se encontraba reunido con dirigentes de su territorio.

“Cerca de las 9 de la noche, irrumpió en la sala donde estábamos en la sede de Lord Cochrane Manuel  Guerrero, venía muy excitado, y nos dice que tenemos que desalojar la sede”, recuerda Vásquez,  miembro del Colegio de Profesores.

Entre los dirigentes que allí se encontraban, también estaba Jorge Pavez. Cuando se entera del allanamiento en la sede de Londres, donde funcionaba el área de Comunicaciones de la asociación, se dirigió junto con otros dirigentes a revisar el lugar. “Llegamos al local, que estaba muy oscuro. Entré y había dos personas apoyadas en un mesón, estaba todo roto y prácticamente lo habían desarmado todo. Les pedí que se identificaran y en eso ingresan rápidamente un grupo de cinco personas armadas, que nos golpearon y nos llevaron a una de las oficinas”, relata del momento.

Allí estuvo retenido pero se salvó de ser detenido. No así otros dirigentes, como Luis Traverso y varios otros profesores que fueron liberados al día siguiente. Pavez logró emprender el rumbo hacia la Alameda, donde se encontró con Guerrero, quien junto a Vásquez y otros dirigentes, se habían quedado cerrando la sede de Lord Cochrane.

Darío Vásquez recuerda: “Yo salí con Manuel hacia la Alameda, y ahí nos despedimos. Le dije, ‘Manuel, cuídate porque de los tres que estamos aquí, tú eres la pieza principal’. Fue la última vez lo vi”.

Jorge Pavez lo relató así: “Me lo encontré en la Alameda con Londres, justo cuando venía con un grupo de profesores a constatar la situación. Le comuniqué lo que había ocurrido y alcanzamos a denunciar estos hechos antes la comunidad nacional e internacional. Quedamos de poner un recurso de protección al otro día con la gente de la Vicaría de la Solidaridad. Cuando llegué al otro día, el 29, a la Vicaría, me entero de que Manuel Guerrero y José Manuel Parada, habían sido detenidos en las puertas del Latinoamericano de Integración y que además había sido baleado el profesor Leopoldo Muñoz, que intentó impedir el secuestro”.

El dirigente que salvó del Comando Conjunto y que decidió volver

Manuel Guerrero había tenido siempre dotes de líder. Junto con Darío Vásquez fueron a la Escuela Normal José Abelardo Núñez. Vásquez, una año mayor, recuerda que ya en ésa época daba cuenta del dirigente que llegaría a ser. “Más o menos a los 15 años llegó a ser el presidente de la federación de estudiantes de colegios normalistas. Era un líder de esa época”, detalla y lo recuerda como un gran orador.

Desde el Golpe de Estado, Guerrero tuvo que pasar a la clandestinidad, pero en 1976 fue detenido por miembros del Comando Conjunto. Desde junio hasta noviembre estuvo en varios de los centros de detención ilegales como Cuatro Álamos. El día 19 del mes 11 fue liberado partiendo al exilio, siendo el único sobreviviente de los secuestros y desapariciones que ejecutó dicho órgano represor. Tras vivir 6 años en Suecia, decidió retornar al país. Esa decisión la mantuvo hasta el fin de sus días.

De vuelta en el país, estaba colaborando estrechamente con la Vicaría de la Solidaridad en la investigación que estaba realizando José Manuel Parada, sociólogo que colaboraba con el importante organismo que hizo frente a la dictadura. Parada, por aquellos días de marzo del 85, estaba corroborando los antecedentes que había entregado a la Vicaría el ex agente del Comando Conjunto,  Andrés Valenzuela. Guerrero estaba siendo un testigo clave para ayudar a reconocer la estructura tras el aparato represivo. Y a ambos les costó caro.

Darío Vásquez recuerda que ese 28 de marzo de 1985, tras abandonar de improviso la reunión, que alcanzó a advertir a Guerrero de lo que podía sucederle. “Le recomendé que se fondeara, que se escondiera y no se fuera para su casa. Pero él igual fue a su casa y al otro día fue a trabajar como todos los días, era un tipo muy responsable«, relata.

Esa mañana del 29 de marzo, en el frontis del colegio Latinoamericano de Integración, fue detenido en un operativo a plena luz del día, perpetrado por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar), junto a José Manuel Parada, apoderado del establecimiento.

Tras un día de torturas, aparecieron sus cuerpos degollados en el camino a Quilicura, junto a Santiago Nattino.

Es lamentable, porque si hubiera tomado otra decisión (esconderse), posiblemente hoy sería un tremendo aporte a la lucha que se está dando por más justicia e igualdad en este país”, se lamenta Vásquez.

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