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Lorena Pizarro (PC) y los 50 años del golpe: «La herida es pisar la sangre de los muertos»

Por: Carolina Ceballos | Publicado: 21.06.2023
Lorena Pizarro (PC) y los 50 años del golpe: «La herida es pisar la sangre de los muertos» Lorena Pizzarro |
“Está más que demostrado en estos 50 años que no se puede avanzar nunca cuando un país no se hace cargo de su historia. Y sobre todo de una historia como esta, porque acá no estamos hablando de Fiestas Patrias, estamos hablando de dolores que laceraron la conciencia nacional”, asegura la expresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y actual diputada del PC.

Considerando que este 2023 se conmemoran 50 años del golpe de Estado, una voz válida para hablar de esta dolorosa efeméride para nuestro país es la de Lorena Pizarro, actual diputada del PC, hija de Waldo Pizarro Molina, extinto dirigente del partido de Apruebo Dignidad y detenido desaparecido. Además, es hija de Sola Sierra Henríquez, emblemática activista de derechos humanos y presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) entre 1977 y 1999, entidad que la actual parlamentaria lideró desde el 2003 al 2022.

Sus impresiones ante las cinco décadas del quebrantamiento de la democracia en que se tradujo el derrocamiento vía armada del Presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, Pizarro las comparte en entrevista con El Desconcierto.

¿Cómo enfrenta usted, a nivel personal, la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado?

Creo que es una fecha que nos marca a todos y todas. Quizás uno lo que más recuerda es, siendo tan niña, cómo se inició una vida de no entender lo que pasaba, pero sabiendo que pasaban cosas muy dolorosas y muy terribles. De mucha advertencia respecto de no decir quién era uno, de no saludar a compañeros y compañeras que uno conoció desde chico, de esa sensación de la distancia con mi papá y mi mamá, que tuvieron que protegerse, pero particularmente de balazos, de calles copadas por uniformados y de muchas situaciones que nunca debe vivir un niño. ‘Tírense al suelo que están disparando afuera’, allanamientos quizás recordar infancias que nunca debimos vivir en esas condiciones.

¿Cómo ve la actitud del gobierno de cara a esta histórica conmemoración?

Con una tardanza muy grande, creo que los 50 años nos tienen que replantear a todos por qué estamos conmemorando y para qué, creo que esa es una consulta que aún sigue ausente. Hay muchos que hablan que esto es mirar el pasado y que lo que necesitamos es avanzar. Creo que está más que demostrado en estos 50 años que no se puede avanzar nunca cuando un país no se hace cargo de su historia. Y sobre todo de una historia como esta, porque acá no estamos hablando de Fiestas Patrias, no estamos hablando de cosas así, estamos hablando de dolores que laceraron la conciencia nacional y que hirieron a la inmensa mayoría de la población trabajadora durante 17 años a partir del 11 de septiembre de 1973.

¿Qué anuncios específicos esperaría usted del gobierno en el contexto de esta dolorosa efeméride de nuestro país?

Yo creo que Chile necesita y, por lo tanto, este gobierno y otros antes, debieron hacer una Constitución democrática que estuviera cimentada en el ‘nunca más’. Y eso significa, en el ámbito legislativo, terminar con una serie de amarres que aseguraron la impunidad, como los 50 años de secreto de los violadores de derechos humanos, del nombre de los violadores de los derechos humanos, como el negacionismo que crece cada día, como el cierre de Punta Peuco y otras iniciativas legislativas que permitan construir sólidamente un Chile que termina con esta violación sistemática de los derechos humanos o el riesgo de aquello. Y también esperaría que se avanzara respecto de acciones en relación a las Fuerzas Armadas (FF.AA) y las policías. Y robustecer un Estado centrado en el respeto, defensa y promoción de los derechos humanos. Las Fuerzas Armadas y las policías siguen bajo la misma lógica y doctrina que permitió que se transformaran en verdaderas máquinas de matar, de torturar y traer dolor a la gente. Eso creo que aún no es un tema que se resuelve.

¿Cómo definiría usted la herida que implicó para el país el golpe de Estado y la dictadura de Pinochet?

Somos un país que está muy dañado, un país que tiene heridas tan profundas que creo que, ni siquiera los distintos intentos de borrarlo lo han podido hacer. La herida es instalar el autoritarismo como convivencia del país, la herida es entender una democracia que de democracia no tiene nada, la herida es pisar la sangre de los muertos, vivir en un país profundamente desigual donde la violencia que impone el sistema a la inmensa mayoría de la población la tiene absolutamente desprotegida, pero también desesperanzada. Es una herida que destruyó toda una historia de un país que con todo era capaz de vivir y convivir en la diferencia.

«El proceso constitucional ya no fue»

¿Qué siente usted cuando ve a figuras políticas como el consejero Luis Silva, reivindicando a Pinochet?

A diferencia de muchos, no me extraña. Siempre he dicho que prefiero que muestren la cara que tienen y no se pongan ese ropaje de demócratas que cada cierto tiempo ostentan y que, en la práctica, nos viene a demostrar que nunca han cambiado y que la derecha, salvo excepciones, creen que fue necesaria la violación de los derechos humanos, y creen que eso es una forma de resolver los conflictos. No me extraña, lo que sí me indigna es que no hayamos sido capaces de legislar para que acciones y pensamientos como este no se naturalicen, no queden en la impunidad los crímenes que se comenten.

En un año tan relevante y sensible para el país, ¿cómo ve el avance republicano en la política?, ¿cuánto daño podría hacerle al país esta tendencia?

Creo que lo primero es que lo de los republicanos, y ellos lo han dicho y lo saben, es circunstancial, es resultado de un populismo que abordó con mucha irresponsabilidad la situación de seguridad del país, de lo que hay que hacerse cargo, pero que ellos no tienen la solución. Y que finalmente, es el resultado de un Chile que se construyó lejos de la gente en beneficio de una élite. Y Chile sigue herido y dañado y absolutamente permeado por el modelo autoritario impuesto por el régimen dictatorial. Por lo tanto, me parece que ese es un espacio que vamos a disputar en la medida de que entendamos de una vez por todas que gobernar se hace con la gente, que gobernar significa dar participación y, sobre todo, generar espacios de organización a la gente para que el nunca más sea una realidad.

¿Tiene esperanzas en el nuevo proceso constituyente?, ¿qué espera de él?

Es un escenario muy complejo el que viene, va a depender de cuán organizada esté la gente para salir a decir con tanta fuerza durante el 18 de octubre. La nueva Constitución la perdimos en septiembre, estoy convencida también de que las demandas de octubre siguen pendientes y nosotros y nosotras tenemos que, de una vez, asumir que eso te tiene que pelear con y para la gente, para eso hay que estar con la gente, hay que gobernar para la gente. El proceso constitucional ya no fue. Lo que hay hoy es un maquillaje que hay que pelearlo para que contenga mínimos que permitan a la gente vivir mejor, pero lo cierto es que la lucha no termina ahí, nunca va a terminar ahí, porque mientras Chile siga bajo las lógicas autoritarias de la dictadura cívico militar, ni siquiera una Constitución va a poder cambiar la realidad de este país.

 

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