La mitad de Chile tiene miedo

Anoche las mujeres de Chile durmieron preocupadas –las que lograron conciliar el sueño–. Alrededor de las 23:30 hrs. de la noche comenzó a hacerse viral por diferentes redes sociales una denuncia a un grupo llamado “El nido”, quienes difundían fotos de mujeres y extorsionaban a las mismas jactándose de tener su dirección, saber sus datos, atemorizando a la población femenina de Chile, con presuntos secuestros. Probablemente llegó a ustedes por sus madres, sus tías, sus hijas, sus hermanas, sus amigas, sus compañeras de trabajo o ustedes mismas lo enviaron.

No importa el medio por el cual informaron de esta posible amenaza, y aunque parezca cruel, tampoco importa qué tan veraz es esta información, porque aquí hay un solo hecho relevante: el motivo. No podía dormir y quise hacer un ejercicio para ver cuán asustada vivo todos los días, y pensé:

Cuando comparto mi ubicación por WhatsApp cada vez que salgo, ese motivo se llama miedo.

Cuando al vestirme cambio mi ropa por “otra menos reveladora”, ese motivo se llama miedo.

Cuando se me aprieta el estómago al ver a mi hermana pequeña salir, ese motivo se llama miedo.

Cuando corro de noche por llegar a mi departamento lo más rápido, ese motivo se llama miedo.

Cuando me muerdo la lengua y no digo nada ante un acoso callejero, ese motivo se llama miedo.

Cuando le sugiero a mi mamá que compre gas pimienta por protección, ese motivo se llama miedo.

Cuando debo vigilar mi trago y cuidar “no tomar de más” en una fiesta; ese motivo se llama miedo.

Cuando pienso que es mejor, dejar que me roben a que me violen, ese motivo se llama miedo.

Y luego, cuando pienso que es mejor que me violen a que me maten, ese motivo se llama miedo.

Cuando debo censurarme en redes sociales y ocultar hasta mi nombre, ese motivo se llama miedo.

Y finalmente del ejercicio resultó la misma conclusión por la cual me hizo sentido el feminismo: Las mujeres de Chile tienen miedo y ya están cansadas de tenerlo. Pero lo más curioso de todo, es que para crear políticas públicas que garantice una verdadera seguridad, primero deberían preguntarnos y basta con revisar la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) para darse cuenta que ningún ítem tiene enfoque de género, y no hay estadísticas diferenciadas. Estamos cansadas de ser invisibilizadas, ni siquiera nuestro miedo tiene espacio a voz.

Según la fundación Datos Protegidos 2 de cada 3 mujeres han sido acosadas o extorsionadas de alguna forma en internet, lo que equivale a un 88% de mujeres en Chile. Y lo que es más curioso todavía, es que el Proyecto de Ley que establece el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, que busca tipificar distintas formas de agresión y violencia de género en internet lleva, desde Enero del 2017, descansando en la Cámara de diputados y pese a que se le ha colocado 11 veces suma urgencia, aún no ve la luz. ¿Cuánto tiempo más debemos esperar? ¿Qué más tiene que pasar? La mitad de Chile vive con un motivo, ese motivo se llama miedo.