El abogado de la Universidad Católica y profesor de Derecho Natural, José Joaquín Ugarte, ya ha tenido columnas y cartas al director polémicas en el pasado. Un ejemplo es cuando se opuso al proyecto de Camila Vallejo para suprimir los saludos a cualquier divinidad para dar inicio a las sesiones del Congreso, asegurando que Dios es «una verdad de sentido común.
Estas mismas creencias lo llevaron a escribir una carta al director publicada hoy en El Mercurio sobre el proyecto de Ley de Identidad de Género -y particularmente de los tratamientos quirúrgicos para cambiar de genitales- titulada «el cambio de sexo es contrario al Derecho Natural».
En ella parte señalando: «El cambio de sexo a cualquier edad, y aunque sea con el consentimiento de quien a él se somete, es contrario a los preceptos primarios del Derecho Natural, e incluso a la Constitución Política de la República».
El profesor UC además señaló: «El transexualismo es una anomalía cuyas causas no se conocen bien. (…) Cualquiera sea la causa de la anomalía en referencia, ella no puede remediarse con tratamientos hormonales y quirúrgicos, por la sencilla razón de que el sexo no se puede cambiar: un varón sometido a estas mutaciones no es una mujer, y lo mismo vale para la mujer (…) La naturaleza es implacable en sus leyes».
Continuó comparando los tratamientos quirúrgicos a otras «mutilaciones» del cuerpo: «Los tratamientos llamados de cambio de sexo son contrarios al Derecho Natural primario por significar mutilación de parte del cuerpo y supresión de la función reproductiva, sin importar que el paciente consienta en ello, porque la integridad física, de las partes y funciones del cuerpo, no es un bien disponible para los hombres, como no lo es la vida. Es lo mismo que si una ley autorizara, a quienes lo quisieran, a hacerse sacar los ojos».
El abogado finalizó con una cita a Cicerón: «No podrían con verdad llamarse preceptos de médicos, si ignorantes e imperitos han recetado como saludables cosas mortíferas, no ley en un pueblo aquella que haya sido de cualquier manera, incluso si el pueblo ha aceptado algo pernicioso».