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Machismo (des)comunal: Una mirada desde el arte y la resistencia

Por: Romina Cerda Allende | Publicado: 13.01.2018
Machismo (des)comunal: Una mirada desde el arte y la resistencia Murales Melipilla | Gobernación Melipilla
Hay quienes no soportan que el arte cumpla su rol: mostrar la realidad y luchar contra las injusticias que existen en ella. Un grupo de mujeres artistas visuales lo hizo y hay algo que me queda claro: ellas no se rendirán.

Ojalá que el motivo que me impulsara a escribir fuese otro, pero hoy es mi turno de mostrar una realidad repudiable y que no podemos ignorar. Quiero que a través de estas palabras muchos lectores y lectoras se enteren de lo que está pasando en el lugar donde vivo, en el cual he estado siempre de alguna u otra manera.

Soy de la comuna de Melipilla, no tan lejana a Santiago, depende de dónde nos situemos. Con el paso de los años, me di cuenta de que muchos capitalinos tienen la idea de que esta es una zona pintoresca, únicamente huasa, con muchas vaquitas pastando (en serio, me lo han dicho). Digamos que no estamos a la altura de la gran capital (sin querer ofender a mis coterráneos, por favor), pero personalmente decidí quedarme aquí por los lazos afectivos que me unen a este espacio. Sin embargo, no pretendo contar mi historia ni la de este lugar. Quizás, se pregunten: habiendo un país entero, ¿a quién le interesa lo que pasa en Melipilla? Yo quiero que la respuesta no solamente sea que a los melipillanos(as) y a quienes llegan a vivir ahí.

Es innegable que Chile es un país tremendamente machista. No es ninguna novedad, por más que los mismos machistas se empeñen en negarlo y les brote la bronca, si es que algunos llegan a leerme. Es cuestión de ver las distintas manifestaciones de violencia patriarcal a las que nos vemos expuestas las mujeres cada día, ya sea desde lo privado y lo público. Es en ese espacio en el que voy a situarme: en lo público.

Hace un tiempo un grupo de mujeres artistas visuales realizaron algunos murales en la comuna de Melipilla. Se trata de un gran trabajo, que a través de su mensaje busca reivindicar el rol de las mujeres y manifestarse en contra del machismo que persiste en nuestra sociedad. Desde lo personal, puedo notar que son murales hechos con mucho amor, dedicación y enfocados en la búsqueda de la tan necesaria equidad de género. ¿Y a quién podría molestarle el trabajo de estas artistas? ¿Quién podría sentirse al descubierto? ¿A quién le podrían sacar ronchas expresiones artísticas como esta? La respuesta es clara: a esos machistas que no soportan que se les cuestione la posición de privilegio en la que se encuentran perfectamente cómodos y situados. Esto genera rabia en esos misóginos que no soportan ver a mujeres que luchan desde diferentes quehaceres hasta hacer visible la violencia de género que aún nos quiere dominar.

Tuve la oportunidad de conversar con una de las artistas que participaron en la creación de estos murales feministas. Ella me contó que el pasado 2 de diciembre fue el primer atentado que recibieron sus obras. Estas fueron rayadas, borrando violentamente los mensajes que se expresaban en contra del machismo y dejando marcada una típica figura fálica encima de uno de los murales, fiel evidencia de quien insiste en mostrar que “el hombre es que manda”. Sin embargo, tiempo después, las artistas se unieron para restaurar los daños ocasionados por estos misóginos destructores. ¿La sorpresa? Nuevamente, hace unos días volvieron a atacar. Los murales otra vez resultaron rayados, les arrojaron pintura y volvieron a borrar su mensaje feminista.

La artista con quien pude comunicarme subió algunas fotos de los murales rayados a redes sociales, tal como lo hizo después del primer ataque. Me encontré con personas que, afortunadamente, brindaron su apoyo, repudiaron el actuar de quienes insisten en arruinar este trabajo, pero también leí comentarios que me dieron asco, rabia y desesperanza. Salieron los típicos machos que se esconden detrás de Facebook a “felicitar” a quienes atentaron en contra de los murales, comunicando su “alegría” al ver esto. Esos que se sienten amenazados por la lucha feminista y que, en el fondo, no hacen más que reflejar su miedo a las mujeres al vernos cada día más empoderadas y alzando la voz más fuerte. Los mismos que se molestan cuando los tratan de ignorantes al defender el machismo. Pero esto no es solamente un acto de ignorancia, sino de odio a las mujeres: misoginia por donde se le mire.

Sí, querida gente lectora. Cosas así pasan en esta comuna y si comparto estas palabras es porque quiero que estos actos violentos queden en evidencia no solamente donde vivo, sino que se vuelvan masivos, que se sepa de la cobardía de quienes tiran la piedra, esconden la mano y no son capaces de dar la cara, jurándose tan “machitos”.

Hay quienes no soportan que el arte cumpla su rol: mostrar la realidad y luchar contra las injusticias que existen en ella. Un grupo de mujeres artistas visuales lo hizo y hay algo que me queda claro: ellas no se rendirán, volverán a restaurar estos hermosos y valientes murales, aunque esto siga generando la rabia de quienes quieren que no sigan adelante. Lo lograrán y con ellas, muchas continuaremos también. Podrán rayar todos los murales que busquen, pero no conseguirán el silencio de esta lucha.

Finalmente, quiero aclarar que no pretendo menospreciar ni perjudicar la imagen de mi tierra, por si alguien entendió otra cosa. No pretendo herir susceptibilidades en mis coterráneos, pero tampoco voy a callarme, sabiendo que como escritora puedo hacer algo. Simplemente, quiero hacer visible una realidad indignante que sabemos que no solo pasa a nivel comunal, sino en Chile y el mundo, lamentablemente. Así como hay quienes destruyen, también estamos quienes cotidianamente buscamos un lugar mejor para vivir y estar. Podría haber dejado pasar esta situación, pero que quede claro que esto no fue “la intervención de un graffitero cualquiera”. Mientras tanto, en algún lugar, habrá un típico macho leyéndome y maldiciendo mis palabras que, por más que quiera, no podrá borrar. Al igual que los murales de las compañeras artistas.

Romina Cerda Allende