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Opinión

La unidad más allá de los partidos

Por: Juan Pablo Miranda Orrego | Publicado: 29.12.2020
La unidad más allá de los partidos Algunos precandidatos opositores al Distrito 10 |
Que distintos proyectos políticos se presenten de manera separada a una elección que utiliza un sistema proporcional no es nada inusual. Sin embargo, la dispersión de proyectos políticos similares entre múltiples listas, tanto partidistas como de independientes, sí supone un desafío mayor de cara a la seguidilla de elecciones que se avecinan. Es cierto que han existido discusiones programáticas más que valorables entre varias de las fuerzas oposición. Sin embargo, en la medida que sigan eclipsadas tras un debate solamente electoral y determinado por los atributos personales de un u otro candidato, difícilmente se llegará a un escenario diferente en el futuro.

En los últimos meses la oposición se ha enfrascado en una ya extendida discusión en torno a cómo construir unidad para enfrentar los desafíos electorales que se avecinan. Sin embargo, la proliferación de candidaturas y listas de independientes que se han hecho públicas en las últimas semanas ha dejado en evidencia que el problema de la unidad dentro de la oposición está lejos de abarcar solamente a los partidos políticos. Sólo en el Distrito 10 ya hay más de 60 candidaturas independientes buscando reunir las firmas necesarias para llegar a la papeleta, las cuales, salvo excepciones, corresponden a apuestas identificadas con la oposición al gobierno de Chile Vamos.

En un contexto marcado por la desconfianza hacia los partidos y la política en general, resulta evidente que la mera suma de siglas partidarias, cualesquiera sean, no bastan para representar la diversidad de expresiones sociales que existen en el Chile post 18-O. Más aún, el último capítulo de la accidentada relación entre partidos e independientes fue el rechazo transversal en el Congreso, con la excepción del Frente Amplio, a la posibilidad de negociar alianzas entre listas de independientes y de partidos políticos, facilitando así la dispersión del voto opositor. Por otro lado, la falta de unidad en el campo opositor también se evidencia entre los mismos independientes y a pesar de que existen diferencias legítimas entre sus distintas listas, también existen casos en donde aquello que diferencia a una apuesta de otra es difuso y difícilmente explicable. Así, la fragmentación de la oposición no se expresa sólo en un elevado número de candidatos y candidatas, sino que de igual forma en la incapacidad de aglutinar candidaturas detrás de proyectos políticos identificables. Por el contrario, quizá la mayor tragedia en las elecciones de abril sea tener varias apuestas compitiendo entre ellas que en la práctica estén defendiendo posturas complementarias o prácticamente iguales.

Las razones de la falta de unidad dentro de la oposición son múltiples y difícilmente pueden ser abarcadas en una sola columna. Sin embargo, uno de los elementos que más está contribuyendo a la dispersión del voto ha sido la poca disposición a enfrentar posiciones y a reconocer que existen diferencias legítimas dentro la oposición o, en otras palabras, a reconocer que existe más de una sola oposición. Por el contrario, los partidos pertenecientes al Frente Amplio, Chile Digno y a Unidad Constituyente han tenido múltiples diferencias a la hora de votar proyectos de ley en el Congreso, con una parte importante de la ex Concertación alineándose con el gobierno. De igual forma, no existe igual postura entre los bloques en torno al legado concertacionista y de la transición, el rol del Estado en la sociedad y la economía, y la forma en que se deben garantizar derechos a través de la Constitución.

Al no haber un proyecto claro que aglutine a las distintas fuerzas de oposición, tanto partidistas como “independientes”, es normal y hasta esperable que se produzca una dispersión de listas y una potencial fragmentación del voto que favorezca a Chile Vamos. Paralelamente, la ausencia de un debate que aborde de manera integral el problema constitucional facilita que la discusión y programas se fragmenten en búsqueda de captar nichos electorales con los cuales salir electo. En definitiva, la ausencia de una discusión colectiva que desborde el cálculo electoral facilita que la disputa constitucional se transforme en un conjunto de proyectos individuales sin mayor coherencia u horizonte común.

El problema de fondo es que, al negar aquello que nos diferencia, la discusión en torno a las legítimas diferencias en el campo opositor se presenta como una mera disputa por parcelas de poder entre distintas maquinas partidistas y personalidades particulares. Independiente de las razones y cálculos electorales, una discusión planteada sólo en esos términos difícilmente puede convocar al Chile pos 18-O, siendo la explosión de listas de independientes un síntoma de aquello. Por lo mismo, el haber antepuesto la discusión electoral, argumentando que las diferencias entre las oposiciones podían resolverse con posterioridad, término jugando en contra de la misma unidad.

Por lo mismo, insistir en una unidad en clave puramente electoral es equivalente a no buscar unidad en la práctica. Por su parte, el ejercicio de llamar a la unidad por la unidad a través de la prensa termina como una forma de auto-validación ante el público, muchas veces con motivos comunicacionales, pero que no resuelve el problema de fondo relacionado con la falta de un horizonte común que justifique que algunos deban bajar sus candidaturas en favor de otros u otras.

Que distintos proyectos políticos se presenten de manera separada a una elección que utiliza un sistema proporcional no es nada inusual. Sin embargo, la dispersión de proyectos políticos similares entre múltiples listas, tanto partidistas como de independientes, sí supone un desafío mayor de cara a la seguidilla de elecciones que se avecinan. Es cierto que han existido discusiones programáticas más que valorables entre varias de las fuerzas oposición. Sin embargo, en la medida que sigan eclipsadas tras un debate solamente electoral y determinado por los atributos personales de un u otro candidato, difícilmente se llegará a un escenario diferente en el futuro.

Juan Pablo Miranda Orrego
Cientista político y magíster en Sociología.