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Un Caribe que zarpa hacia Oriente

Por: Tomás Manuel Fábrega | Publicado: 15.06.2018
Un Caribe que zarpa hacia Oriente |
Al parecer, aislamiento y la soledad política y diplomática de Venezuela, que los medios nos tienden a hacer creer no es tal, y solo ocurre entre poderes occidentales hegemónicos, pero más allá de las lógicas colonialistas y obsecuentes con los liberalismos conservadores europeos y norteamericanos, el régimen venezolano es parte de la comunidad internacional, lo queramos ver o no.

Qué diría usted de un país que preside una organización internacional con más de 120 miembros y que dentro de Sudamérica tiene la segunda mayor presencia diplomática de alto nivel en África. Es también una nación a la cual cada día es más difícil llegar, en los últimos años una decena de aerolíneas han dejado de programar vuelos hacia ella. Asimismo, es un país que sufre desabastecimiento de medicinas y para suplir el daño, aunque sus pueblos desemboquen hacia el Mar Caribe, recurre a la cooperación con la lejana India.

Ese país se llama Venezuela. Un país que al leer los medios de comunicación tendemos imaginar que va rumbo hacia el aislamiento total. Sin embargo, el pasado 24 de mayo, días después de la última votación presidencial, desde el Palacio Legislativo Nicolás Maduro agradeció el apoyo del mundo y esbozó la idea de que la “verdadera comunidad internacional” lo respaldaba. Efusivo, mencionó principalmente a los países de América Latina y el Caribe, Asia y África que en total sumaban más de noventa telegramas y saludos.

Por tanto, ¿es real el aislamiento diplomático de Venezuela?

Dos imágenes más: el 4 de junio el canciller venezolano Jorge Arreaza da una conferencia de prensa en Washington, está solo y agraviado tras una plenaria de la Organización de Estados Americanos en la que se intentó suspender a Venezuela del organismo. Solo 7 años antes, Hugo Chávez presidió en Caracas la inauguración del Consejo de Estados Latinoamericanos y caribeños, allí logró sentar en torno a un proyecto continental común a todas y todos los presidentes de la región, incluso, los que pensaban para sus adentros que el venezolano era un dictador.

La Revolución Bolivariana significó una gran transformación, a nivel interno implicó no sin grandes falencias y corrupción: distribuir la riqueza petrolera, hacer por vez primera una constitución política con participación de la gente y ampliar numerosos derechos sociales. Estos cambios no se limitaron hacia el interior de las fronteras del país, hubo una importante transformación a nivel de las políticas de relaciones internacionales venezolanas, se comenzó a mirar a África y Asia, se estrecharon amistades con China y Rusia. Chávez como militar supo conjurar el clásico internacionalismo de las izquierdas con un sentido geoestratégico que le ha permitido a su sucesor mantener importantes relaciones. Para ello necesitó principalmente del antimperialismo, el tercermundismo y el petróleo.

Nicolás Maduro dice representar la continuidad del chavismo, pero ha perdido importante terreno político donde a Chávez más le importaba: América Latina. Él desde un principio fue un auténtico latinoamericanista y esto se le reconoció unánimemente cuando murió . Desde el reconocimiento unísono a un latinoamericanista hasta la permanente disputa en la OEA por el tema Venezuela, parece haber pasado toda una vida. A decir verdad, la OEA nunca les fue prioritaria pues es un organismo panamericano y se la ha conocido como el “Departamento de Colonias de los Estados Unidos”. Principalmente, los esfuerzos de la “diplomacia bolivariana” estuvieron centrados en participar de acuerdos económicos como Mercosur y en crear instancias regionales latinoamericanas como Unasur y Celac.

El latinoamericanismo fue tema de interés para Chávez desde los albores de su gobierno, el primer discurso como presidente investido en febrero de 1999 lo cerró así “El tratamiento prioritario y urgente de nuestra política exterior estará orientada en primera instancia hacia la fachada caribeña, la andina y la amazónica. es momento de retomar la unión de todos nosotros, de plantearnos una moneda para la América Latina y el Caribe. De plantearnos unas confederaciones de esta parte del mundo, de plantearnos una unidad que vaya mucho más allá del intercambio comercial, no, la unidad va mucho más allá, es más completa y profunda. Es la unidad de lo que estuvo unido alguna vez ”. La moción por una América Latina unida fue unas de las líneas de continuidad a lo largo del ciclo chavista, esto lo diferencia, por ejemplo, con el carácter socialista de su gobierno, cuestión que definió recién en 2005.

