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Opinión

Más razón y menos fuerza; más prevención y menos castigo

Por: Bertrand Coustou | Publicado: 23.06.2020
Más razón y menos fuerza; más prevención y menos castigo |
Chile necesita un portavoz creíble y con convicción para ayudar a los chilenos a actuar con prudencia y responsabilidad. Chile no necesita más autoridad, sino claridad y confianza.

La tragedia se instaló en Chile y nada parece funcionar para siquiera frenar la propagación del virus.

Cada vez más restricciones, más militares y carabineros en las calles, más fiscalizaciones, más amenazas y fuerzas coercitivas, haciendo cada vez más difícil la vida para los chilenos, con un resultado casi nulo.

Todos los expertos lo dicen: la estrategia comunicacional fue mala desde el inicio y no se corrigió. En el fútbol, el cambio de entrenador puede significar la mejora en el rendimiento de un equipo. En la salud pública, lamentablemente no sucede lo mismo. El resistido cambio de ministro de Salud no resolverá las deficiencias y crisis permanentes que afectan el sistema de salud chileno y castiga los más pobres y a la clase media.

Lo que necesita el país es una comunicación clara, invasiva, para que todos se informen cómo prevenir el contagio. La cuarentena ya ha mostrado sus límites y al extenderse va a ampliar la tragedia, provocando ruinas económicas, suicidios, enfermedades mentales, violencia intrafamiliar, hambruna, desesperación, actos violentos, delincuencia…

La propagación del virus es un castigo suficiente para el pueblo chileno que necesita respeto y confianza de parte de las instituciones que deben proteger, y no castigar más que lo soportable.

Chile tenía la ventaja, tristemente desaprovechada, de contar con margen de tiempo para enfrentar la pandemia, después de que ésta afectase a los países asiáticos, europeos y norteamericanos. Observar, estudiar y analizar la expansión del Covid-19, y los enfoques con que se la enfrentó, nos habría dado la chance de actuar informados y proteger a nuestra población. Eso no sucedió.

Nuestras circunstancias escribieron otra historia, donde la soberbia e indolencia gubernamental no hicieron más que acrecentar el descontento y desconfianza de casi todo el país. En los hechos, estábamos preparados de la peor forma en la lucha y prevención eficaz contra el Covid-19. La desconfianza en el Presidente de la República y su gobierno, luego de cinco meses de manifestaciones duras e injustamente reprimidas, hizo entrar al país en la pandemia con muy mal pie respecto de la credibilidad de sus instituciones. Los primeros discursos de las autoridades fueron confusos, con errores y un inmoral cálculo político, que no lograron transmitir el mensaje de prevención tal como se debería. Contradicciones discursivas, conferencias de prensa con cifras engañosas, estrategias incomprensibles de conteo, las fracasadas “cuarentenas dinámicas”, entre otros factores, terminaron para confundir totalmente a la mayoría de la gente.

Faltó un discurso simple, claro y convincente para invitar a la prevención primaria.

Faltó un portavoz creíble del mensaje, alguien que fuese escuchado y aceptado, que inspirase confianza y cuyas instrucciones fuesen acatadas; alguien capaz de generar consenso, como un actor, un músico, un futbolista.

Primó el tecnicismo económico, el frío análisis de cifras y estadísticas que no entendía nadie. Se hablaba de ventiladores, de camas y de cuarentena y no se hablaba de la gente, de los niños y las familias, dejando en claro la falta de empatía respecto a la tragedia humana que implica esta pandemia. No se trata de números: hablamos de la incertidumbre de contagiarse, de personas que están muriendo, de familias afectadas y en duelo.

Nunca es tarde para cambiar y corregir errores, y es ahora cuando debe ser claro un urgente cambio de enfoque. Porque, pasadas tres meses de cuarentena, los contagios siguen en aumento y no debería ser así.

El cambio de ministro no debe ser sólo cosmético. Debe significar un cambio de discurso hacia la población y un cambio de estrategia de lucha contra la propagación del virus.

Si los que nos dirigen y quienes encabezan la política de salud no logran convencer a los chilenos respecto a la letalidad del Covid-19, la cuarentena no servirá para nada. Actualmente, el alto nivel de infracciones al toque de queda y el confinamiento demuestran el fracaso del discurso y la estrategia.

La autoridad sanitaria debe transmitir eficazmente las medidas preventivas indispensables: lavarse continuamente las manos con jabón o gel; portar mascarillas; guardar distancia mínima de 1,5 metros con cualquier persona y limitar las salidas de la casa a lo estrictamente necesario. Hasta el momento, nada de esto ha pasado. Hasta el día de ayer lo normal era ver a la gente no respetando la distancia en las filas o en las ferias, sin mascarillas, o usándolas de modo incorrecto. El mensaje debiese ser claro y contundente: los chilenos deben protegerse y proteger los demás, porque de esta forma todos nos protejamos.

Si los chilenos, cualquiera sea el nivel económico o social, hubiésemos aplicado estrictamente las medidas de prevención, no hubiera sido necesaria la cuarentena, tal como hicieron con éxito en Alemania.

Lo más importante es recordar los gestos indispensables para no contaminar ni contaminarse, como que la mascarilla por sí sola no es suficiente: es indispensable guardar distancia y lavarse las manos también. Y, por supuesto, que el Estado realice masivamente el test, aislándose cada persona de los demás en caso de ser diagnosticado.

Chile necesita un portavoz creíble y con convicción para ayudar a los chilenos a actuar con prudencia y responsabilidad. Chile no necesita más autoridad, sino claridad y confianza.

Chile necesita pensar en la gente antes que en la economía. Con las características socioeconómicas del país, la cuarentena no es una solución viable porque demasiada gente necesita salir a buscar su sustento. Seamos conscientes de la pandemia y apliquemos las medidas y dinámicas para combatirla, con respeto y preocupación por los más pobres.

Chile necesita más razón y menos fuerza.

Bertrand Coustou