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¿A qué “hace frente” el Frente? Cuatro reflexiones

Por: Eduardo Pozo Cisternas | Publicado: 31.03.2017
¿A qué “hace frente” el Frente? Cuatro reflexiones frente amplio |
Cada cual tiene su historia, su pasado, su memoria, sus marcas traumáticas, a partir de la cual crea algo nuevo para salir de la sombra de lo mortífero. El Frente Amplio debe estar del lado de la invención.

Hace algunos años atrás, nadie hubiese pensado que en Chile iba a constituirse un Frente Amplio (FA) como opción política al duopolio que ha reinado por décadas la escena política en nuestro país. Una forma nueva y seria de hacer política toma fuerza, tomando como punto nodal en su esfuerzo por su articulación, una posición anti-neoliberal alternativa a la lógica de la dominación económica. Pero no todo es color de rosa: ¿Qué repeticiones históricas debe enfrentar para no fracasar en su genuina intensión e intención?

1. Un principio articulador común

El momento instituyente fue el movimiento estudiantil del 2011, donde decanta un largo período de luchas sociales invisibilizadas desde el año 2000 (sindicalistas, ambientalistas, educacionales, regionalistas, feministas, profesorados, etc). En ese instante eran los estudiantes bajo la rúbrica “no más lucro” los encargados en anudar las variadas demandas ciudadanas. El momento actual contingente es otro: “no más AFP”, lo que puede entregarnos cierta brújula en el plano electoral, que no es lo principal por ahora, pero claro que es importante pensando en que ya no queremos seguir siendo “pulga en el oído”, sino que construir realmente otra forma de gobernar. Y queremos ganar experiencia.

Más adelante podrá ser quizás “no más ISAPRES” y seamos los del área de la salud, los agentes que condensemos la expresión del malestar en la cultura. Es importante poder pensar en la movediza contingencia para orientar la estrategia frente al malestar ciudadano manifiesto, sabiendo que de fondo, de manera latente, subyace una demanda más profunda que tiene que servir de brújula: recorto la frase en el “no más” que simboliza un intento de poner freno a aquello ilimitado que tiende a venir de la lógica neoliberal del mundo “sin fronteras”, donde “nada es imposible”, donde el cuerpo no funciona como límite a la exigencia de la competencia. Esto, lo sabemos quienes trabajamos en el campo de la salud mental, retorna de manera singular como un peso insoportable y mortífero encarnado en los cuerpos sufrientes, uno por uno. Pero también lo escuchamos en un síntoma social que encuentra una esperanza en el “no más!” . Este grito no debe dejar de escucharlo el FA y desde ahí construir durante éste 2017 sus principios y orgánica con las dos orejas en la calle. No debemos desorientarnos por lo electoral.

 2. Aceptar la heteregoneidad, la diferencia

Dentro del FA existe mucho en común, pero también una heterogeneidad tal, que parece todo un desafío su unidad. Chocan posturas teóricas marxistas, post-marxistas, culturalistas, feministas, entre otras. Se contraponen orígenes distintos de cada uno de sus componentes, algunos surgen de la clase media en el plano universitario-intelectual, de la dirigencia estudiantil, otros en las clases más populares a través de prácticas y organizaciones barriales comunitarias, otros como respuesta a violencias específicas del sistema, y así.

El Frente enfrenta esta dificultad real y necesaria para poder empezar a construir un nuevo discurso con ciertos denominadores comunes que apunten a las grietas del neoliberalismo y la clase política chilena. Un discurso que convoque participación. Por supuesto, que no sea sólo retórica sino el punto de unión, de intersección entre las identificaciones grupales existentes y que logre resonar en los ciudadanos despolitizados. Mientras los integrantes del Frente cumplan estas convergencias (que ya están saliendo a la luz pública), ni una es mejor que la otra, todas son necesarias para armar un bloque fuerte que vaya de una vez por todas más allá del insuperable “narcisismo de las pequeñas diferencias”, tomando a Freud, de la historia de la izquierda emergente en Chile: demostrar quién es más de izquierda. ¡Cuántas veces esto ha llevado a la fragmentación!

No necesitamos más de esto hay que extirparlo. Basta también con la ingenuidad de pensar que hacer política artística o intelectual-investigativa que visibiliza el malestar no es necesaria o es cómoda. Basta con pensar que existe un sólo agente o clase social históricamente determinado por leyes ortodoxas verdaderas. Basta con la inocencia de que solamente en el territorio más recóndito, marginado de cada una de las Regiones existe una sola verdad por la que luchar, o que el grupo en el que se milita tiene las respuestas verdaderamente correctas. Basta de pretender defender con un argumento totalizador el diagnóstico, eso sólo moviliza la violencia, la fragmentación y a los ultrones que se acercan cada vez más al fascismo. Basta.

No me refiero a borrar las diferencias que hay dentro del Frente porque: primero, no se puede, la diferencia existe. Segundo, porque puede ser útil al momento actual de convocar y luego aplicar las estrategias para construir un programa colectivo.

Otra cosa es lo que ocurrió con Eduardo Díaz (ex Patria y Libertad) que anduvo participando “cómodamente” en reuniones del FA. Estas situaciones van a ir conformando los bordes, los límites dentro de la misma organización. Tenemos que ir definiendo también de qué hablamos cuando decimos “amplio”.

3. Inventar desde lo nuevo, más allá de los expertos

Verdades que se buscan que, por lo demás, cualquier conglomerado político o líder, jamás tendrá. Como nos enseña el psicoanálisis en cada sujeto, uno por uno, y por lo tanto, cuando logra hacer un colectivo social, la constitución de cualquier recurso simbólico (una cultura, un lenguaje, un discurso, una ideología, una historia propia) se realiza en torno a un vacío, que jamás podrá colmar. “En distintos momentos de la historia, con mayor o menor grado, se ha querido taponear ese vacío con algún líder o alguna idea, esto nos ha llevado a más violencia, más segregación e incluso a la destrucción total” (Osvaldo Delgado).

