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La violencia de los “pacíficos” manifestantes afuera de Escuela Militar

Por: Francisco Mendez | Publicado: 03.02.2020
La violencia de los “pacíficos” manifestantes afuera de Escuela Militar | Foto: Agencia Uno
¿No les bastó con la masacre de hace casi cincuenta años? ¿No les quedó claro que en Chile los militares no pusieron orden, sino que persiguieron, torturaron, mataron y eliminaron los vestigios de un Chile politizado que murió en 1973? Pareciera que no. Parece que todo lo que pasó, todo lo que se destruyó y se masacró no fue suficiente para quienes hoy piden a los bototos en la calle como si no fuera una falta de respeto a la historia no solo de personas de izquierda, sino de un país atemorizado, roto, destrozado por la imposición a mano de hierro y que hoy explota frente a lo impuesto y luego legitimado en democracia.

Se juntaron en la Escuela Militar, según ellos, a manifestarse “pacíficamente” por el rechazo a una nueva Constitución. No querían molestar a nadie, lo hacían como “gente de bien”, en la comuna de Las Condes, porque “así es la democracia”, repetían.

Cuando se les preguntaba en redes sociales por qué se juntaban en ese lugar, decían que podían hacerlo en cualquier parte y que en ningún caso era para llamar a los militares. Curioso por decir lo menos. Extraño esto de juntarse en un lugar como ese y no querer que quienes están adentro salgan de sus cuarteles a usar su fuerza. Y también lo es querer pedir la “paz” negando un debate democrático constitucional y reviviendo la figura del dictador con fotos suyas e implorando que vuelva alguien parecido a “tomar las riendas” del poder.

¿No les bastó con la masacre de hace casi cincuenta años? ¿No les quedó claro que en Chile los militares no pusieron orden, sino que persiguieron, torturaron, mataron y eliminaron los vestigios de un Chile politizado que murió en 1973? Pareciera que no. Parece que todo lo que pasó, todo lo que se destruyó y se masacró no fue suficiente para quienes hoy piden a los bototos en la calle como si no fuera una falta de respeto a la historia no solo de personas de izquierda, sino de un país atemorizado, roto, destrozado por la imposición a mano de hierro y que hoy explota frente a lo impuesto y luego legitimado en democracia.

Y es que ellos son ciudadanos. Creen que son los únicos que tienen derecho a vivir tranquilos, aunque esa tranquilidad sea la muerte de personas y un Estado que salga a la calle no a ejercer la ley, sino que a darse un gustito ideológico.

Cuando uno les pregunta por las vidas humanas, a estos personajes les interesa más su seguridad que otra cosa. Quieren resguardar propiedades de un enemigo que es más fuerte en sus cabezas que en la realidad. Creen que con la definición de delincuente, cuando se refieren a las personas que han saqueado, se deshumaniza a los sujetos y, por ende, sus vidas pierden valor y derechos. Están convencidos de que acá lo que está en juego no es el futuro del país, sino sus futuros personales, sus vidas, su tranquilidad económica, esa que sustentan gracias a tarjetas de crédito que ya no soportan sus lujos impagables para mostrarse mejor que el resto.

¿Será que no ven lo que pasó el 18 de octubre? ¿Será que no entienden que la única manera de solucionar todo esto es mediante la política y no con fusiles? ¿Será que no comprenden que todo lo que pasa por estos días es precisamente porque los militares salieron a las calles en el pasado? Tal vez lo saben, pero prefieren ignorarlo. Prefieren quedarse con su autocomplaciente idea sobre qué es lo mejor para el país. O para ellos. Y andan en la búsqueda de una nueva voz chillona, sin el mínimo sentido de la prudencia y del decoro, que termine una vez más rompiendo vidas, familias, con tal de no ver amenazado lo que no han visto amenazado.

Por muy antidemocrático que suene para quienes quieren sacar a los militares, pararse afuera de la Escuela Militar parece más bien la necesidad de tapar con las armas lo que lo que está manifestándose en las calles. Quieren solucionar lo que está pasando sin que se solucione nada. Es decir, sin proceso constituyente, sin una conversación y sin un nuevo acuerdo social. ¿Por qué? Porque están muy preocupados de sus vidas como para mirar hacia afuera. Están demasiado obstinados en buscar conspiraciones chavistas para no llegar a la conclusión final, que es que acá algo se cayó, se derrumbó, y urge que la nueva tarea no sea recomponer lo mismo, sino edificar algo nuevo. Algo que no sea una sola mirada ideológica vestida de realidad, sino el destierro definitivo de Jaime Guzmán y Augusto Pinochet de nuestra institucionalidad. Pero de manera democrática.

Francisco Mendez