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Impensados de la izquierda chilena

Por: Andrés Leiva | Publicado: 20.01.2018
Impensados de la izquierda chilena izquierda |
La izquierda parece estar pasando por un proceso de profunda falta de imaginación. Falta de capacidad de crear. Una falta de imaginar un lugar fuera del espacio de confort de los convencidos, de las consignas ya sabidas, de los cánones o reglamentos ya sancionados. Un espacio que se debe llenar, no encontrarle lleno de tesoros ilusionados.

En estos últimos días se han realizado múltiples análisis sobre el fracaso de que una propuesta transformadora no haya ganado la elección presidencial, dando nuevamente el espacio a un gobierno neoliberal. Hemos sido testigos por diversos medios de los sesudos análisis que destacados intelectuales, políticos o académicos han realizado de esta situación que nuevamente pone al país en manos de un sector que, más bien, defiende los privilegios que algunos tienen en este Chile desigual, en vez de proponer acciones destinadas a la mejora constante de la vida de nuestro pueblo.

Así, varios de ellos han transitado desde críticas elaboradas, pasando por la ridícula respuesta de llamar a una parte de la población “facho pobre”, hasta lecturas más detallistas que intentan reconocer a los votantes como “culpables” de la debacle. Por un lado, el desesperado que intenta “exculparse” tratando a los otros de ignorantes, y por otro, aquel que busca al “traidor” del ideal de izquierda que se intenta defender. Todos así dando cuenta de las “causas” de la derrota, que parece a veces no ser “su” derrota.

En todo caso, las respuestas no se han quedado, por suerte, en la primera impresión, y frente a la falta evidente de certeza de los análisis, ya que sólo han mostrado los comportamientos de ciertos votantes, que además parecen no conocer del todo, los gestos que se multiplican se orientan a pensar la profundidad y la extensión de la derrota de un proyecto general. Es decir la derrota se ha mostrado como catastrófica, como si pusiera en tela de juicio a la “ideología” misma que se supone ha de defender el sector derrotado, esto es la izquierda, que parece vaciada de sentido a partir de los resultados de diciembre pasado.

Hoy se han multiplicado las necesidades de “saber”. Se han multiplicado las demandas a un saber que se supone tiene alguien. Que se supone además que debemos el resto saber y que no sabemos. Pero que al menos sabemos donde buscar. Seminarios con destacados intelectuales, rondas de paneles con ejemplos de gobiernos de izquierda en el mundo, tanto actuales como históricos, invitaciones a retomar lecturas, necesidad de traducción de libros que aún no leemos, etc. Es decir, el primer gesto es revisar o que nos digan aquello que se sabe pero que nosotros no sabemos. Un saber del pasado, sobre el futuro.

Otros dirán que no se trata de buscar un saber en algún lugar, si no de levantar un saber que está en la calle, un saber del hacer “en la lucha”. Y en esto, los ejemplos sobran en el Chile reciente, desde el “raspe-pase” de los secundarios, hasta el movimiento NO + AFP. Así, en ellos se debe reconocer el “modelo de lucha” en demandas que desbordan la capacidad institucional de dar respuesta, en contenidos que no pueden ser reducidos por el Estado o por el mercado, en problemas que no tiene solución más que en el cambio de las estructuras de gobierno, o de su marco institucional. Allí estaría la respuesta del qué hacer. En el estallido basado en las inequidades e injusticias de todos los días.

Pero más allá de que ambas búsquedas nos lleven o no a una respuesta, lo que me interesa señalar es que se apela a un saber que se supone sabido, y a una lucha ya efectuada. Es decir, recetas que estamos en condiciones de poder pensar, en condiciones que nos dan certeza, en condiciones que nos permiten retomar el rumbo. Lo que ya está hecho y que no hemos hecho. Así lo que pasó en diciembre sería por desconocimiento de aquel saber, o por traición al mismo. Es decir, se trata de un tema de identidad de pensamiento y de acción, donde la izquierda se pensaría a sí misma como “perdida” de su propia identidad. Confundida busca y quiere encontrar en el camino ya recorrido aquel rumbo que parece ahora desconocer.

Este gesto de buscar el conocimiento se hace hacia un saber que se imagina ya teniendo. No se trata de un saber que debemos hacer, un saber futuro. Y este gesto es políticamente relevante ya que muestra que allí hay un gesto conservador, de que la respuesta está ya dada, asegurada y por lo mismo, pertenece a alguien que está del lado conocido. Sólo basta encontrarle para traerlo al frente. Eso es lo que importa destacar. Y es que en ese movimiento se muestra la imposibilidad de la izquierda de pensar en lo que pasó y en qué pasará. Solo busca darle brillo a los ídolos de ayer.

Parece que a la izquierda actual en Chile le cuesta pensar en un escenario donde no existan las certezas, en un escenario en el que caminemos a ciegas, en que no haya guía y que las verdades solo cuentan como provisorias. Es decir, un camino que sólo se recorre en la creación de alternativas a fin de que ellas nos hagan imaginar el dónde queremos llegar. Un lugar que debemos hacer como fin, no que se espere al final del camino.

La izquierda parece estar pasando por un proceso de profunda falta de imaginación. Falta de capacidad de crear. Una falta de imaginar un lugar fuera del espacio de confort de los convencidos, de las consignas ya sabidas, de los cánones o reglamentos ya sancionados. Un espacio que se debe llenar, no encontrarle lleno de tesoros ilusionados.

Esa pareció ser la querella de la Nueva Mayoría al Frente Amplio. El tener la osadía de querer un camino que no era el ya recorrido. Un camino imaginante. Ya sabemos lo que ha pasado hasta acá. ¿Será entonces el Frente Amplio una garantía para pensarse en un escenario en el que no pierda su capacidad de imaginar? Por ejemplo, saliendo de las bases que son críticas del modelo, militantes o no, ¿será capaz de transitar lo que hoy es su “afuera” con claves que permitan pensar aquello que no se reduce a las categorías ya instituidas?, ¿será capaz en definitiva de avanzar en ese 50% de chilenos que no votan? ¿O repetirá conceptos ofensivos como el “facho pobre” o la “traición” del votante para buscar su camino?; ¿Será capaz de pensar, aquello que aún le es un impensado?

Andrés Leiva