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Opinión

La violencia social y política es escondida para resaltar otras

Por: Catalina Baeza | Publicado: 27.03.2018
La violencia social y política es escondida para resaltar otras violencia | Foto: Agencia Uno
No se construye una sociedad menos violenta con discursos que descalifican a inmigrantes y que niegan derechos de las minorías. No se construye un país menos violento intentando retirar los pocos derechos que las mujeres hemos conquistado.

Y así llegamos a nuestro último interrogante: ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las psicosis del odio y la destructividad? En modo alguno pienso aquí solamente en las llamadas “masas iletradas”. La experiencia prueba que es más bien la llamada “intelectualidad” la más proclive a estas desastrosas sugestiones colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto directo con la vida al desnudo, sino que se topa con esta en su forma sintética más sencilla: sobre la página impresa.
Albert Einstein, 30 de julio de 1932 – carta a Sigmund Freud

¿Cuánto deberemos esperar hasta que también los demás se tornen pacifistas? Es difícil decirlo, pero quizá no sea una esperanza utópica la de que la influencia de estos dos factores –la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias de la guerra futura– pongan fin a los conflictos bélicos en el curso de un plazo limitado. Nos es imposible adivinar a través de qué caminos o rodeos se logrará este fin. Por ahora solo podemos decirnos: todo lo que impulse la evolución cultural obra contra la guerra.
Sigmund Freud , Viena, septiembre de 1932  – respuesta a Albert Einstein

A raíz de la repercusión que tuvo el hecho de que algunos estudiantes de una universidad de Iquique se negaran a permitir que el diputado Jose Antonio Kast ingresara a su recinto educacional y debido a las diferentes opiniones que pude leer al respecto convido a una reflexión sobre que es lo que distinguimos por violencia y sus diferentes ambitos de acción.

Para empezar, me declaro contra la violencia, pero al hacerlo tengo claro que esto puede dejarme ciega frente a la violencia cotidiana en la que, como sociedad, estamos inmersos ya que vivimos en una sociedad hierarquizada, vertical, autoriritaria y por este motivo, violenta. Una sociedad que considera que tener más es mejor y le concede méritos al que más tiene, denigrando a quienes viven en situaciones de pobreza y miseria, es violenta.  Un modo de producción donde se aplaude la competencia y se descalifica la colaboración, es violencia. Una sociedad que considera que no todos sus integrantes tienen derechos y además el deber de hacerlos cumplir, es violenta. Una sociedad que aplaude el individualismo y niega a la comunidad como modo legítimo de convivencia, es violencia. Obligar a niñas a parir, es violencia.

Al declararme contra la violencia me declaro contra todas ellas, no solo la física y verbal. Me declaro contra la violencia en todos los ambitos de acción y esto va desde la forma inadecuado de la prensa para hablar sobre femicidios, la necesidad de los medios de resaltar hechos violentos como si fueran mayoría, hasta el modo como las minorías son tratadas por nuestros políticos dejando dormir en sus casas de trabajo leyes que las podrían favorecer. Me declaro contra esa violencia que no es reconocida como tal y, desde mi punto de vista, es el origen de muchas otras más visibles.

Al decir esto, no legitimo formas violentas de expresión, pero sí contextualizo el ambiente violento donde estamos inmersos y que por estar inmersos, no veremos sin alejarnos un poco para reflexionar sobre una otra perspectiva. Al observar el contexto podemos verificar que la violencia no es algo que ocurra algunas veces, con algunos políticos.  La violencia es un modo de vida que cierta clase o grupo legitima.

Sin duda, como sociedad, hemos avanzado mucho en relación a la violencia. Estadísticamente hoy en día hay mucho menos violencia en el mundo, comparada con la violencia en que nos fuimos constituyendo como naciones y la cantidad de muertos por violencia de hace algunos cientos de años es menor.  Hoy en día tenemos más medios que nos informan sobre cada acto de violencia y tendemos a pensar que el mundo es más violento hoy que hace algunas décadas, pero lo que los medios no informan es sobre la violencia diaria de vivir en una socidad que nos violenta como seres humanos negandonos derechos y obligándonos a aceptar como legítima la desigualdad, obligándonos a aceptar que la inequidad nos llevará a ser un país mejor.

La violencia subjetiva también es violencia y el efecto que provoca es el mismo. Miedo, rabia y lamentablemente en muchos casos, el efecto avestruz, porque esconderse y no observar el entorno continua siendo un modo de sobrevivencia muy utilizado cuando queremos resaltar algunas violencias en desmedro de todas las otras.

La violencia social y politica es escondida para resaltar otras, como los tan noticiados portonazos, donde de tan noticiados pasamos a tener miedo de llegar en casa y creemos que podemos reconocer quienes son los que la cometen, generando otra violencia que es la de tratar a otros como siendo los responsables por el miedo que sentimos.

Luchar contra la delincuencia y el terrorismo es el objetivo del gobierno actual, a pesar de que Chile, entre los países de America Latina, resultó ser el más pacifico y el 24º en el ranking mundial según el reporte de 2017 del Institute for Economics and Peace. Vale resaltar que para este instituto la paz se puede clasificar como paz positiva y paz negativa. La paz negativa es la ausencia de violencia o el miedo a la violencia, mientras que la paz positiva es la presencia de actitudes, instituciones y estructuras que crean y sustentan sociedades pacíficas.

Para construir una sociedad con menos violencia son necesarios algunos factores como por ejemplo la distribuicion equitativa de los recursos, el libre flujo de información, aceptación de los derechos de los demás y bajos niveles de corrupción.

Mientras no podamos apoyarnos en estos pilares, no podremos construir una sociedad donde la violencia deje de ser una forma legítima de convivencia, por lo tanto si vamos a decir que somos contra la violencia, antes tenemos que observar desde donde viene.

No se construye una sociedad menos violenta con discursos que descalifican a inmigrantes y que niegan derechos de las minorías. No se construye un país menos violento intentando retirar los pocos derechos que las mujeres hemos conquistado.

No se construye una sociedad digna de ser llamada de pacífica cuando, en el discurso y los actos, se niega el derecho de ser.

Digamos no a la violencia, pero cuando lo digamos que sea teniendo muy claro que no queremos legitimarla en ningún ámbito de acción.

Catalina Baeza