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Fomentar la participación de niños y niñas para construir un país mejor

Por: Lorena Bojanic | Publicado: 08.06.2019
Fomentar la participación de niños y niñas para construir un país mejor greta |
Al parecer, la cultura adulto-céntrica se resiste, no queriendo ceder su poder. Los grupos históricamente excluidos han logrado avanzar en posicionar sus demandas y hacer oír sus voces, como las mujeres y los grupos LGBTI, por ejemplo. Sin embargo, niñas y niños aún esperan. A pesar de tener una voz, una opinión, ideas creativas y sueños, estos no se incorporan al desarrollo de las políticas públicas, quedando invisibilizados y fuera de los espacios de participación.

La participación de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en todo aquello que les que concierne, incluyendo el tipo de educación que quieren recibir, la amenaza de la contaminación para el planeta y el calentamiento global, al parecer genera incomodidad e incluso desconfianza en el mundo adulto. Y no solo en aquellos responsables de las grandes decisiones políticas, sino también en cada uno de nosotros.

La semana pasada se publicaron en redes sociales algunas opiniones respecto de Greta Thunberg y su rol como activista contra el cambio climático. Surgía preocupación respecto a que una adolescente de 16 años, de nacionalidad sueca, liderara temas que debían ser abordados por los adultos; también dudas por la eventual manipulación de la que podría estar siendo objeto. Asimismo, se exponía sobre los posibles efectos en la salud mental de Greta, debido a su intensa agenda de apariciones públicas ante congresistas, gobiernos (ej. el 14 de abril reciente habló frente al Parlamento Europeo) y la prensa. Por su parte, un buen amigo, experto en ciencias políticas, me hablaba de su cansancio con la presencia de Greta en los medios, aludiendo a su sobreexposición, y el riesgo de volverla una especie de niña fetiche o símbolo de un sistema que poco o nada hace por mejorar las condiciones del medio ambiente.

Sin embargo, ante la discusión, me surgió un dilema mayor. ¿Qué nos pasa a los adultos con la participación activa de los niños y niñas en causas que tienen impacto político? Quizás pensamos que ellos, para estar protegidos, deben solo realizar actividades propias de su edad, como ir al colegio, estudiar y jugar, y que la política es solo para los adultos.

Al parecer, la cultura adulto-céntrica se resiste, no queriendo ceder su poder. Los grupos históricamente excluidos han logrado avanzar en posicionar sus demandas y hacer oír sus voces, como las mujeres y los grupos LGBTI, por ejemplo. Sin embargo, niñas y niños aún esperan. A pesar de tener una voz, una opinión, ideas creativas y sueños, estos no se incorporan al desarrollo de las políticas públicas, quedando invisibilizados y fuera de los espacios de participación.

Es rol de los Estados generar las condiciones para que los más jóvenes participen, en función de su edad y madurez, en todo aquello que sea de su interés, lo cual implicará, evidentemente, construir espacios acordes y seguros por parte de los adultos. Y que instancias como la prensa sean reguladas, para que su ánimo intrusivo y de sobreexposición de la figura que tienen al frente se mitigue al comprender que es un ser humano en desarrollo y, por tanto, que corresponde un trato acorde, evitando su instrumentalización.

Los niños y niñas siempre deben vivir en un entorno protegido, sean o no líderes de opinión o figuras públicas. Y será tarea de los adultos –Estados, instituciones, ciudadanos, las familias– garantizar dichos espacios y promoverlos, confiando en sus capacidades y relevando sus voces, considerando fundamental para el desarrollo de los NNA el ejercicio de sus derechos como ciudadanos.

Lorena Bojanic