Nuevamente el ministro de Educación, Gerardo Varela, fue traicionado por sus palabras. Primero, cuando trató de «campeones» a sus hijos por la cantidad de condones que debía comprarle habitualmente.
Ahora, en la Cámara de Diputados, se refirió a la contingencia que tiene a diversos establecimientos educacionales, tanto de educación secundaria y superior, movilizados con causas y luchas feministas.
Ante esto, Varela aseguró que una de sus asesoras tiene la experiencia de «esas pequeñas humillaciones y discriminaciones, que son las que estamos llamados a solucionar».
Palabras que no caen para nada bien entre las dirigentas y voceras de los colectivos feministas, sobre todo porque hoy se desarrolló otra marcha por una educación no sexista.