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Opinión

Podemos y el efecto Quilapayún

Por: Alfonso F. Reca | Publicado: 05.07.2016
Podemos y el efecto Quilapayún quilapayun |
La música de la banda icono de la izquierda chilena, imposible de desligar de la imagen del socialista Allende con la que Iglesias quiso alinearse, sirvió para cerrar los mítines de Podemos en la recta final de la campaña y ha servido a algunos analistas como eje y metáfora de sus pensamientos. A fin de cuentas, y como dijo Beethoven, «la música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía».

La cúpula de Unidos Podemos analiza sesudamente estos días las causas del fracaso del sorprasso. El resultado electoral de la coalición el pasado 26J fue ciertamente decepcionante y dejó a dirigentes, militantes y simpatizantes en estado de shock durante buena parte de la pasada semana. La España de la sonrisa frunció el ceño. Las derrotas siempre son duras y ésta ha sido especialmente complicada de digerir por las altas expectativas generadas.

Sin embargo, las aguas van volviendo a sus cauces en estas últimas jornadas. Nadie, salvo la prensa de derechas, parece dudar del liderazgo de Pablo Iglesias. Nadie duda tampoco de que Mariano Rajoy seguirá como presidente del Gobierno, por lo que el partido se prepara para las labores de oposición consciente de que la fragmentación del parlamento será clave incluso para poder llevar a delante una reforma de la Constitución o, al menos, una reforma electoral.

Podemos está obligado a pasar por terapia. La despiadada guerra desatada entre las diferentes corrientes políticas que conviven en el seno de la formación demuestran que el debate es profundo en los círculos. Todos buscan explicación a la pérdida de un millón de votos y muchos dicen ahora lo que no se atrevieron a decir cuando los sondeos invitaban a descorchar champán. Los cuchillos vuelan.

Pero, ¿qué fue lo que realmente falló? Es seguro que no fue un solo factor sino una suma de circunstancias lo que llevó a la abstención a ese millón de votantes perdido. Probablemente nunca lo sabremos con exactitud pero muchos de los análisis que se están publicando estos días ponen el punto de mira en el acuerdo con Izquierda Unida. Una coalición ante la que públicamente se cierran filas pero que desde el principio ha contado con importantes reticencias por parte de importantes segmentos de ambos partidos.

Curiosamente, Chile se está colando en los análisis. Y no lo hace por las continuas referencias a Salvador Allende, sino por una canción. Concretamente, ‘El pueblo unido jamás será vencido’ de Quilapayún. La música de la banda icono de la izquierda chilena, imposible de desligar de la imagen del socialista Allende con la que Iglesias quiso alinearse, sirvió para cerrar los mítines de Podemos en la recta final de la campaña y ha servido a algunos analistas como eje y metáfora de sus pensamientos. A fin de cuentas, y como dijo Beethoven, «la música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía».

Enric Juliana analizaba así los resultados este domingo: «El viernes 24 de junio, festividad de San Juan, fue un día de alto voltaje. La jornada amaneció con la victoria del Brexit. Aluvión de noticias apocalípticas sobre el futuro de Europa y de la economía. La frase de Rajoy: “No añadamos más incertidumbre a la incertidumbre”. Un día para ponerse a temblar. Por la noche se cerraba la campaña y Unidos Podemos escogió una canción de los años setenta. Una canción del grupo chileno Quilapayún. […] Después de una jornada de telediarios lúgubres –miedo, miedo, miedo–, la plana mayor de Unidos Podemos se ponía a cantar El pueblo unido jamás será vencido en Madrid Río. Puño en alto. Se desfogaron».

El veterano periodista de La Vanguardia es rotundo en su análisis sobre la escenografía ‘a la chilena’ elegida por los podemitas: «Error. Error de bulto. Podemos minusvaloró los efectos de la campaña del PP y no pensó en el referéndum británico. El día que los españoles supieron que Europa puede irse al garete se pusieron a cantar el himno de Allende puño en alto».

Podemos siempre ha sido percibido por los españoles como un partido situado a la izquierda del PSOE y buena parte de la estrategia del partido ha sido la de lanzarse a buscar al votante socialista. Y cuando ya parecía tenerlo en el bolsillo, el acuerdo con los comunistas ha levantado recelos entre los más moderados. Tampoco la vieja guardia comunista española se ha encontrado cómoda disolviéndose en las mareas moradas.

Ignacio Sánchez Cuenca centró sus análisis en este fenómeno y demostró que en aquellas provincias donde IU era más fuerte en votos (antes del 26J), la caída de Unidos Podemos ha sido más pronunciada. El Director de Instituto Carlos III-Juan March de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid y Profesor de Ciencia Política, aporta datos muy significativos como que «la mayor caída (de votos a UP) se produce en Asturias, la provincia con mayor apoyo a IU: como es bien sabido, Gaspar Llamazares (histórico dirigente comunista asturiano) no ocultó su oposición a la coalición de IU con Podemos».

Así, parece que el electorado podría haber castigado a Podemos por lo que la prensa antipodemos ha catalogado de oportunismo ideológico. Esa es la teoría que alimenta, por ejemplo, Okdiario, que analizaba el 26J con frases como esta: «Como en un espectáculo de transformismo, Pablo Iglesias cambia su ideología según convenga. Su partido “transversal” ha abrazado todas las máximas del populismo: “Acumular poder superando los discursos de izquierda y derecha”. El líder de Podemos llegó a la cita con las urnas del 26J presumiendo de “socialdemócrata”, pero a la hora de ‘celebrar’ la derrota en la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid ha regresado toda la parafernalia comunista: puños en alto, banderas estrelladas y cánticos a coro: ‘El pueblo unido jamás será vencido’ de los chilenos Quilapayún, y ‘A galopar’ de Pablo Ibáñez».

Pero en este momento histórico en el que como decía Gramsci lo nuevo que no termina de nacer y lo viejo que no termina de morir, no existen las certezas. El director de eldiario.es, Ignacio Escolar, no admitía como valido el argumento de que la alianza con Izquierda Unida haya añadido radicalidad a la imagen de Podemos. «Al contrario: en algunos casos la ha moderado», aseguraba. «IU en Andalucía es bastante más moderada que el Podemos de Teresa Rodríguez. También tiene una imagen y un discurso más moderado el “comunista” Alberto Garzón que el “socialdemócrata” Pablo Iglesias. Y en la actual dirección de Podemos, tras el golpe interno que destronó a Sergio Pascual y arrinconó a Iñigo Errejón, quien ha ganado poder son políticos como Irene Montero o Rafael Mayoral, que vienen del PCE y fueron claves en la alianza con IU. Son ellos, y no Alberto Garzón, quienes ahora pinchan en los mítines  cánticos revolucionarios de los 70 en vez de Vetusta Morla, según se quejan los errejonistas», añade.

No está claro el efecto Quilapayún, ni tan siquiera que exista dicho efecto, pero es innegable que la banda chilena ha jugado un papel inesperado en las pasadas elecciones españolas pese a que a algunos se les haya atragantado eso de «De pie, cantar que vamos a triunfar».

Alfonso F. Reca