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Erika Olivera revela violaciones de su padrastro: «la única manera de justicia que me queda es contar la verdad»

Publicado: 02.07.2016

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En un artículo publicado hoy por Revista Sábado, la destacada maratonista reveló que fue sistemáticamente violada por su padrastro por más de una década, desde que tuvo 5 hasta que cumplió 17 años. La primera chilena en disputar cinco Juegos Olímpicos distintos estampó el 23 de junio una denuncia en contra de su padrastro, pastor evangélico y de quien lleva el apellido. «Le hago honor al apellido de un hombre que es lo peor que pudo haberme pasado en la vida», declara la deportista en el artículo, escrito por el periodista Rodrigo Fluxá.

Dos días después de ser designada para llevar la bandera nacional en los próximos juegos de Rio de Janeiro, Érika fue al cuartel de la PDI en Recoleta para estampar la denuncia, pese a que puede que los delitos estén prescritos. Según relata, a los 12 años le reveló las repetidas violaciones y abusos a su madre, pero luego por amenazas de Olivera le dijo que había mentido. Felipe, el cuarto hermano de Érika, declaró a la revista que «Fue difícil crecer así, viendo eso, porque todos nos dábamos cuenta. Él es mi papá, pero lo que hizo es lo que hizo: él se encerraba con la Érika y sabíamos lo que pasaba ahí, lo vimos. Éramos chicos, pero debimos hacer algo. Mi mamá fue siempre muy sumisa a él«.

También relató que, conforme fue creciendo, Olivera la chantajeaba con sus entrenamientos y competiciones. Érika Olivera recuerda que «más grande, cuando ya no podía forzarme físicamente tan fácil, comenzó a funcionar como un chantaje. Viví chantajeada mucho tiempo. Esto fue por 11 años, no había una semana que no pasara nada. Para ir a una carrera o salir a un entrenamiento, tenía que aceptar lo que él me decía: ¿quieres esto?: sabes lo que tienes que hacer. El hacía una señal con el dedo, indicándome lo que iba a pasar, lo que íbamos a tener que hacer. Si alguna vez ponía resistencia, no había plata para nada en la casa, no le pasaba plata a mi mamá. Vivía obligada», señaló. En enero de 1994, días después de cumplir los dieciocho años, Érika abandonó la casa de la familia en la población Carol Urzúa y no volvió nunca más.

Veinte años después, sus marcas como atleta de los 5.000, 10.000, medio maratón y maratón no han sido superadas por otra deportista chilena. Este año, luego de que su hermano se descompensara, la maratonista enfrentó a su padrastro: «Fue muy duro, pero nunca me quebré. Le tuve que preguntar cuatro veces que reconociera frente a sus hijos que me había violado. A la última dijo: Sí. A esa altura, era lo que necesitaba. Me fui. Afuera, mi hermano me preguntó: ¿Flaca, te hace bien esto? Yo le dije que sí. No he vuelto a ver a mi mamá desde entonces», contó. Previamente a poner la denuncia, Érika Olivera debió hablar con sus hijas y explicarles lo sucedido.

«He tenido que dar muchas entrevistas este año y en todas seguir mintiendo, repitiendo una historia que no es cierta, poniendo la cara. Dan ganas de decirle: hueón, no me pregunten más por mi familia No puedo hacer justicia con mis manos, tampoco judicialmente. La única manera de hacer justicia que me queda es contar la verdad. Los secretos pesan mucho», contó.

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