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Reflexiones de dos mujeres académicas mapuche en el día internacional de la mujer

Por: Carolina Poblete y Elisa Loncón | Publicado: 08.03.2016
Reflexiones de dos mujeres académicas mapuche en el día internacional de la mujer elisa y carolina |
Producto de la propia colonización, nacionalización y patriarcalización de la sociedad mapuche y chilena, en la historia de la mujer mapuche, se ha adormecido su reencuentro con lo lúdico. Estos desafíos son mayores, el descolonizarse, despratriarcalizarse, debe ser un debate al interior de las familias, al interior de cada uno de ustedes y nosotras, al interior de cada espacio donde haya al menos un mapuche. Hace falta volver a pensar sin miedo al pecado del cuerpo, sin temor a construir y tomar para esta nueva construcción todo aquello que un mapuche de hoy necesita para ser mapuche en el siglo XXI.

Con Carolina, profesora de educación física, conocida por su trabajo en la revitalización de los juegos ancestrales mapuche  y en especial del palin para todos los géneros; nos propusimos escribir como académicas mapuche, en el marco del Día Internacional de la Mujer. Escribir sobre nuestro trabajo desde múltiples perspectivas, como mujeres, como indígenas y desde la cultura en resistencia del cual somos parte; ello implica, hablar de una postura identitaria con un yo interior de origen comunitario, sin olvidar lo que somos ni de dónde venimos, orgullosamente mapuche;  quienes para ser escuchadas hemos tenido que romper el discursos colonial y patriarcal que invisibiliza a las mujeres en general y doblemente a la mujer indígena. Lo común entre nosotras además de ser profesoras de la USACH, es la experiencia de fortalecimiento identitario obtenida en la práctica de la cultura mapuche e indígena, de modo que nuestro aporte al conocimiento, pasa por el nivel de vinculo comunitario y la oportunidad de profundizar en la cultura ancestral, sea en los juegos, en la lengua, en el canto, en la cultura. También en el diálogo con la comunidad adoptiva, que es el espacio intercultural que generamos en nuestras clases con alumnos de otros orígenes, pero que se acercan a nosotras con respeto a nuestra cultura y pueblo. La experiencia nos dice que mientras más acercamiento a las raíces, más saberes, más especificidad, y mayor calidad de conocimiento aportamos a la academia y a nuestro pueblo; para que ello sea así,  la condición básica exigida es el respeto a nuestra cultura y a nosotras mismas.

Podemos decir que hemos abierto puertas y se nos ha escuchado en más de alguna oportunidad, a nivel internacional, nacional y comunitario; sin embargo la participación de la mujer indígena y su contribución en la producción del conocimiento es muy débil; hay una brecha enorme entre mujeres indígena y no indígenas en ámbito académico, y también brecha de género entre nuestro propio pueblo. Sobran dedos de la mano para contar las académicas indígenas en Chile, y son todavía menos las dedicadas a profundizar en el campo del conocimiento propio del mundo indígena, en la medicina, en la astronomía, las humanidades y en otros ámbitos. Las razones del porque ocurre esto son de carácter histórico, la mujer indígena que ha salido de su comunidad ha ocupado los empleos socialmente memorizados, como empleadas domésticas, secretarias, a lo mucho profesoras como nosotras.

En lo personal, en enero de 2016  fui invitada a la ONU,  Nueva York para participar de una mesa de trabajo de expertos indígenas en el tema de las lenguas originarias, fuimos cinco expertos convocados por el Foro Permanente Indígena, de diferentes latitudes (Rusia, Oceanía, Norte América, África, y Sud américa) cada uno de nosotros informó sobre el estado de nuestras lenguas y de las acciones que se llevan a cabo para evitar su extinción, identificando aquellas experiencia exitosa de revitalización lingüística como es el caso del hawaiano en Hawai, el maorí en Nueva Zelandia. En mi intervención expuse ampliamente la necesidad del reconocimiento de los Derechos Lingüísticos indígenas y del uso público y multifuncional de las lenguas; porque son las demandas emanadas de tres congresos de lenguas indígenas.

La instancia de las Naciones Unidas es un importante espacio de toma de decisión y de negociación que requiere de la intervención de expertos,  y en materia indígena, es mayor la necesidad porque los temas indígenas son menos desarrollados. Los gobiernos recogen las recomendaciones y finalmente deciden la política o medida a adoptar sobre un tema en cuestión. Para que el planteamiento indígena sea escuchado, el lobby debe ser fuerte y consistente; tarea que compete al Foro Permanente Indígena y a la dirigencia indígena que llega a la ONU. Me permití consultar quién representa a los pueblos indígenas de Chile y a sus organizaciones; se habló de dos personas, desconocían sus nombres, aunque se les ve en casi todas las reuniones; sin duda, podrían ser más; por ejemplo, los indígenas del norte asisten masivamente, pero en muestro caso no es así, y es casi nula participación de la mujer.

