Avisos Legales
Opinión

Hemos dicho basta

Por: Jaime Collyer | Publicado: 12.07.2020
Hemos dicho basta Diputados celebrando / Agencia Uno |
Ahora que los parlamentarios han decidido ponerse al fin las pilas y asumir el deber para que el fueron electos, sancionando en la Cámara la posibilidad del retiro del 10%, los medios de comunicación teledirigidos por el empresariado y el poder vuelven a poblarse de expertos, esta vez de economistas, que anuncian el eventual descalabro del sistema de vida tan justo y equitativo que sufrimos desde hace cuatro décadas.

Decía Frédéric Bastiat, connotado liberal francés del siglo XIX (un liberal en serio), que “cuando el saqueo se convierte en una forma de vida para un grupo de personas dentro de una sociedad, con el tiempo ese grupo crea un sistema legal que lo autoriza y un código moral que lo glorifica”.

La votación reciente en la Cámara de Diputados a favor de legislar el retiro necesario de nuestros dineros capturados por el sistema de AFP ha dejado una estela previsible de vestiduras rasgadas entre los voceros de ese grupo de predadores y algunos expertos que nunca dejan de hacerles de comparsa o acompañar esos gestos con sus propios golpes de pecho alarmistas. Es, en ese sentido, una hora propicia a la charlatanería revestida de hondura y seriedad, a ver si entre todos logran revertir lo sucedido y aun rescatar a alguien con vida del naufragio y esa versión ya perforada del Titanic, la metáfora con que hoy comenzamos varios a identificar al malhadado neoliberalismo y a su charlatanería bien calculada para ir colando el temor en la ciudadanía cada vez que ésta da pruebas de un gesto soberano y de su voluntad cívica y cohesionada.

Ahora que sus representantes parlamentarios han decidido ponerse al fin las pilas y asumir el deber para que el fueron electos, sancionando en la Cámara de Diputados la posibilidad del mencionado retiro, los medios de comunicación teledirigidos por el empresariado y el poder vuelven a poblarse de expertos, esta vez de economistas, que anuncian el eventual descalabro del sistema de vida tan justo y equitativo que sufrimos desde hace cuatro décadas. Las declaraciones a este respecto no han tardado en asomar. José Luis Daza señala de la votación habida que “es una punta de lanza para tratar de destruir el sistema de pensiones y no tiene ninguna racionalidad económica”. Y Sebastián Edwards, con esa pizca de frivolidad mediática que suele caracterizar sus intervenciones, dice textualmente que el retiro anunciado de los fondos previsionales “es un suicidio lento de un sistema que funciona muy bien”. Uno se pregunta ineludiblemente: ¿en qué mundo vive esta gente, los economistas y expertos que ahora hacen su agosto en los medios de comunicación? Y la pregunta está respondida de antemano: habitan desde luego en el corazón de la metrópoli, al amparo de sus cátedras reblandecidas por la distancia, a algunos años-luz de la realidad inmisericorde que hoy enfrentan sus compatriotas.

La charlatanería cunde, por otra parte, entre los adalides cavernarios de la derecha local. A pocas horas de producirse la votación –la que ya intuían una derrota fragante de sus huestes–, Evelyn Matthei advertía que, si se aprobaba lo de legislar el retiro de fondos, ello equivaldría a “incendiar todo Chile”. Marcela Cubillos, la displicente Cubillos, decía por su parte, y con posterioridad a la votación, que el resultado era el fruto de decidir en política con criterios populistas. Y José Piñera, el irreductible que engendró este sistema espurio, citaba a Winston Churchill, identificando de manera oportunista sus propias creencias con la resistencia épica de Churchill y la población británica ante la Alemania nazi, hay que ser muy delirante.

Con tanto vocero improvisado y sus augurios, y su peculiar sentido patriótico o de misión, vamos a terminar todos muriéndonos de asco antes de que nadie haya retirado ningún fondo o se haya inventado la deseada vacuna contra el Covid-19.

Según los economistas mencionados, el mismo sistema que ha generado pensiones miserables hasta generar el estallido social es ahora definido como un sistema exitoso, que funciona estupendamente y que hay que preservar. El eslogan implícito acuñado ahora por esos expertos es que el mencionado retiro de fondos “es pan para hoy y hambre para mañana”, en curiosa tergiversación de los apremios, urgencias y estragos que la realidad circundante ha provocado, y provoca hoy más que nunca, entre una porción mayoritaria y la más desprotegida de la población. Lo que ahora omiten esos especialistas es que el hambre ya está aquí y rodea a diario a esos sectores, y que ese mañana optimista que ahora defienden sigue siendo –con o sin retiro de una porción ínfima de los fondos– el de las jubilaciones miserables y las privaciones futuras. Un sistema, en suma, que es hambre hoy y seguirá siendo hambre mañana.

Hasta Pepe Auth, que va camino de titularse del mayor tránsfuga de nuestra historia patria (para decirlo con benevolencia), decía antes de la votación que él iba a votar en contra porque no se trataba, en fin, de afectar a un sistema que en su esencia había que preservar, solo cabía aumentar el ahorro con cargo a no se sabe quién. Dicho desde el goce de su dorado sueldo parlamentario, se entiende, claro, la afinidad progresiva del honorable con el statu quo neoliberal. Y Matthei habla de incendios en ciernes, porque para esta gente profundamente antitética con la democracia todo empeño ciudadano de devolver una pizca de la soberanía constituyente y económica al ciudadano de a pie es visto como un gesto incendiario. Otro tanto aplica a Cubillos en sus referencias alarmadas al populismo hipotéticamente en curso. Para la derecha más recalcitrante, y eso incluye al muy básico Schalper o la reconocida niña-símbolo de la corrupción, todo lo que no sea llevarles a ellos mismos el amén y acatar sus designios proclives a la dominación es tildado de irresponsabilidad cívica, piromanía o populismo.

Ahora es cuando toca resistir a esa campaña de declaraciones presuntamente serias y de expertos que nos llaman a la cordura, una ofensiva que irá seguramente en aumento con los días.

Los datos fundamentales no han cambiado tras la votación de la Cámara, nada nuevo ha comenzado a ocurrir. Seguimos presos de una cleptocracia fundamentalista (el gobierno de los saqueadores por los saqueadores para los saqueadores) y un sistema pensado –ideado en la dictadura por el mentado devoto de Churchill– para expropiar mes a mes a la ciudadanía y financiar los negocios de la minoría cleptócrata, sin descuidar por cierto las jubilaciones privilegiadas de los garantes uniformados del contubernio.

Sólo queda resistir sus cantos de sirena, amarrarnos con firmeza al mástil y seguir adelante con el propósito más vasto y ambicioso de desmantelar de una vez su reinado, erigido a costa de nuestros sueños ciudadanos.

Jaime Collyer