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El ADN es la llave del desarrollo

Por: Florencia Tevy | Publicado: 25.04.2019
El ADN es la llave del desarrollo adn |
Actualmente la reproducción sexual que garantiza la mayor parte de la variabilidad genética de una especia está amenazada principalmente por el bajo número de individuos dentro de la especie y/o por la disminución del número de polinizadores. Siendo Chile un país agrícola, es urgente entender cuales son los “genes del cambio climático” para las diferentes especies para poder gestionar planes eficientes que permitan mantener la biodiversidad que sostiene esta parte de nuestra matriz productiva. Al mismo tiempo, conocer el genoma de todas estas especies permitirá generar variedades “resistentes” a los efectos del cambio climático ampliando además la industria biotecnológica local y generando nuevos usos de las especies actualmente no comerciales y/o no productivas.

Cada segmento del ADN codifica para un gen diferente y la dotación completa de ADN de un ser vivo se llama genoma. En 1990, el desafío era leer todo el genoma de un ser humano. Así comenzó el proyecto Genoma Humano, financiado por el departamento de Energía de Estados Unidos, durante la administración de George Bush, pero sería Bill Clinton, el año 2000 quien acompañado por los científicos ejecutores del proyecto y por las máximas autoridades de diferentes países que se fueron sumando al proyecto, quien presentaría el primer borrador del mapa del genoma humano. Este hito, por su relevancia, fue comparado por Clinton con la llegada del hombre a la luna.  El genoma humano abriría una nueva frontera para la humanidad.

Según el estudio de la consultora Battelle del año 2011 sobre el impacto del Proyecto Genoma Humano, una inversión 3800 millones de dólares en investigación se tradujo en 796 mil millones de dólares de impacto económico, en distintas áreas: medicina y salud, veterinaria, agricultura y alimentación, industria biotecnológica, aplicaciones medioambientales y justicia y seguridad, entre otras. Sólo en el 2010, esta iniciativa significó para Estados Unidos 67 mil millones de dólares y 310 mil nuevos puestos de trabajo.  Los efectos del Proyecto Genoma Humano son enormes, abarcando todas las esferas del conocimiento y ha redundado significativamente en la economía generando una nueva industria del conocimiento.

La población mundial envejece y vive más. Para 2050 la OCDE estima que la población de más de 65 años en Chile será el 43% de la población en edad de trabajar. Todo esto se traducirá en una gran carga para el sistema de salud. Gracias al conocimiento de su genética local y las tecnologías informáticas actuales, los sistemas de salud del mundo están migrando hacia la medicina personalizada y de precisión, es decir, hacia una medicina “a la medida de uno” donde se utiliza la información del genoma de la persona y su carpeta clínica para prevenir que la persona se enferme y, en caso de enfermedad, para realizar diagnóstico rápido y precoz.  Además, desde hace pocos meses, ya es factible combinar estos datos con el impacto del ambiente sobre el genoma de cada persona en particular. La medicina de precisión también permitirá generar políticas públicas para pequeños grupos o para regiones pequeñas del país mejorando el bienestar local y el alcance y eficiencia, también económica, del sistema sanitario. Actualmente las nuevas tecnologías de secuenciación del ADN, la nueva ingeniería para el resguardo de la privacidad de los datos, así como el manejo de datos masivos se presentan como una oportunidad única para el cambio acelerado de los sistemas de salud. El hecho que Chile tenga una geografía tan diversa y una historia de migraciones igualmente particular lo convierte en un referente ejemplar para ser modelo en medicina de precisión.

La medicina de precisión requiere también de nuevos perfiles profesionales: consejeros genéticos, ingenieros de blockchain, bioinformáticos médicos, científicos especializados en manejo de datos masivos,  entre otros. En otras palabas, se generarán nuevas fuentes de trabajo que reemplazan aquellas que están desapareciendo.

El tema es más complejo aún, necesitamos conocer el ADN  de la especies productivas y de las especies propias de la biodiversidad chilena para generar políticas para la mitigación del cambio climático.  Se requiere de la biodiversidad para mantener el ecosistema que necesitan las especies productivas para asegurarnos un buen rendimiento. Pocos días atrás la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) publicaron su primer estudio sobre biodiversidad y alimentación que indica que la capacidad del planeta para producir comida está severamente amenazada porque el número de especies baja estrepitosamente y la variabilidad genética dentro de las especies desaparece. La variabilidad genética de una especie es una medida de las diferencias genéticas entre los individuos de esa especie y viene asegurada en gran medida por la reproducción sexual al interior de una población grande de individuos. Mientras más diversa sea la genética de la población, mejores posibilidades tendrán la especies de enfrentar un cambio ambiental. Actualmente la reproducción sexual que garantiza la mayor parte de la variabilidad genética de una especia está amenazada principalmente por el bajo número de individuos dentro de la especie y/o por la disminución del número de polinizadores. Siendo Chile un país agrícola, es urgente entender cuales son los “genes del cambio climático” para las diferentes especies para poder gestionar planes eficientes que permitan mantener la biodiversidad que sostiene esta parte de nuestra matriz productiva. Al mismo tiempo, conocer el genoma de todas estas especies permitirá generar variedades “resistentes” a los efectos del cambio climático ampliando además la industria biotecnológica local y generando nuevos usos de las especies actualmente no comerciales y/o no productivas.

La falta de inversión en conocimiento nunca ha sido tan cara como en esta época y podría encarecerse. Chile necesita invertir en genética para afrontar el envejecimiento de la población y la probable crisis del sistema sanitario, así cómo para afrontar también el cambio climático y la crisis de la producción agrícola que ya se empiezan a perfilar.

Florencia Tevy