El astrónomo y físico chileno, José Maza, que suele ir un par de pasos más adelante que el resto de la población, habló sobre el futuro posible de los viajes a Marte y cómo debe ser la conformación del equipo de quienes emprendan la misión.
«Por lo menos la mitad de la tripulación tienen que ser mujeres», apuntó el académico en conversación con Tele13 Radio en el marco de la presentación de su libro «Marte: La próxima frontera», en el que detalla cómo sería el despegue de la Tierra el viaje en el espacio, la llegada e incluso cómo poder vivir en el planeta.
Para Maza, que el grupo sea representativo de la población a diferencia de cómo ha sido históricamente, permitiría que «las niñas pueden pensar en ser astronautas e irse a Marte».
En este contexto que hizo una apuesta a la que hay que tomarle la palabra. En 5 mil años más, «seguro que habrá gente viviendo en Marte. Se puede vivir en Marte, es difícil, pero es un desafío muy bonito«, indicó.
En la misma línea, añadió que «la gracia de ir a Marte y proponerse ir, es que aun no se puede así como así, porque hay que solucionar todos los problemas del mundo para eso».
Junto con los peligros de la radiación, la atmósfera del planeta que es diferente al nuestro, también se debe considerar que «en el camino uno va a estar flotando dentro de la nave, esto trae muchos problemas fisiológicos».
En tanto que sobre quiénes deberían ser los primeros colonos, porque sí, Maza proyecta no sólo dónde deberíamos vivir (bajo la corteza del planeta), cuáles son las profesiones de mayor utilidad en una primera instancia: ingenieros, geólogos, ingenieros químicos y mecánicos, quienes tendrán la responsabilidad de vivir en las naves para ir creando especies de módulos personales donde de apoco se vayan asentando para la posibilidad de que lleguen más terrestres.
Estas proyecciones del astrónomo son de aun mayor interés, luego de la confirmación del descubrimiento de que la sonda europea ‘Mars Express’ develara una masa de agua salada de 20 kilómetros de largo en el polo sur de Marte. ¿Y cómo se pudo saber? Gracias a un instrumento a abordo de la nave el que envía señales de radio a la superficie del planeta. Al rebotar en las diferentes capas de terreno, se puede saber la composición del suelo dependiendo de la intensidad con la que regresan.