En el ámbito nacional, he contribuido en el desarrollo técnico de la educación intercultural bilingüe y en la promoción de los derechos lingüísticos; demandas sostenidas por los pueblos, educadores tradicionales, profesores, jóvenes estudiantes. A pesar del apoyo de base, las propuestas culturales y lingüísticas han tenido poco eco en la política nacional, se ha avanzado más en la recuperación de tierras que en la recuperación de la lengua por ejemplo; lo que constituye un riesgo, porque recuperar la tierra sin la lengua es perder el corazón del pueblo, porque en la lengua esta la identidad, los conocimientos y el sentimiento de orgullo por lo que somos. Se necesitan escuela, universidades, espacios de hegemonía cultural lingüística mapuche, para recuperar la lengua y desarrollarla sin dependencia del castellano. Porque en el mapuzugun se podría hablar de todas las materias, aunque se necesita la terminología nueva, actualizar el idioma, una escritura unifica, por lo menos. Esto demuestra que falta mucho todavía para que una académica indígena hablante de su lengua pueda impartir clases en lengua originaria en la universidad, pero sobre todos faltan los hablantes.

En lo comunitario,  estudiar significó dejar la comunidad y el trabajo académico se desarrolla fuera de la comunidad y en la ciudad. Este orden no debiera ser siempre así, porque debieran existir políticas investigativas de mejor convivencia con el mundo indígena y que fomenten la investigación, docencia de y en los temas indígenas, además un trabajo académico con vínculo comunitario. La comunidad indígena necesita del conocimiento reflexivo de sus propios miembros para superar las brechas hoy existentes en materia de conocimiento y sobre todo detener su extinción, como también detener la fuga de investigadores indígenas.

En este contexto, los indígena académicos estamos  enfrentados a una disyuntivas que cambiará para siempre nuestros mundos, o dejamos que la cultura dominante acabe con la nuestra, con nuestra lengua y conocimientos;  o nos transformamos en ser los primeros profundizar nuestra cultura, en aprender la lengua, escribirla y desarrollarla; fomentando con ello el orgullo de ser sujetos de nuestra historia y que generosamente la heredamos a las nuevas generaciones de nuestro pueblo.

La voz de la mujer mapuche en la academia: ¿dónde se escucha?

 Weluyu ñaña¡ kvme zugun!  «intercambiemos amiga»

Hace falta pensarnos desde la academia ñaña, porque es el espacio que hemos elegido para hacer florecer nuestras ideas y porque a consecuencia, creemos que es un espacio donde caben muchas verdades, o al menos así debiese ser. Iñche ta Carolina Poblete Gálvez pingen, Carolina Kvrvf pikenu tañi pu wenüy. Mapuchengen, de tercera generación, tañi nuke püle (por lado materno). Apellido mapuche (como algunos llaman) nielan (no tengo) se quedó hasta mi kuku (abuela materna) por el sistema patriarcal de identificación.  Tañi lof Pucón ka Curarrehue mew müley (mi familia está en Pucon y Curarrehue). Así tengo que explicar cada vez que ando caminos diferentes, esto de ser mapuche, es algo bastante agotador pero revelador cada vez que las personas, con mi historia, van entendiendo que a muchas generaciones de mapuche, aparte de prohibirles la lengua, se les enseñó que ser mapuche era algo poco conveniente, que debía dejar atrás y que si estuvieran emparentados con nombres huincas sería mejor, porque así se notaba la ascendencia. En mi caso no fue así, siempre he tenido conciencia de donde pertenezco, de la historia de mi familia materna que me llena de orgullo y me forja como persona en conjunto con la de mi padre por pertenecer a lo que los historiadores han denominado el bajo pueblo. No pertenezco a ninguna elite ni de las formadas acá ni las extranjeras soy una mujer mapuche por absoluta convicción de mis orígenes, porque ando los caminos de mis antepasados y porque broté de este territorio.

Me formé profesionalmente como profesora de una de las asignaturas más querida por los niños y niñas pero una de las menos consideradas por el colectivo pedagógico, la educación física, esa asignatura que en la educación chilena pareciese que sirviera solo para solucionar los temas de salud, dejando de lado la comprensión de lo corporal y en particular el rol del juego en la formación del ser humano. Fue en la universidad donde me formé inicialmente, donde estudié y conocí que los mapuche tenemos una riqueza cultural ligada a los juegos. Fue en ese lugar donde entendí que existía un conocimiento desplazado e invisibilizado por la sola idea de que el mapuche es un guerrero y que por lo tanto todo lo que hace desde lo corporal es para la guerra. Lo entendí así porque la academia carece de referencias propias de mapuche y porque en su mayoría explica el conocimiento a partir de la historia parcial registrada por personas no mapuche e intelectuales con miradas parciales.

