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Opinión

Un mínimo de respeto por la dignidad de Luis Petersen

Por: Carolina Ceballos | Publicado: 18.07.2019
Un mínimo de respeto por la dignidad de Luis Petersen fernanda-maciel-700-525-700×440 |
El punto que me interesa relevar es que, durante 16 meses, quien iba a ser uno de los puntales del incipiente núcleo familiar, se expuso al veredicto nacional al integrar hambrientos paneles de televisión que, carroñeramente, se disputaron la sintonía matinal, prime y de segunda y tercera franja, estrujando el dolor de quienes, desesperadamente, buscaban a la joven perdida.

Fue casi un año y medio el tiempo en que la familia de Fernanda Maciel, de quien tuvimos noticias hace escasas semanas, no supo absolutamente nada acerca de su paradero. Tiempo en el que su pareja, Luis Petersen, dejó los pies en la calle y en los distintos canales de televisión, buscando la verdad tras la desaparición de la joven con quien, en pleno ejercicio de sus derechos, tenía planificado formar una familia, ambos junto a la niña que en su vientre ella gestaba.

Ciertamente, nadie podría desconocer que la exposición mediática contribuyó a mantener el caso en primera línea, lo que evidentemente redundó en una presión para las policías (cuyo accionar en estas lamentables circunstancias da material de sobra para escribir otra columna) que, afortunadamente más temprano que tarde, pero a fin de cuentas bastante tarde igual, lograron dar con el cuerpo de Maciel y su hijita.

El punto que me interesa relevar es que, durante 16 meses, quien iba a ser uno de los puntales del incipiente núcleo familiar, se expuso al veredicto nacional al integrar hambrientos paneles de televisión que, carroñeramente, se disputaron la sintonía matinal, prime y de segunda y tercera franja, estrujando el dolor de quienes, desesperadamente, buscaban a la joven perdida. Al principio se vio casi en la misma línea de exposición mediática, con las consecuencias que ello implica, a la mamá de Fernanda, Paola Correa, junto a su yerno, quien a poco andar asumió la posta y se transformó en el principal rostro, en el emblemático rostro que, en representación de todo el clan Maciel, lideró la desesperada y angustiante búsqueda de la chica que desapareció en febrero de 2018.

Se comprende el interés mediático por el caso, también la operativa interna a partir de las cuales se trabaja en los distintos canales de televisión. Hasta ahí les concedo cierta diversidad de criterio para abordar el tema. Sin embargo, cuando se hace cotidiana la constante falta de respeto hacia Petersen, a quien se le ha acorralado con preguntas alusivas a su supuesta responsabilidad en la desaparición de su pareja, además de someterlo a horas y horas de conversatorios de distinta intensidad donde Fernanda ha sido el tema que ha monopolizado el espacio, entonces es que me pregunto hasta qué punto se empatiza con el calvario de una familia, calvario que solo hay que vivir, para poder dimensionarlo cabalmente. Entonces es cuando me cuestiono si por liderar la franja matinal, vale la pena ser tan descarnado e inhumano, tan inescrupuloso.

Sin temor a que se me cuestione y se me tilde de resentida, quisiera permitirme unas palabras en beneficio de la dignidad de un hombre de alas caídas, un hombre a quien cuya existencia se le pulverizó de un segundo a otro, arrojándolo a la vereda más adversa de la vida, donde casi no hay piso y donde, fácilmente, se puede llegar a cuestionar todo, un hombre que, además, en términos televisivos, sirve. Y mucho. Es el producto que redita, alimenta el morbo día a día e incrementa el rating.

Nuevamente me cuestiono hasta dónde se es capaz de llegar al momento de exponer tan perversa, fría, descarnada e inescrupulosamente el dolor de un hombre sencillo y adolorido, un hombre hambriento de justicia. Voy a ir un poco más allá y, sin rodeos, voy a poner sobre la mesa el tema del clasismo, que he visto en este lamentable caso. No logro comprender el trato del que ha sido objeto Petersen, no lo comprendo y menos lo suscribo cuando tengo que asumir que en TV hay trato diferenciado para la gente, lo que está directamente vinculado a la clase social de quien opera como sujeto y objeto noticioso. Y desde esa diferencia visualizo también una nefasta coincidencia con el trato puntual que se le ha otorgado al viudo de Maciel en algunos espacios televisivos. A saber, con poco respeto y de una carencia de humanidad básica que me paraliza, con una desidia que no se condice con los estándares mínimos de respeto por la ética y la responsabilidad periodística. Todo muy legal ciertamente, no tan legítimo, en todo caso.

Porque, ¿en qué espacio mental cabe la audacia de elaborar algo tan poco empático como la respuesta que tuvo el colega Jorge Hans, un hombre de dilatada trayectoria en TV, no hablamos de un joven novato, con Peterson? Ocurrió así. Contexto: emisión de día martes de la semana en curso del programa “Mentiras verdaderas”, donde ambos se encuentran para tratar uno de los temas policiales “de moda”. En pleno desarrollo de la conversación, el pololo de Fernanda le enrostra al periodista sus afirmaciones en otros espacios de la pantalla chica donde, le objeta, le dio un trato inmerecido e incluso hizo comentarios alusivos a una eventual responsabilidad suya en los macabros hechos.

Con más ímpetu que racionalidad, además de nula empatía por el dolor de su interlocutor, el aludido rápidamente responde intentando “argumentar”, que a él no se le ha perdido su pareja. Cerremos por fuera y encerrémonos a pensar y replantear el rol de los medios de comunicación y su importancia social, entendamos que se puede hacer televisión desde un lugar más humano y decente, dejémonos de pensar el periodismo desde el ego y la vanidad, entendamos de una vez que con el dolor y la tragedia no se juega. 

Carolina Ceballos