Hace solo unas semanas, la fábrica de Pepsico Argentina decidió cerrar la planta ubicada en la localidad de Florida, en Vicente López. Cerca de 600 empleados fueron despedidos y se enteraron, según el dirigente gremial Leandro Gómez, «con un cartel en la puerta de la fábrica Planta Florida que la empresa cesaba sus actividades momentáneamente».
“Con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de producción en otro establecimiento, y mientras da cumplimiento a instancias legales correspondientes ante el Ministerio de Trabajo, se comunica al personal que queda transitoriamente liberadode prestar servicios manteniendo el goce de haberes”, sentenciaba el comunicado de la empresa.
La noticia ha provocado una serie de manifestaciones en Buenos Aires. La más grave ocurrió el pasado 13 de julio, cuando un grupo de efectivos de la policía argentina reprimió con violencia a los trabajadores que resistían al desalojo de la planta de Pepsico, arrojando gas pimienta y gases lacrimógenos, además de realizar disparos con balas de goma en contra de los trabajadores despedidos.
El episodio de represión superó las fronteras y el actuar de la empresa es repudiado también por trabajadores chilenos: a través de redes sociales, circula un mensaje solidario que el Sindicato del Supermercado Cugat dejó justo en frente de una serie de productos Lays, en Temuco.
«No compre productos de una fábrica que dejó a 600 familias en la calle y mandó a reprimir a sus trabajadores. Todo nuestro apoyo a la lucha de los trabajadores de Pepsico en Buenos Aires, Argentina», consigna el aviso.