Mantengamos ese vacío, ese “no saber” en el centro, que escucho que aún se mantiene dentro del Frente, que no es cancelable con la experiencia, ni con la burocratización, ni con el saber técnico. Es condición de un colectivo para no aplastar la singularidad, para habilitar una invención constante frente a los desafíos políticos comunes. No sólo ahora que estamos en un momento de formación, que como todo inicio está nublado de incertidumbres y angustias, sino a lo largo de la existencia. O lo otro sería ir en búsqueda de la nostalgia por el viejo Estado del Bienestar que promovía los derechos sociales (resultado de década de lucha de clases), cuando ya nada de las fuerzas discursivas y del compromiso social son iguales, han sido destruidas por la mundialización neoliberal. O lo otro sería copiar la fórmula utilizada de otros países que han resultado exitosas. No. Cada cual tiene su historia, su pasado, su memoria, sus marcas traumáticas, a partir de la cual crea algo nuevo para salir de la sombra de lo mortífero. El Frente Amplio debe estar del lado de la invención.

¡Invención a partir del vacío!  no por eso ingenuo, no por eso torpe o ignorante, no por eso lento, no por eso miedoso y sin un deseo decidido. Son cosas distintas.

Otra cosa sí, es que teniendo esto claro, se pueda hacer uso de estos recursos imaginarios-simbólicos, para ocupar un semblante, una máscara, de ciertos saberes o ideas básicas que hagan algo con ese “no saber” para movilizar a luchar por una sociedad menos cínica. Esto es válido para convocar realmente a aquellos que perdieron la esperanzas en la política. Y en este punto vuelvo a los denominadores comunes que deben ser planteados en palabras simples, sencillas, concretas y accesible para el campesino que está aprendiendo a leer, al inmigrante que inicia su difícil adaptación lejos del calor de su tierra, al trabajador que viaja de vuelta a casa aplastado y “podrido” en el Transantiago escuchando la radio o leyendo algo, o a la mujer que por las noches, luego de un arduo día de trabajo en su propia casa, busca alguna esperanza. Para ellos debemos habilitar espacios políticos accesibles, para que en un segundo momento con ellos seguir inventando.

4. Una nueva ética, un nuevo sentido común colectivo

Como decía en la columna anterior, el capitalismo en su versión neoliberal, coloniza la subjetividad a través de sus dispositivos, apoyándose en la evidencia científica supuestamente apolítica, pero que responde a intereses económicos. Centros educacionales, investigaciones científicas financiadas por empresas, coaching laborales que funcionan como anestesia a la sobre-explotación ahogante, la publicidad en los medios de comunicación, la psiquiatría y las neurociencias que se orientan por la medicalización de las dificultades de la vida cotidiana, etc, crea un sentido común, una racionalidad, una moral, que acaba en una vigilancia sobre sí mismo que deriva en la soledad del individuo.

Haciendo un cambio de gobierno, por cualquiera que fuere, esto no terminaría con esta hegemonía neoliberal. Hay que inventar una política que sea capaz de agujerear estos aparatos de poder, cuestionarlos, analizarlos, hacer ver sus fallas y sus supuestos aceptados en nombre de la ciencia oficial (en concreto, por ejemplo, como lo hicieron las farmacias populares, he ahí otro sentido común al que apelo). Para esto, la disputa política no es sólo el congreso ni menos la presidencia. Debemos emprender procesos de disputa en aquellos espacios de la sociedad en que se engendra este sentido común que sostiene la dominación de una clase sobre laS otras.

Haciendo esto, quizás podamos empezar a masificar un discurso que apele a aquellas cosas que no son apropiables por el capital. Y también a que se visibilice para que el sujeto se vea confrontado a responsabilizarse en su propio goce de sometimiento a estos dispositivos. Porque una cosa es como estos dispositivos intentan colonizar al sujeto y otra es como el sujeto se somete.

Tal vez, es posible en la gestión cotidiana práctica dentro de la estructura del FA, en las comunales a lo largo de las Regiones, en los lugares de trabajo, a nivel barrial, en los frentes feministas, educativos, laborales, ecológicos, etc. Crear un nuevo sentido común desde ahí. No cada uno por su lado aportando al mundo desde sus aislados espacios auto-eróticos, sino en un colectivo que tenga una nueva posición y ética de lazo entre el sujeto y la política.

Para finalizar, una vez instalado esto vendrá, probablemente, en un segundo momento los conflictos, las separaciones, los quiebres, en fin, lo inevitable, lo que pasa en cada una de las esferas de lo humano y la cultura, que por definición son contradictorias y surgen del conflicto. Probablemente se acentuarán las diferencias, aparecerán corrientes, resurgirán heridas del pasado, explotarán las pasiones, se especificarán ideologías, chocaremos con la contingencia y así…Pero en este primer momento hay que ser fuertes y cuidadosos, responsables de concluir este año en una orgánica que no cree nichos de poder para da un golpe real al duopolio. La contingencia sintomática del individualismo neoliberal: la corrupción, nos abre un camino que no hay que desaprovechar. Quizás sea la propia forma de éste sistema político de morir, lejos de la respiración asmática de los intereses populares que resisten.

Por lo demás, quizás con ese nuevo sentido común, podamos hacer algo más creativo con la conflictividad mortífera propio de lo humano y por ende, de la lucha de clases.

Eduardo Pozo Cisternas