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Opinión

La vida no se recupera

Por: Dafne Concha | Publicado: 26.11.2020
La vida no se recupera | AGENCIA UNO
Le pregunto al ministro Figueroa, a su gobierno, a su grupo de expertos, a su grupo selecto de privilegiados interlocutores válidos: ¿dónde están los catastros de infraestructura crítica a nivel comunal, regional y nacional para evaluar las condiciones sanitarias? ¿Dónde están las partidas presupuestarias de las intervenciones que, de acuerdo a esos requerimientos, se hicieron en los establecimientos a los que se les autorizó la reapertura para clases presenciales? ¿Cuáles fueron las medidas que tomó el Ministerio para asegurarse que todo estuviera en condiciones óptimas para la utilización de infraestructura y maquinarias en desuso por prácticamente un año?

La vida no se recupera y eso no es un juego ni presencial, ni virtual: es la realidad misma.

De marzo a la fecha hemos estado insistiendo en que es necesario tener una mesa de trabajo para abordar la contingencia sanitaria, pero con presencia de las comunidades, actores y organizaciones sociales de la educación, también de organismos de la salud y de seguridad en prevención de riesgos. Y lo único que recibimos del ministro de Educación, Raúl Figueroa, han sido imposiciones, desprecio frente a nuestras propuestas. Ignoró por completo las sugerencias y solicitudes. Primero fueron las vacaciones en abril y el regreso a clases presenciales en el contexto de lo más complejo de la crisis socio-sanitaria por el Covid. Después fue su defensa sobre el SIMCE y la evaluación docente, mientras repetía públicamente hasta el cansancio que el regreso a clases presenciales sería “seguro, voluntario y gradual”. Intentó, vía proyecto del Ejecutivo, cambiar la subvención escolar para incentivar a los establecimientos a que volvieran a clases presenciales. El ministro fue a todos los matinales a hablarnos de sus grandes medidas sanitarias y de prevención para los establecimientos educacionales y las bondades de sus políticas. Inventaron la campaña “Sigamos Aprendiendo”, se gastaron 300 millones de pesos en buscar persuadirnos de lo bueno que era regresar a clases, ahora, desde fines de octubre. Ocho meses de insistencia, tozudez y muestras de lo que es un gobierno neoliberal y administrador de un modelo injusto, segregador, competitivo e indolente.

Hoy le pregunto al ministro Figueroa, a su gobierno, a su grupo de expertos, a su grupo selecto de privilegiados interlocutores válidos: ¿dónde están los catastros de infraestructura crítica a nivel comunal, regional y nacional para evaluar las condiciones sanitarias? ¿Dónde están las partidas presupuestarias de las intervenciones que, de acuerdo a esos requerimientos, se hicieron en los establecimientos a los que se les autorizó la reapertura para clases presenciales? ¿Cuáles fueron las medidas que tomó el Ministerio directamente para asegurarse que todo estuviera en condiciones óptimas para la utilización de infraestructura y maquinarias en desuso por prácticamente un año?

No era sólo cuestión de alcohol gel, marcas de distanciamiento o densidad de personas. Cuando expresábamos nuestro sentir por la necesidad de instalar una mesa de contingencia, lo hacíamos en el entendido de que, para abordar esta situación compleja de la mejor forma y por el bien superior del niño y la niña, nos necesitábamos todos y todas, cada uno con sus propios niveles de injerencia y responsabilidad, pero con ese objetivo común. No queríamos instalarnos en una mesa de trabajo para figurar o para golpear la mesa: queríamos aportar y nos referíamos justamente a las cuestiones in situ, pues es bien distinto dictaminar resoluciones exentas y decretos desde una oficina ministerial con una mirada gerencial que estar en las escuelas y liceos, vivir las precariedades, sentir miedo por la vida de nuestros hijos e hijas, la de nuestras familias y la de nuestras comunidades educativas.

Ahora que la tragedia se instaló entre nosotros, ¿en qué documento cabe la responsabilidad de un accidente como el que le costó la vida a un joven de cuarto medio, del Liceo Industrial Particular Subvencionado Las Nieves de Puente Alto, manipulando un motor que sería parte de los aprendizajes y evaluaciones para finalizar su año y ciclo escolar? ¿Cómo explicamos esto ante el dolor de la pérdida y el drama que surge tras este infortunio? ¡Es una vida y esa no se recupera!

Duele hasta decir “solidarizamos con la familia y comunidad educativa afectada, a quien le enviamos nuestras más sentidas condolencias”. Duele la pérdida porque la sentimos como si fuera nuestra.

Dafne Concha
Presidenta de la Coordinadora de Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación (Corpade).