Denuncian demora de hasta cuatro meses entre diagnóstico y tratamiento GES por VIH

Leonardo Arenas, master en Sexología de la Universidad de Extremadura y autor del libro “Apuntes para una historia de la educación sexual en Chile”, es voz autorizada para hablar de la situación del VIH en Chile, donde las cifras han evidenciado una significativa baja.

Sin embargo, como él mismo lo releva, esto no implica que los esfuerzos para terminar con él no deban continuar.

Actualmente, en el mundo el reto es llegar al 2030 sin SIDA (estado provocado por el VIH), por lo que el 2014 se firmó un acuerdo de consolidar las metas 90-90-90 al 2020, esto es que el 90% de personas que viven con VIH lo sepan. El segundo pilar es que 90% de quienes viven con VIH se estuvieran tratando. Y el tercero, que 90% de quienes están en tratamiento, tengan carga viral inactiva, esto es que no transmitan el virus, detalla el experto.

Si 30% desconoce su condición, puede contagiar, recalca.

Las metas subieron a 95% para 2030, lo que implica erradicar el Sida, no terminarlo. Eliminar la enfermedad es muy complejo, explica, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) apela a este término abogando a que su presencia sea excepcional.

Quiebre de la estadística

Por otra parte, en Chile los migrantes con VIH se han incrementado, engrosando la estadística. En consecuencia, el 2014 hubo 4.080 casos, el 2017 estos suben a 5.816, y el peak llega el 2018, con 6.948 nuevos contagios.

«Si teníamos 30% de personas que no sabían, queríamos encontrarlas para controlarlas», asegura Arenas.

Llegado el 2019, la cifra empieza a bajar. De esta manera, ilustra, hoy la incidencia de VIH en la población es de 0,6% con 85% de hombres, por práctica homo y bisexual, lo que significa que la epidemia es acotada, no generalizada.

De hecho, está bajo 1% focalizada en hombres que tienen sexo con hombres, mientras que la proporción es de cinco hombres por una mujer.

¿Cuál es el escenario actual? Hoy en nuestro país hay cinco mil personas que viven con VIH y no lo saben, mientras que 78.170 fueron notificadas al 2023. «Esas son las personas que hay que buscar, seducirlas para que se hagan un examen», complementa Arenas.

Sin embargo, ha bajado la cantidad de personas que no conocían su diagnóstico, aunque es más difícil disminuir las cifras cuando son menores.

Considerando que el temor al VIH se redujo y la esperanza de vida ha subido, Arenas sincera su percepción de que, en general, los positivos al test, intuyen previamente su contagio.

Lentitud del sistema

Sobre el actual panorama, Arenas detalla que a diciembre de 2023 tenemos 4.795 nuevos casos, con 17 mil personas que viven con VIH sin saberlo. Para bajar el índice, el experto apuesta por indagar en las barreras del sistema, considerando que el diagnóstico lo tiene que certificar el Instituto de Salud Pública (ISP) y recién entonces se puede acceder a tratamiento gratuito vía GES.

De esta manera, si alguien es confirmado positivo en el consultorio, es derivado al hospital base, donde se el diagnóstico se confirma o descarta, mientras otra muestra se manda al ISP. Si esta entidad no certifica el contagio, no puede someterse a la terapia.

De hecho, cuenta, desde que la persona se testea y da positivo, pueden pasar dos meses, luego se mandan a hacer estudios, porque son ocho esquemas distintos de medicamentos. Así, desde el examen hasta el acceso al medicamento gratuito, pueden pasar cuatro meses.

Y si se es migrante irregular, es más complejo. Inscribirse en el sistema, es más difícil. El foco es cómo mejorar el segundo pilar, que quienes saben su condición, puedan tratarse, dice Arenas.

«Hay que reducir los tiempos desde que la persona sabe que tiene VIH y el acceso al tratamiento, tenemos un gran atochamiento», concluye.