Existe un aukantun kimvn (conocimiento de los juegos). La sociedad mapuche compleja, diversa y de gran riqueza cultural también desarrollo ideas y conceptos que dan cuenta que, a través del juego pu pichikeche (los niños y niñas) entienden su dimensión cultural y reconocen sus potencialidades corporales, intelectuales, emocionales y espirituales. Entendí esto luego de ocho años trabajando en asignaturas de pregrado donde enseñé Juegos mapuche, lo comprendí y amplié la mirada después (y aún sigo ese camino) de recorrer varios territorios del Wallmapu en búsqueda del juego mapuche vivo. Hoy mi trabajo en la Universidad de Santiago de Chile tiene por objetivo revitalizar y mixturar el conocimiento de las lúdicas en estos territorios. Existen los llamados juegos tradicionales, pero ¿sabemos a qué nos referimos? De  seguro les sonará a volantín y trompo, y entonces que pasa con los juegos de los pueblos que vivieron y viven en estos territorios antes de la llegada de estos juegos ¿acaso no son tradición? O tal vez ¿no pertenecen a la tradición las naciones creadas? Y si es así ¿por qué no se enseña el porque?. En mi trabajo como académica he desarrollado esta línea de investigación, primero para dimensionar el impacto que genera en los futuros profesionales universitarios el conocer y vivenciar prácticas lúdicas ancestrales, luego he trabajado investigando las opiniones de los agentes educativos en escuelas rurales y urbanas que han decidido abrir espacio a este conocimiento en sus aulas y posteriormente me encuentro investigando las formas en las que se revitaliza y da vida a estos juegos en el contexto actual del ser mapuche . Dado este trabajo he tenido la posibilidad ir contando en diversos países como Hondura, Guatemala, Colombia, Brasil, México y España la existencia y desafíos de la revitalización de este conocimiento ancestral y a su vez he conocido la existencia de otros juegos ancestrales y de sus propias luchas. Quisiera enfocarme en una de mis últimas experiencias internacionales en el tercer Congreso Panamericano de juegos y deportes autóctonos y tradicionales en la que participé como exponente de la temática, académica de la USACH y además como miembro de la asociación panamericana del mismo nombre. Además contaré mi participación en el primer mundial de juegos de los pueblos indígenas, ambas actividades llevadas a cabo en la cuidad de Palmas, Brasil el pasado mes de octubre 2015.

Ciertamente llevar la voz a esferas internacionales de lo que pasa con tu pueblo que vive en un país que no ha reconocido constitucionalmente su diversidad cultural es una gran responsabilidad, explicar por qué se ha invisibilizado tanto las prácticas corporales ancestrales en estos territorios es un desafío mayor. El congreso panamericano tiene este y otros desafíos mayores que resolver y destaco en ello la lucha por hacer entender al mundo entero que lo tradicional ha dejado de lado lo originario de los pueblos anteriores a la conformación de los estados naciones. Luego me pregunte ¿porque Brasil levanta un mundial de juegos indígenas? Y mi primera respuesta fue asociarlo a los eventos mundiales de fútbol y juegos olímpicos. Al llegar allá me di cuenta que eso solo fue el argumento para recibir apoyo del gobierno. El movimiento indígena por la revitalización de los juegos liderado por los hermanos Terena, se ha llevado a cabo desde la década de los ochenta, cuando Pelé fue Ministro, intentando visibilizar las prácticas de los cientos de pueblos indígenas existentes en todo Brasil. Más de 12 nacionales de juegos indígenas se han llevado a cabo desde el año 1996, momento en el que se reunieron distintos grupos indígenas y dieron muestra de sus habilidades y tradiciones. Esta historia resumida que hoy narro tiene muchos colores y ribetes que entendí al estar allá, en el evento mundial, lugar que se plasmó de espacios para mostrar el trabajo artesanal de los pueblos, sus cultivos, sus lúdicas, nuestros debates y conversaciones y su vínculo con el mundo digital.

El espacio de los debates era la Oca de la Sabiduría, lugar que me recordó mucho a los xawvn en la ruca alrededor del fuego. Este lugar se llenó de una mística especial, mostró al mundo en los ojos de quienes estábamos ahí, que la problemática de la revitalización y la permanencia de las prácticas lúdicas ancestrales, parte primero por las voluntades de entendimientos, respeto y la comprensión hacia la diversidad existente que debe tener la sociedad actual frente a este tema. Mayor aún fue mi impresión en el foro femenino que instaló los temas de discriminación, violencia y participación de la mujer indígena en la sociedad actual, los cuales no distan de las propias problemáticas que tenemos por estos lados. Sin embargo comprendí que tenemos pendiente aún como mujeres mapuche el empoderamiento de lo corporal desde las potencialidades lúdicas de nuestros propios conocimientos. Quisiera reforzar esta idea contando que cada uno de los pueblos indígenas de Brasil y otros países tuvo participación femenina en el mundial. Pruebas como cargar tronco, cabo de fuerza, natación, carrera simple, carrera en arena, hasta fútbol eran practicado sin problema, más aún, varios pueblos mostraron sus juegos típicos en los que las mujeres y hombres participaban en conjunto, otros en la que las mujeres solamente participaban, demostrando con ellos su inteligencia y astucia corporal, realmente mujeres indígenas potente.

