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Opinión

Violencia en contra de la mujer: Una construcción histórica

Por: Karen Espíndola | Publicado: 08.05.2018
Violencia en contra de la mujer: Una construcción histórica feminismo |
Sobran quienes escuchan la palabra feminismo e inmediatamente la asocian a fundamentalismo, no comprendiendo que la violencia en contra de las mujeres es fruto de una construcción histórica que aquellos contribuyen a perpetuar con su ignorancia, apatía o machismo.

Feminismo. Es interesante –y muchas veces chocante– visualizar cómo un concepto tan potente en nuestros tiempos es víctima de tergiversaciones simplonas e intentos de perfilarlo como un movimiento de menor relevancia; un simple asunto de “moda” sin historia ni raíces histórico-culturales.

Sobran quienes escuchan la palabra feminismo e inmediatamente la asocian a fundamentalismo, no comprendiendo que la violencia en contra de las mujeres es fruto de una construcción histórica que aquellos contribuyen a perpetuar con su ignorancia, apatía o machismo.

Digo que contribuyen a perpetuar, pues parecen no comprender –de partida– que la violencia en contra de las mujeres no es algo nuevo. No es un “problema” exclusivo de nuestros tiempos, sino que es una realidad que posee raíces muy profundas. Piensen, a modo ejemplificador, en Aristóteles, filósofo griego que posee un lugar muy relevante en la historia de la filosofía. ¿Se imaginan a este pensador afirmando que la mujer era un hombre incompleto y que los hijos solo podían parecerse al padre porque las cualidades se encontraban en la esperma de aquel? Pues así fue. Este es solo un ejemplo para explicar a quienes ven en el feminismo un enemigo, que la posición de subordinación respecto a la imagen del hombre está profundamente enraizada en patrones culturales antiquísimos. Y, por lo mismo, la tarea es dura.

Dejemos a Aristóteles y hablemos ahora de la relación religión-violencia contra las mujeres. ¿Creen que la situación mejorará? Pues no. La religión contaminó a la humanidad en su infancia, y su misoginia continúa presente hasta nuestros días. Y es cosa de leer, por ejemplo, algunos pasajes de la biblia para darse cuenta del lugar que ahí se le da a la mujer. Pregúntense, por ejemplo, ¿por qué creen que Dios es hombre (un “varón guerrero” según el Éxodo)? ¿Por qué Eva –que nunca existió, si es que se asume como una verdad científica la teoría de la evolución de Darwin– representa el pecado? Finalmente, cuestiónense ¿por qué –según el Génesis– “la mujer fue solo creada para dar compañía al hombre” y a la vez “es causante de todos los males de la humanidad”?

Lamentablemente esta misoginia no solo está presente en los albores de nuestra historia o en libros de ciencia ficción. ¡Ojalá fuera solo un triste recuerdo! Basta con fijarse cómo esta mirada –que menosprecia a la mujer y le niega su calidad de persona con derechos iguales a los de que cualquier persona– ha acompañado a la iglesia católica que, convertida en un poder fáctico, ha intentado una y otra vez frenar políticas y legislaciones en favor de los derechos de nosotras. El patético rol de nuestra curia chilensis en las discusiones sobre la pastilla del día después o la despenalización del aborto, representan minúsculos episodios en la seguidilla de atropellos a los derechos de las mujeres que la religión ha ayudado a perpetuar hasta nuestros tiempos.

Por estas y otras muchas razones es que resulta francamente insoportable tener que escuchar cómo algunos atacan al feminismo o cuestionan a las víctimas de violencia.

Cansa escuchar a Mario Vargas Llosa decir muy suelto de cuerpo que “el feminismo es hoy el más resuelto enemigo de la literatura”, como si no existiera el derecho a tener una mirada crítica a libros cuyo machismo recién comenzamos a visualizar.

Cansa también escuchar a jueces que subestiman la gravedad de una violación perpetrada por un grupo de miserables –como sucedió recientemente en España–menospreciando grotescamente los derechos de una mujer ultrajada en su dignidad.

¿Y en Chile? Bueno, en nuestro país tampoco se hacen esperar los que, luego de conocerse denuncias de violación, acoso sexual y abuso de poder –como las denuncias que se han hecho públicas en contra del director de teleseries Herval Abreu–, deciden defender al acusado con burdos balbuceos del tipo “es que es muy paternal”, “cariñoso” o “debe estar enfermo”.

Es realmente agotador.

Por lo mismo se hace urgente entender cómo se ha ido construyendo la necesidad de dominio de unos sobre otros, por medio de la intimidación, construyendo una relación de subordinación hacia el hombre.

Solo si se logra entender la gravedad y raíces de esta cultura patriarcal, será posible que todos entiendan de qué lado deben estar, pues todo prejuicio infundado hacia el feminismo no hace sino dificultar aún más la trasformación cultural que necesitamos para que la mujer finalmente viva libre de cualquier tipo de violencia.

¡Es hora de que te sumes a la lucha! ¡Nunca es tarde para dar un paso a la razón!

Karen Espíndola