En las recientes elecciones presidenciales, con todas las quejas que uno pueda tener, Maduro recibió el reconocimiento de varios países del mundo. Un tercio del planeta cuestionó el proceso eleccionario, lo que no es menor pero no es mayoritario. Es contradictorio pero varios países que no reconocieron las elecciones como los de la Unión Europea, hoy mantienen sus representaciones en Caracas. Es verdad que comparado con 5 años atrás, ir en avión a Venezuela es cada vez más difícil, muchas aerolíneas tales como Latam, Delta y Avianca han dejado de viajar al país y una importante cantidad de empresas trasnacionales dejaron de operar en sueno venezolano. También es cierto que Maduro ha dado señales que podrían ser vistas como de autoaislamiento, ejemplo de ello, es que anunció la salida de su país de la Organización de Estados Americanos cuestión que se concretará en un año más y que implica desligarse de una serie de entidades asociadas a la propia OEA.

Mirando el mundo con una perspectiva más amplia, podemos notar que hoy Maduro preside el Movimiento de Países no Alineados, que hoy puede no tener el peso político que tuvo en tiempos de la Guerra Fría, pero aun así es un foro compuesto por más de 120 países. Es decir, no sólo más de una centena de naciones reconocen de facto a Maduro y al país que dirige como un país amigo, sino que también como uno capacitado para mandatar el organismo. Al parecer, aislamiento y la soledad política y diplomática de Venezuela, que los medios nos tienden a hacer creer no es tal, y solo ocurre entre poderes occidentales hegemónicos, pero más allá de las lógicas colonialistas y obsecuentes con los liberalismos conservadores europeos y norteamericanos, el régimen venezolano es parte de la comunidad internacional, lo queramos ver o no.

Es importante ser más ilustrativos para demostrar que el aislamiento de Venezuela no es total, sino que parcial, si Chile tiene 7 embajadas en África: Argelia, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenia Marruecos y Sudáfrica, el país caribeño tiene 18. Más de alguien podría decir, que las Embajadas no explican todas las relaciones internacionales, pero, que muchos de nosotros enunciemos la desconexión venezolana, cuando este país prácticamente nos triplica con su presencia diplomática de alto nivel en todo un continente, es al menos, paradójico. Sucede lo mismo con Asia: la República Bolivariana tiene 22 altas representaciones diplomáticas en Asia, Chile sólo 16, al menos en materia bilateral podríamos decir que el país llanero está muy poco aislado del continente asiático. Si la misma comparación la estableciéramos en base a Colombia y Argentina, los resultados son similares.

En América Latina, el panorama no es diametralmente opuesto, pese a la oleada de nuevos gobiernos de derecha, en innumerables ocasiones ha fallado la moción de aplicarle la Carta Democrática a Maduro y su gobierno. Esto ocurre principalmente por las alianzas caribeñas que Chávez generó, alimentadas en gran parte por Petrocaribe, una corporación con la cual entre otras cosas el país sudamericano ofrece ventajas en acceso al petróleo. Pero eso no explica todo, ha habido al menos dos países “neutrales”, ellos son Uruguay y Ecuador. Dos naciones que cuando Chávez gobernó fueron importantes aliados, y que hoy están presididas por dos mandatarios alejados de Maduro. No obstante, optan por no encararlo con el mismo estilo de Mauricio Macri, Piñera o Juan Manuel Santos.

En términos económicos y comerciales, el diagnóstico de una Venezuela apartada puede tener algunos puntos certeros, sin embargo, a nivel político y diplomático el país caribeño está inserto en el mundo, aún a pesar de los autoritarismos de Nicolás Maduro. El petróleo es un factor importantísimo en la geopolítica venezolana, pero esto no quiere decir que sea lo único relevante y que no haya países como China y Rusia dispuestos a mantener relaciones a pesar de que le son “desfavorables”. En el objetivo histórico de Vladimir Putin de que la Federación Rusa vuelve a ser el coloso que fue, encuentra en los adversarios a la política exterior de Estados Unidos grandes aliados: allí está el país venezolano. Esto coincide con lo que plantea Rodrigo Salazar Elena para quien “las diversas acciones de Chávez son consistentes con un objetivo declarado; la creación de polos de poder alternativos que reduzcan la hegemonía mundial de Estados Unidos”. Esto podría explicar porque se afianzaron relaciones, por ejemplo, con Irán en especial en tiempos de Mahmud Ahmadineyad muy a pesar de que el fuese un conservador en su política interna.

Venezuela sólo está aislada si comprendemos del mundo de una manera Occidental o colonial. Uno podrá oponerse al gobierno de Nicolás Maduro, pero cualquier oposición debe atender a datos de la realidad internacional. Pensar que Nicolás Maduro está abandonado limita con la ingenuidad, al igual que creer que Venezuela sobrevivirá solo con relaciones diplomáticas y comerciales de países no occidentales. Varias críticas se le pueden desplegar al madurismo, pero es difícil negar que los años que Nicolás Maduro pasó en la cancillería durante la presidencia de Chávez aún le traen réditos.

Tomás Manuel Fábrega