En un comienzo mi misión era ir como espectadora al evento y con ello llevar la información a mi territorio, sin embargo no pude dejar pasar la oportunidad de vivir el mundial desde la arena, de competir con esas otras mujeres indígenas y llevarme con ello en la piel y el sudor la experiencia de sabernos tan diferentes pero iguales en algo tan natural como poner a prueba tu ser corporal. Desde luego que no gané, ya no estoy en edad, ni mi objetivo era tener medallas, me traje un gran trofeo: marcar en la historia que una mujer mapuche participó del primer mundial de juegos de pueblos indígenas.

El cómo llegué a participar de este evento mundial por cuenta propia, con el respaldo de la USACH abre un primer debate, en mi opinión, acerca del interés que el gobierno tienen en este tema y del apoyo y canalización de la información de lo que está sucediendo desde fuentes válidas, profesionales y con respaldo ¿a quienes escuchan los ministerios que les atañe el tema? Debo confesar que mis intentos por explicar la temática han sido poco escuchados. Con el tiempo la academia se ha convertido en el espacio donde este tema tiene buen almácigo, pero aún hay más.

Producto de la propia colonización, nacionalización y patriarcalización de la sociedad mapuche y chilena, en la historia de la mujer mapuche, se ha adormecido su reencuentro con lo lúdico. Existen muchas historias que entre tanto fogón he escuchado, entre telares y cocina, entre xafkintu y debates, que cuentan tímidamente como recordaban que algunas de ellas o sus abuelas jugaban palin, ¡si palin¡, ese juego que dicen es solo para hombres, ha sido explorado y jugado también por mujeres, antes y ahora. Fuentes escritas y orales existen, pero más que esto, existe el mapuche rakizuam (pensamiento mapuche) que cuando se libera de la opresión logra entender que es imposible desconocer que la mujer mapuche al igual que otras mujeres indígenas en el mundo poseen grandes habilidades comprensivas de lo corporal, razón por la cual saben cómo, cuándo y de qué forma potenciar su ser corporal, no igual que lo hombres, sino con su propia fuerza. Solo para ampliar el debate diré que es muy probable que, producto de que el weychan mapuche fue el que mantuvo vivo este juego ancestral, sea visto por mapuche y no mapuche como una actividad exclusiva para hombres, sin embargo si se lograra rescatar la dimensión socializadora y fortalecedora del ser mapuche, situación que emerge en los encuentros actuales de palin, estoy segura que muchas de nosotras dejaríamos de esconder nuestros wiño (implemento para jugar palin) y practicaríamos este juego para nosotras y para nuestros hijo e hijas, acompañada de nuestros complementos: los otros.

Además existe otra situación, lograr revitalizar tantas otras prácticas lúdicas practicadas por las y los antiguos y hacerlos parte de nuestro cotidiano bienestar nos acercará como mapuche a lo que hemos perdido como sociedad y nos impulsará a fortalecernos, para desde ahí re-educar también al que no es mapuche, para que comprenda y comparta con nosotros otra forma de vivir la ludicidad.

Estos desafíos son mayores, el descolonizarse, despratriarcalizarse, debe ser un debate al interior de las familias, al interior de cada uno de ustedes y nosotras, al interior de cada espacio donde haya al menos un mapuche. Hace falta volver a pensar sin miedo al pecado del cuerpo, sin temor a construir y tomar para esta nueva construcción todo aquello que un mapuche de hoy necesita para ser mapuche en el siglo XXI. El tiempo no se detiene, el pasado no se repite, el futuro lo construimos y el presente es el momento para tomar nuestra propia historia y hacerla nuestra, con nuestros abuelos y abuelas, ayudándolos a dejar el temor y enseñándoles a que confíen en los jóvenes, mujeres y hombres que con un buen pensamiento y permanente conversación no dejaremos que nuestras costumbres desaparezcan. Como mujer mapuche en la academia aún me quedan muchos retos, educar para entender en diversidad a mapuche y no mapuche es uno de ellos. Que más mujeres indígenas estén presentes y activas en la lucha por la revitalización de nuestros saberes ancestrales y que podamos descubrir nuestra corporalidad sin miedo a recordar que un día fuimos niñas y que nos gustaba jugar, feley pewmagen (ojalá así sea).

Carolina Poblete y Elisa Loncón