Avisos Legales
Opinión

Una pregunta

Por: Catalina Mena | Publicado: 09.08.2020
Una pregunta |
Estamos cansados de ver los informes matinales del ministro de Salud y su team, estamos cansados de las peleas a muerte en las redes, estamos cansados de nosotros mismos, los (aún) sobrevivientes. Necesitamos seguir vivos, no morir antes de tiempo, retomar nuestros vínculos, que las cosas sigan rodando. Necesitamos que el mundo exista, pero eso sólo existe como pregunta.

Si lo pienso, no sé realmente por qué hice la mayoría de las cosas que hice en mi vida. Si rebobino la película y reviso las escenas (gracias a esta suspensión del tiempo), no sé por qué hice lo que hice. No cumplí planes, ni desarrollé estrategias. Así es que tengo pocos argumentos para justificar mis acciones. Supongo que perseguí objetos del deseo: más chicos, más fugaces, más banales, más importantes, más atinados, más equívocos. Como que en cada momento algo se activó, un motor se prendió, y se hizo lo que se hizo.

De modo que cuando tengo que justificarme, me resulta difícil. Hace mucho tiempo que acepté la condición de no saber. Decir “no sé” ha sido parte de mi lenguaje. Esto no quiere decir que uno evada el pronunciamiento sobre temas urgentes. Estar en la pregunta no significa relativizarlo todo. Ante la matanza y violación de mujeres arranca el repudio cerrado; ante el abuso del poder me rebelo sin una mera duda; ante la violación de los derechos humanos no hay relativización posible. Es después de lo urgente, después de esa claridad que tienen las madres que son madres para cuidar de sus hijas e hijos, es después de eso que es posible entrar a la pregunta.

Dicho así, la pregunta requeriría de un sujeto provisto de ciertas garantías de sobrevivencia. Pero es absurdo creer que alguien que está en el hambre no se cuestiona asuntos que superan su corporalidad; sería equivalente a decir que los pobres no tienen siquis. Mucho antes de las afirmaciones, los pronunciamientos y las certezas, los humanos han interrogado el mundo al cual fueron arrojados.

¿Por qué la necesidad de reinstalar el estatuto de la pregunta? Es una vuelta que uno se da sobre sí mismo.

Tras tanta violencia, tanta ruptura, tanta rabia, creo que ese lugar se me fue alejando. Era tan grotesca la escena, que no podía surgirme ninguna pregunta. Sólo gritos de rechazo, de asco, de pena. Ninguna poesía tras ver cómo les volaban los ojos a los chicos en Plaza de la Dignidad; nada creativo cuando observaba la masacre que llevó a cabo Carabineros durante el estallido; ninguna metáfora mientras, hace poco, veía a Piñera en el funeral de su tío. No. La poesía quedó tuerta. O se escondió en algún lugar. Y tras cinco meses de este paréntesis cavernario parece que necesito salir a buscarla.

Y sí. Todos necesitamos un respiro, un chiste, una pirueta, un lapsus. Algo que nos haga reír, sorprendernos, bailar. Una preguntita saltarina, que rebote en el más allá. Estamos cansados de ver los informes matinales del ministro de Salud y su team, estamos cansados de las peleas a muerte en las redes, estamos cansados de nosotros mismos, los (aún) sobrevivientes. Necesitamos seguir vivos, no morir antes de tiempo, retomar nuestros vínculos, que las cosas sigan rodando. Necesitamos que el mundo exista, pero eso sólo existe como pregunta.

Hace poco vi un video del maestro Gastón Soublette en Youtube. Hablaba sobre el momento que vivimos. Decía que era tiempo de realizar lo que hemos postergado, de enfrentarnos con nosotros mismos y de ir pensando nuevas formas más ecológicas y colaborativas de vivir. La idea me resonó, pero luego pensé que era para una élite. Que sólo los que tenían resuelto ciertos problemas básicos podrían subirse al carro de la cultura alternativa: no todos podemos soñar lo mismo, dije. Y, sin embargo, el mundo siguió ahí, rebotando, como una pregunta abierta, para unos y para otros.

Catalina Mena