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Revelan que espías de Australia colaboraron con la CIA para sacar a Allende del poder

Por: El Desconcierto | Publicado: 10.09.2021
Revelan que espías de Australia colaboraron con la CIA para sacar a Allende del poder Salvador Allende (referencial). | Agencia Uno
Los documentos, pese a contener grandes partes censuradas por el gobierno australiano, confirman detalles de las operaciones encubiertas del país en Chile, y su rol en el golpe de Estado de 1973. De momento, un tribunal de Australia se encuentra deliberando respecto a liberar o no los archivos nuevamente, pero con menos censura.

En una nueva conmemoración del 11 de septiembre de 1973, cuando el gobierno de Salvador Allende fue derrocado por un golpe de Estado orquestado por las Fuerzas Armadas, el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) publicó una serie de documentos nunca antes vistos, que dan cuenta del rol que jugó Australia en el inicio de la dictadura.

Según estos documentos, en el año 1971, el Servicio de Inteligencia Secreto de Australia (ASIS), abrió en Santiago una oficina secreta, por solicitud de la CIA, para realizar “operaciones de espionaje clandestinas”, en una muestra “del esfuerzo multinacional para desestabilizar al gobierno” de la Unidad Popular, señala la NSA.

A 48 años del golpe de Estado, los escritos revelan que los oficiales de la ASIS obtuvieron la aprobación del ministro de Relaciones Exteriores de EE.UU., William McMahon (Partido Liberal), en diciembre de 1970, para abrir dicha oficina.

Meses después, la ASIS envió a sus agentes a Chile, junto con equipo especializado, para organizar la estación. “[Borrado]Se informa que nuestra caja fuerte y máquina de escribir de la Estación llegará a Valparaíso aproximadamente el 11 de septiembre y será entregada dentro de una semana”, se lee en uno de los documentos.

Sin embargo, después de 18 meses de operaciones que dan la impresión de haber involucrado a “varios” chilenos en Santiago reclutados por la CIA, en la primavera de 1973 el nuevo Primer ministro del Partido Laborista (Reino Unido), Gough Whitlam, le dio la orden al director de la ASIS de cerrar las “operaciones” en Chile.

Según la NSA, Whitlam se sentía “intranquilo” respecto a que Australia se viera envuelta en los hechos, porque de hacerse pública su presencia en el país, “encontraría muy difícil justificarla”, de acuerdo a uno de los documentos desclasificados, que revela una conversación escrita por el entonces Director General de la ASIS, William Robertson.

“El Primer ministro dijo”, de acuerdo con otro memo descubierto, que “estaba muy consciente de la importancia de esta [operación] para los americanos, y muy preocupado de que ellos no pensaran que esta decisión haya sido por ser anti-americanos… Él dijo que estaba bastante preocupado de que los americanos no creyeran que él personalmente desaprobara de lo que están haciendo en Chile o que apoyara a Allende [borrado]”.

Así también, agrega que Whitlam “estaba bastante preocupado de que la CIA no interpretara esta decisión como un gesto hostil contra EE.UU. en general, o contra la CIA en particular”.

La liberación de los archivos fue gracias a una serie de peticiones de transparencia solicitadas por el Dr. Clinton Fernandes, un exanalista de inteligencia del Ejército australiano, quien ha presionado a su gobierno para que desclasifique archivos de seguridad nacional de las operaciones de la ASIS en Indonesia, Cambodia, y Chile.

“Muchos australianos tendrían derecho a expresar una preocupación legítima si ASIS fuera expuesto por haber cooperado con la CIA para derrocar al gobierno democráticamente elegido de Chile, dirigido por el presidente Salvador Allende”, arguyó Fernandes en mayo de 2021 al Tribunal Administrativo de Apelación australiano.

Archivos censurados

Y en una audiencia cerrada en el Tribunal, celebrada en junio, los oficiales del gobierno entregaron cientos de registros que fueron censurados al exanalista, relativos a la apertura, desarrollo y cierre de la estación de la ASIS en Santiago, entre 1970 y 1973. Como resultado de los esfuerzos de Fernandes, ahora la corte se debate sobre si obligar o no al gobierno australiano a volver a entregar los documentos, con menos censura.

En ese sentido, los archivos entregados no contienen muchas revelaciones sobre las operaciones encubiertas, la recopilación de información o las relaciones con la CIA en Chile, ya que las partes del texto alusivas a estas temáticas, están completamente censuradas.

La mayoría de los escritos repasan las banalidades del día a día que mantenían relación con la parte administrativa de la estación secreta, como dotarla de personal, de suministros de oficina, y asuntos relativos a su gestión. Entre otras cosas, dan cuenta de informes sobre gastos mensuales, hospedaje, métodos de comunicación, inspecciones de seguridad, y múltiples requerimientos para acceder a equipo como cajas fuertes, cámaras, papelería, y vehículos.

El gobierno de Australia mantiene el “secreto”

“Recomendamos [borrado] hacer un pedido para un alemán, repito un Volkswagen alemán, ‘escarabajo’… color gris claro o beige”, de un costo estimado de $1.800, decía uno de los escritos. “Debe tener en cuenta que este vehículo recibió una paliza”, señalaba la oficina en un mensaje dirigido a los cuarteles de la ASIS sobre un segundo vehículo, un Fiat 600. “El parabrisas se rompió y la carrocería se dañó en el transcurso de una pelea a pedradas entre facciones opuestas durante los disturbios en Santiago”, añade.

De todas formas, la NSA enfatiza en que los documentos, pese a contener información banal, confirman detalles de las operaciones encubiertas de Australia en Chile que han sido filtradas a la prensa, y que ya han sido mencionadas por exoficiales a lo largo de los años. Ya en octubre de 1974, el Sydney Morning Herald de la sureña ciudad australiana, publicó una nota corta titulada “Espías australianos ayudaron a la CIA a planificar la caída de Allende”, revelan.

Para Fernandes, “el gobierno australiano insiste en mantener esta información en secreto para evitar admitir ante la ciudadanía que ayudó a destruir la democracia chilena”. El exanalista, por su parte, sigue esperando que entreguen mayor información al respecto.

“El principal beneficiario de este secreto es el gobierno australiano, que disfruta de la seguridad de la rendición de cuentas democráticas, y de la importancia que brindaría un debate sólido y basado en pruebas, sobre cómo deben utilizarse los servicios de inteligencia. Pero,” agrega, “esto no se trata de seguridad nacional para nada”.

 

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