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Opinión

Pablo Casado: Liderazgo a la derecha y experimentación

Por: Gerardo Muñoz | Publicado: 28.07.2018
Pablo Casado: Liderazgo a la derecha y experimentación Rueda_de_prensa_de_Pablo_Casado_2017 |
En un esquema político multipolar, el liderazgo de Pablo Casado por ahora busca acomodarse entre la restitución del Aznarismo y la experimentación de nuevas coordenadas políticas fluctuantes.

El congreso del Partido Popular (PP) español este sábado fue una apuesta por la renovación del liderazgo político. Ha salido victorioso Pablo Casado, un joven del ala aznarista de 37 años, quien durante las últimas semanas resaltó entonaciones fuertes para perfilar su carisma. Un político “cafetero” le ha llamado Enric Juliana, el gran analista político de La Vanguardia. Una metáfora perfecta que recoge la ambigüedad de la cuestión: el café es amargo, pero despierta. Casado defiende una plataforma de derechas sin complejos: desregulación de la economía, mano fuerte con el independentismo, defensa anti-aborto, énfasis en la subjetividad del ciudadano-emprendedor, y recentralización de lo español como idea fuerte de la identidad nacional.

Esto último es el corazón de la derecha española, que no esconde su temor ante una propuesta federalista de España como nación de naciones (vieja tesis de Pi i Margall), reactualizada por Pedro Sánchez para reconfigurar el mapa territorial. Pero quizás haya un movimiento aún más importante: desplazar la novedad de Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera, que tanto brillo le ha quitado al partido tradicional de las clases medias españolas.

Esto último será lo más difícil de llevar acabo, aunque no deja de ser una estrategia a contracorriente. En una época donde predominan las alianzas – recordemos el giro a la izquierda de Podemos con Izquierda Unida o la reciente moción de censura contra Mariano Rajoy – Casado promete fijeza al interior de los principios del Partido. En realidad, promete volver a las intenciones iniciales. La idea es refundar a partir de los principios “originales”, para decirlo con esa palabra tan importante dentro del conservadurismo legalista norteamericano.

Se busca tantear otra vía: la tesis sería que sumar voluntades no es lo que llevaría al éxito, sino la postura de permanecer fiel al principio. Un viejo ideal en la política hispánica imperial y en el canovismo decimonónico. En la opinión pública española se ha repetido que Casado se ha movido a la derecha del status quo del PP. Y aunque es una percepción correcta, ese desplazamiento ha sido más “modal” que sustancialista. Por eso es que la imagen ‘cafetera’ o de experimentación es verosímil.

Casado es una experimentación de viejas formas con nuevos brillos. No se trata solo de una cuestión de edades. El mismo Casado ha recordado que 37 años es la edad de oro de los comienzos del liderazgo político, y aludió a José María Aznar, a José Luis Zapatero, e incluso a Barack Obama. La experimentación se mide a partir del equilibrio entre lo viejo (el aznarismo de principios), y lo nuevo que busca desbordar la legislatura de Rajoy y Sáenz de Santamaría. El liderazgo a la derecha de Casado se asemeja al del nuevo presidente colombiano, Iván Duque, el consentido de Álvaro Uribe Vélez, y estrella de la nueva derecha latinoamericana en pro del emprendimiento, la flexibilización económica, y el antipopulismo legalista. Las comparaciones despejan y ayudan a tomar distancia para la comprensión de lo nuevo.

En este sentido, Casado no es homologable a la nueva extrema derecha y ni es una versión española de Trump. Ni de lejos. En una tertulia radial, Casado defendía la figura del congresista norteamericano, Newt Gingrich. Pero no el Gingrich populista del 2016, sino el de la “Republican Revolution” de 1994. Un desfasaje muy curioso, fiel al espíritu del arcano.  En su discurso ante el Congreso, Casado también deslizó una crítica a la demagogia de Matteo Salvini, el hombre fuerte de la Liga Norte en Italia. Y aunque apostando por una sociedad civil basada en la figura del “ciudadano emprendedor”, aludió al estado de bienestar en términos positivos, lo cual sigue indicando la “diferencia española” en el mapa europeo. He aquí otra clave que contrasta con las derechas del otro lado del Atlántico.

En un esquema político multipolar, el liderazgo de Pablo Casado por ahora busca acomodarse entre la restitución del Aznarismo y la experimentación de nuevas coordenadas políticas fluctuantes. En los tiempos que corren, la derecha española pone a pruebas la resistencia de un liderazgo renovado, así como la tesis de una política basada en “principios”. Veremos en los próximos meses esto es suficiente para renovar a un partido que se encuentra en una crisis terminal.

Gerardo Muñoz