Avisos Legales
Opinión

Víctor Pérez contra los/as migrantes

Por: Luis Jaqui | Publicado: 20.08.2020
Víctor Pérez contra los/as migrantes |
Amerita ser majadero frente al racismo del ministro. Pérez culpó a la migración haitiana de las malas condiciones laborales a las que se ven expuestos los/as trabajadores/as chilenos/as y haitianos/as. A su juicio, las malas condiciones laborales son culpa de quienes las aceptan (como si tuvieran otra opción) y no de la precariedad estructural del mercado de trabajo. No es la primera vez que la derecha culpa a las víctimas de los abusos que se perpetran en su contra.

Las palabras del ministro del Interior, Víctor Pérez, son vergonzosas e indignas de una autoridad pública. Para atacar las indicaciones al proyecto de migración presentado por el Gobierno, tuvo la mala ocurrencia (o mala intención) de defender la postura del Ejecutivo, responsabilizando a la comunidad haitiana por las injusticias del mercado laboral chileno. Atribuírselas a un colectivo de migrantes -que trabaja duramente y con escaso apoyo del Estado- es de una bajeza inaceptable.

El mercado de trabajo de nuestro país es una verdadera fábrica de desigualdad. Entre las explicaciones ninguna se relaciona con el fenómeno migratorio como sugirió el irresponsable de Pérez.

Amerita ser majadero frente al racismo del ministro. Pérez culpó a la migración haitiana de las malas condiciones laborales a las que se ven expuestos los/as trabajadores/as chilenos/as y haitianos/as. A su juicio, las malas condiciones laborales son culpa de quienes las aceptan (como si tuvieran otra opción) y no de la precariedad estructural del mercado de trabajo. No es la primera vez que la derecha culpa a las víctimas de los abusos que se perpetran en su contra.

Por si fuera poco, Víctor Pérez oculta su animadversión hacia la migración haitiana, disfrazándola de falsa humanidad: «sufrieron las consecuencias de una entrada irregular (…) fueron sometidos a situaciones de indignidad, situaciones extraordinariamente complejas en lo social». Pérez no hace más que repetir el libreto de Piñera, quien tiempo atrás dio muestras de opacidad al comunicar como acción humanitaria la expulsión de los ciudadanos/as de dicha nacionalidad. ¿De qué otro modo puede entenderse que, junto con embarcarlos en un avión, escoltados por la policía, se les impusiera el requisito de firmar un compromiso de no regresar en nueve años? Piñera y Pérez comparten una fijación con la migración haitiana que no muestran en igual grado por otras comunidades nacionales. En realidad, eso es racismo, algo más bien sintomático, como demostró en su visita a Wallmapu y sus declaraciones contra los/as migrantes haitianos/as, todo en la misma semana como Ministro del Interior.

Victor Pérez se equivoca (o miente) cuando habla de irregularidad. Las personas migrantes que ingresaron con una visa de Turista y permanecieron en territorio nacional para dar cumplimiento a un contrato de trabajo no estaban incurriendo en ninguna irregularidad. El problema que ha tenido nuestra legislación es la alta dependencia entre la regularización y el contrato de trabajo, cuestión que ha impedido a los/as migrantes sostener su situación de regularidad una vez que pierden el empleo (y ello los ha forzado muchas veces a aceptar condiciones desventajosas o incluso precarias en el ámbito laboral). Pero, nuevamente, ello no es una consecuencia buscada por los migrantes (como suele no serlo tampoco en el caso de cualquier otro/a trabajador/a), sino simplemente las condiciones que impone una legislación en extremo restrictiva, burocrática y criminalizadora.

¿Cuál es el problema que lleva al gobierno a rivalizar permanentemente con otros sectores acerca del fenómeno migratorio? Básicamente que mientras los sectores que queremos un futuro después del neoliberalismo, defendemos la migración como un derecho humano, la derecha y el rechazo se esmera en visiones restrictivas o selectivas que buscan negarles ese derecho. ¿Qué sería de tantos chilenos/as que hoy se encuentran fuera en busca de oportunidades si no pudieran ejercer de ese derecho?

Pero, junto a cuestiones de principios, hay otras de orden empírico que dan cuenta de la miopía intelectual del gobierno. El supuesto recurrente de la derecha es que con una legislación restrictiva es posible frenar la migración, aun cuando la evidencia indica que, lejos de conseguir este propósito, los marcos normativos restrictivos agravan el problema del ingreso clandestino. Quien migra por poderosa necesidad, no deja de hacerlo por decreto. En efecto, dado que las legislaciones de tipo restrictivo disminuyen las alternativas de migración regular, acaban por producir lo que Pérez dice querer evitar: migración irregular y consecutiva exclusión social de las personas migrantes en el país de destino. Pese a la insistencia de los expertos, el gobierno insiste en andar a tropiezos con la realidad.

No contentos con impulsar esta visión restrictiva del fenómeno migratorio, la derecha ha incurrido en su visión de migración selectiva. A inicios de su gobierno, Piñera generó polémica por restringir el ingreso de ciudadanos/as haitianos/a y facilitar el de venezolanos/as, (requiriendo visas consulares a los primeros). Junto con entregar señales de que hay migrantes de primera y segunda categoría (indicio de xenofobia y racismo), dio muestras de instrumentalizar la política migratoria para su agenda de política exterior. No fueron pocos quienes se preguntaron la razón de entregar una visa humanitaria a ciudadanos/as de Venezuela y no de Colombia, por ejemplo.

Lo del gobierno no es anecdótico, es una visión compartida por la derecha. Evelyn Matthei respaldó los dichos de Pérez con la misma falta de argumentos que el ministro. Los abusos laborales serían, según ella, responsabilidad de los/as trabajadores/as migrantes. A su vez, lo sería la calidad y disponibilidad de los servicios de educación y salud municipales. Ante la oportuna respuesta de la periodista Mónica Rincón, indicando estudios que avalan que la migración ha tendido más bien el fenómeno inverso (aumento de matrícula en escuelas que estaban por cerrar debido a falta de alumnos, por ejemplo), la alcaldesa aclara que no ha leído los estudios, pero que no le cuadran con lo que ella ha visto. Semejante razonamiento solo se puede atribuir al oscurantismo: la investigación empírica no encaja con sus prejuicios y por ende los pone en duda.

El presidente Piñera, el ministro Pérez y la alcaldesa Matthei (y otros tantos) ven lo que quieren ver, pero es Pérez quien aplica la discriminación y criterio selectivo; tal vez olvidó cuando desfilaba junto a Paul Shäfer en Colonia Dignidad, esa migración parecía no incomodarle.

Luis Jaqui