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Wanderers – Colo Colo: El “simio” que usted critica es el hijo guacho que esta nación parió

Por: Pablo Álvarez Y. | Publicado: 09.12.2015
El fútbol es hoy el catalizador del descontento en las clases marginadas y tiene que tomarse con seriedad, dejando de lado los facilismos. Ni siquiera los países del primer mundo (como tanto los admira Claudio Bravo) han podido lidiar con esto.

Lo ocurrido en el cierre del campeonato de Apertura es el broche de oro para una sociedad que se encuentra en un pozo. En un pozo que se tapa con una alfombra y que, como una trampa, los hace caer a todos.

Lo que pasó ese domingo es el reflejo de una sociedad carente de educación, cultura y respeto.  Es el reflejo de un país que inculca valores de consumo exacerbado y de competición descarnada, los cuales mantienen a las personas sumidas en la soledad de la tecnología, el dolor de las drogas y el cinismo del culto a la imagen.

El “simio” que usted critica es el hijo “guacho” que esta nación parió y dejó a un lado. Es el que – como dijeron Los Prisioneros – patean piedras. Son las víctimas de un país que no apoyó a sus abuelos, ni a sus padres, ni a sus tíos, ni a nadie.  

Los “simios” están en todas partes: Los hay de Colo Colo, de la U, de Católica, de Cobreloa, de Wanderers, etc… Los “simios” se expresan en el fútbol, pero los criamos nosotros: Todos los chilenos que somos cómplices de las políticas exclusivas y denigrantes que nos tienen hundidos como sociedad. Políticas que no aseguran una salud básica adecuada, educación, transporte, vivienda ni jubilación.

Ellos reflejan en el fútbol la impotencia de no ser parte grata en nuestra cultura. En el fútbol, pueden ser lo que no son en sus vidas cotidianas: Protagonistas. Por noventa minutos, protagonistas de un instante, donde los pesares del diario vivir desaparecen.

Estadio Seguro, los políticos y empresarios, nunca van a velar por los “simios”, nunca van a querer su rehabilitación y, por el contrario, siempre van a aplicar medidas restrictivas para callarlos. Restringieron el bombo, las bengalas, las banderas, los lienzos… pero nunca pudieron restringir la violencia. Porque – tal como una suma básica – la represión solo genera más violencia.

Pero callarlos no van a poder, porque el fútbol tiene otras reglas que las autoridades no comprenden. Ellos ven los partidos en sus palcos, comiéndose un cóctel, mirando a las promotoras de turno y dejando su auto de lujo estacionado con la mejor seguridad del estadio.

Si ellos no saben cómo son los accesos a las tribunas populares, cómo muchas veces hay represión injustificada por parte de la policía, cómo la violencia interna dentro de esas mismas galerías toma sus máximas expresiones; entonces sus medidas restrictivas nunca representarán un trabajo serio para erradicar estas tragedias del fútbol.

Y si a las autoridades se les siguen ocurriendo ingeniosas ideas para reprimir sin pensar, entonces no va a pasar mucho tiempo para que la ira se masifique a todos los rincones del país; bares, calles, plazas.

El fútbol es hoy el catalizador del descontento en las clases marginadas y tiene que tomarse con seriedad, dejando de lado los facilismos. Ni siquiera los países del primer mundo (como tanto los admira Claudio Bravo) han podido lidiar con esto.

¿Antecedentes actuales de lo mencionado?

Grecia, 21 de noviembre; graves incidentes entre hinchas del Panathinaikos y el Olympiakos (tanto dentro como fuera del estadio) llevan a suspender el partido; Francia, 17 de febrero, aficionados del Chelsea impidieron a una persona de raza negra ingresar a un vagón del metro de París (cantándole «Somos racistas y así es que nos gusta ser»); España, 1 de diciembre de 2014, una batalla campal entre hinchas de Atlético de Madrid y Deportivo La Coruña deja a una persona muerta, la cual fue lanzada sin remordimientos al río Manzanares en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón.

Por eso el cuestionamiento es claro: Políticos, empresarios y autoridades ¿Cuándo van a sacarse la venda de los ojos? ¿Cuándo van a dejar de pensar en su propio beneficio y por una vez ponerse del lado de los desposeídos? ¿Cuándo van a trabajar de forma seria y responsable para tratar de darle una mejor calidad de vida a sus ciudadanos?

Por mientras Estadio Seguro, y la mayoría de sus profesionales con doctorados y magíster en universidades extranjeras, siguen pensando en cómo solucionar esto. Creo que dejándole la letra de una murga uruguaya, entenderían mucho más el por qué de la violencia en los estadios: «Mi vida es un infierno, mi padre es chorro, mi madre es puta, vos me mandás la yuta y yo te mando para el cajón» (La Violencia  – Agárrate Catalina).

(Revisa el video que el autor de esta columna grabó en plena batalla entre barristas de Wanderers y Colo Colo:)

Pablo Álvarez Y.